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Mostrando entradas de marzo, 2013

La verdad

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“Las verdaderas columnas de la sociedad son la verdad y la libertad” ( Henrik Johan Ibsen )     Habla mucho de las cosas, poco de los demás y nada de ti mismo. Espero que esté de acuerdo con esta máxima extraordinaria. Le pido licencia para dejarla sin el nombre del autor que la haya pronunciado primero, porque aunque la leí en un libro de Sabino Fernández Campo que trataba sobre la figura del Rey, y que él refería habérsela escuchado a su padre, estoy casi seguro que ya tenía autor previo. Permítame añadir a la frase: y di siempre la verdad. Consiéntame, aunque no esté bien, que hable hoy algo de mí mismo.     Recuerdo haber oído en mi niñez, de un señor de mi aldea, que la verdad tiene tres o cuatro caminos y cada uno coge el que más le conviene. Ponía un ejemplo. Al terminar la feria de ganado, unos, los que hicieron una buena compra o venta, salen diciendo que ha sido buena, y otros, los que no vendieron lo que llevaban o no compraron lo que querían, que ha sido mal

El tiempo puede ir hacia atrás

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“ No hubo tiempo alguno en que no hubiese tiempo” (San Agustín)     Hace un año escribía esto en un artículo publicado en La Región con el título Malgastar el tiempo : “Comento a menudo con los pacientes que ojalá alguien descubra como detener el tiempo –sería el más merecido Nobel- o, mejor aún, darle la vuelta. Para poder vivirlo hacia atrás. Para descumplir años en vez de cumplirlos. O al menos para retrasarlo, para que no corra tan deprisa. Cualquier día nos dirán que es posible. Como no hace mucho nos dijeron que en el siglo XXI las personas podrán llegar a vivir mil años”.     No había pasado el año. El premio Nobel de física, Anthony James Leggett (Londres, 1938), daba una conferencia abierta al público en Santiago y era entrevistado el 6 de marzo de 2013 por Elisa Álvarez para La Voz de Galicia , quien le hacía estas preguntas:     P: Lo aclarará hoy pero ¿por qué no puede ir el tiempo hacia atrás?     R: La respuesta habitual es que la dirección del tiemp

La belleza

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“La belleza no mira, sólo es mirada” (Albert Einstein)     Elena me dijo que se llamaba Tinker cuando me la regaló. Y que la madre de Tinker había sido elegida, en un concurso nacional, la más bella de España. No podía tenerla en casa. A mi mujer no le encantaban los perros, incluso les tenía miedo, a algunos mucho miedo. Así que un viernes de un caluroso día de verano, cuando aún no anochecía, nos marchamos los tres para Quilmas, aldea del ayuntamiento de Carnota, en La Coruña , donde vivían mis padres. Tinker iba en el asiento trasero y no dejaba de moverse. Paramos en Cambeo a repostar gasolina. En un descuido salió del coche corriendo hacia la carretera que cruza el pueblo. Fuimos detrás de ella, llamándola, para que regresara y no la atropellaran. No sé si me creerá. Todos los coches que venían de ambos lados del trayecto se detuvieron y siguieron parados hasta un rato después de que la recogimos de la carretera. No se detuvieron solo para no atropellarla. Lo hicie

No son superiores

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“Sabiduría y poder coinciden muy pocas veces” (Albert Einstein)     Jugaban el Atlético de Madrid y el Atlético de Bilbao la final de la liga europea de fútbol en Bucarest. La televisión enfocaba de vez en cuando a los representantes políticos españoles y al príncipe, que habían viajado desde España para ver el partido. Me fijé bien en sus caras y en sus gestos las veces que los enfocaron y empecé a pensar… Y este fue el resultado.     En España estamos atravesando una gran crisis económica causada, al menos en parte, por la mala gestión de estos actores, que a veces parecen verdaderos comediantes, simuladores, patrañeros, y sin embargo no reparan en gastos. ¿No era suficiente que acudiera únicamente el presidente perpetuo de la Federación Española de Fútbol? No sé cuál fue el motivo de la no asistencia de la presidenta de Madrid, pero si fue por evitar un gasto superfluo merece el aplauso.     A los representantes que ese día asistieron los conocía de verlos ant

