No son superiores
Jugaban el Atlético de Madrid y el Atlético de Bilbao la final de la liga europea de fútbol en Bucarest. La televisión enfocaba de vez en cuando a los representantes políticos españoles y al príncipe, que habían viajado desde España para ver el partido. Me fijé bien en sus caras y en sus gestos las veces que los enfocaron y empecé a pensar… Y este fue el resultado.
En España estamos atravesando una gran crisis económica causada, al menos en parte, por la mala gestión de estos actores, que a veces parecen verdaderos comediantes, simuladores, patrañeros, y sin embargo no reparan en gastos. ¿No era suficiente que acudiera únicamente el presidente perpetuo de la Federación Española de Fútbol? No sé cuál fue el motivo de la no asistencia de la presidenta de Madrid, pero si fue por evitar un gasto superfluo merece el aplauso.
A los representantes que ese día asistieron los conocía de verlos anteriormente en la TV y prensa nacional, y ya antes me parecieron muy corrientes, incluso alguno me pareció que no llegaba a ese nivel. Oiga, puede usted decirme ahora, no estoy de acuerdo con lo que escribe porque si algunos de los representantes que allí estaban han sido elegidos por el pueblo –y el pueblo nunca se equivoca, como suelen decir algunos comentaristas políticos en tiempo de elecciones-, será normal que los veamos como superiores, ¿no?
Pues no, oiga, y permita expresarle mi desacuerdo y dar mis razones. Si es cierto, y lo podemos ver fácilmente por el comportamiento de muchos de estos personajes y personajillos políticos nacionales, regionales, provincianos y locales, que la gran mayoría se creen superiores. Pero, por disfrutar de poder político, que se lo hemos dado nosotros con los votos, no significa que lo sean. Los políticos que se presentan a las elecciones son seleccionados por las castas de los partidos, y nosotros, los ciudadanos, no podemos elegir libremente a quienes nos gustaría que nos representasen. Para que alguien pueda presentarse a las elecciones tiene que pertenecer a un partido político. Usted y yo no podemos presentarnos ni podemos votar a Amancio Ortega, creador de Zara, ni a ninguna otra persona superior para gobernar nuestro país por imposibilidad legal y porque las personas ejemplares tampoco aceptan presentarse por el desprestigio tan enorme que ha alcanzado la política.
Decíamos aquí hace poco que la estupidez afecta por igual a todos los niveles. ¿Por qué no iba aquejar también a los representantes políticos? No están ahí porque sean superiores. Están ahí por otra serie de razones. Una de ellas, porque son maestros en el arte de decir que van a hacer, no hacer nada, y conseguir, sin embargo, que la gente malgaste su tiempo hablando de lo que han dicho que van hacer o que hacen. Y su “decir que van hacer o que hacen” es repetido y discutido a cada momento y hora del día por los comentaristas políticos –que viven de eso-, en los distintos medios de divulgación o propaganda: periódicos, radios y televisiones. Sin embargo, ¿cuántas veces ha oído informar de profesionales o trabajadores modélicos -que sí los hay en nuestro país- en los noticiarios de las radios y TV?
¿Y cuántas veces ha oído hablar de los representantes políticos de uno de los países más ricos de Europa, como lo es Suiza? ¿Conoce alguno por su nombre? Casi seguro que no, y sin embargo, allí también son elegidos por el pueblo. Pero los ciudadanos de este país tienen en general mayor nivel de formación y no toleran que los políticos elegidos les mientan, malgasten o les roben su dinero como se lo permitimos aquí, y si alguno lo hace su dimisión llega pronto. En Suiza, incluso, antes de que los políticos tomen decisiones que impliquen un gasto público importante, los ciudadanos pueden obligarles mediante recogida de firmas a convocar un referéndum para conocer si los habitantes están de acuerdo y echarlas abajo si la mayoría no las apoya. En ese país los políticos son elegidos fundamentalmente para administrar bien el dinero público, y hacia ahí deberíamos caminar en el nuestro.
Los políticos se creen superiores también por nuestra culpa. Porque nosotros les hemos encumbrado. En un país donde las recomendaciones para conseguir favores están a la orden del día, llevarse bien con el poder político a veces da “buenos” resultados. Aquí, por si acaso, les hacemos reverencia para obtener prebendas. Vea si no los actuales casos “ejemplares” de algunos políticos y personas cercanas a la realeza que están siendo juzgados.
Entonces, ¿quiénes son superiores?, se preguntará usted. Son superiores los buenos trabajadores y profesionales que actúan con libertad y buena conciencia. La buena conciencia tiene para ellos más peso o valor que la opinión de los demás. Estas buenas personas ejemplares son las más sencillas, las que menos presumen de ello, las que menos se lo creen. Y cuando están más arriba, estas personas superiores inmortalizan la enseñanza de Marco Tulio Cicerón, “cuanto más alto estamos, más debemos bajarnos hacia nuestros inferiores”.
Fueron superiores probablemente, entre otros, filósofos como Sócrates, científicos como Albert Einstein y Benjamin Franklin, médicos como Alexander Fleming, y políticos como Winston Churchill. Y lo son personas como Palmira Díaz, trabajadora de la limpieza en la estación de autobuses de Granada, que hace poco devolvió un bolso que había encontrado con 14.000 euros, olvidado en un autobús por una pareja de nacionalidad china. También dijo Marco Tulio Cicerón que la honradez siempre es digna de elogio, aún cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho.
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