Mariló Montero

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“Uno no puede esperar decir la verdad. Solo puede explicar como llegó a profesar tal o cual opinión” (Virginia Wolf)     Sé de sobra que escribir sobre lo que lo voy hacer es delicado, porque estoy completamente seguro que algunas o muchas personas, hombres y mujeres, lo interpretarán mal.     Pero no debo asustarme, y además siento casi la obligación de hacerlo por estarle muy agradecido ya que me trató muy bien las cuatro veces que estuve, dos con ella y dos con su anterior colaborador José Ángel Leiras, en su programa de “La Mañana” de TVE. Y como dice un refrán hebreo, "cuando hagas un favor olvídalo, pero cuando te lo hagan no lo olvides nunca".     Ya he escrito una vez sobre la belleza y he puesto la de Mariló Montero de ejemplo. Y decía: “su belleza impresiona porque es incomparable y distinta a todas; la perfección de su cara, la belleza de sus ojos y su mirada, cuando estás cerca, en el plató, te emocionan”.     Pero después he leído

Malgastar el tiempo

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“Malgasté mi tiempo, ahora el tiempo me malgasta a mí” ( William Shakespeare )     Cuando pienso en ello, en el tiempo que he malgastado a lo largo de mi vida, es una de las cosas que me tiene más apesadumbrado últimamente. Me he arrepentido en muchas ocasiones del tiempo derrochado y he pensado muchas veces lo mismo que Shakespeare, aunque nunca hubiese sido capaz de decirlo tan breve y bien como él lo dijo.     Desde muy joven he creído, y muchas veces he llevado a cabo, que uno debe dedicarse en cuerpo y alma a lo que esté haciendo en cada momento. Estés trabajando, estudiando o divirtiéndote. Porque hay tiempo para todo, también para divertirse. Para lo que no hay tiempo, o no debía haberlo, es para perderlo, para no hacer nada. Porque no hacer nada es dilapidar el tiempo. Ya decía Buenaventura Luna en su maravillosas “Sentencias del Tata Viejo”, que tan espléndidamente cantaron Los Sabandeños, “…y no hay cristiano más triste qu´el cansau de no hacer nada”.   

Los médicos expertos

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“Aunque todos los expertos coincidan, pueden muy bien estar equivocados” (Bertrand Russell).     Primero empiezan diciéndote que eres un líder de opinión . Después, si ven que eres un buen comunicador, cuando te invitan a dar charlas para contarles a otros médicos sus novedades farmacológicas, y no cuestionas la información que te entregan preparada por ellos mismos, en la que se destacan las bondades de sus fármacos, te plantean si quieres "fidelizarte" a la compañía. Si lo haces, a partir de ese momento la maquinaria comienza a funcionar, y muy pronto pasarás a ser experto . Esta es una de las formas de crear médicos expertos por las compañías farmacéuticas, aunque puede haber otras.     En esta, la que mejor conozco, el médico elegido por la compañía puede ser un buen médico, un buen médico e investigador, o no ser ni buen médico ni buen investigador, e incluso no haber visto un enfermo en su vida, pero es imprescindible que cuando dé una charla a otr

La culpa

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“Yo no tengo la culpa de que la vida se nutra de la virtud y del pecado, de lo hermoso y de lo feo” (Benito Pérez Galdós)     Una grandísima mayoría de españoles tiende a echar la culpa a los demás de todo lo que les sucede a ellos. Y yo, con todo el respeto, les diría que están equivocados.     Recuerdo una frase que nos decía un profesor de psiquiatría, el doctor Brenlla Losada, en la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela, cuando explicaba la frustración: “la culpa nunca es de los demás, siempre es de uno mismo”, con la que estoy totalmente de acuerdo, y, aunque a veces tal vez no haya sabido reconocerlo en algún asunto personal, se la he recordado mil veces a mis hijos, para que se la aplicaran cuando tuviesen algún revés en la vida.     Y claro que tenía razón este profesor. Antes de habérsela oído, ya andaba con amigos y compañeros de estudios casi todos los días por la calle del Franco de la ciudad compostelana, como otros muchos estudiantes universitari

Ahora, y siempre, a trabajar

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“Cuando el horizonte es negro y la tempestad amenaza, el trabajo es el único remedio contra el mal que nos acecha” (André Maurois)     Lo más importante no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace. Esta frase, o parecida, que había leído u oído en alguna parte, se la repetía y repito -ahora menos-, a mis hijos. Les decía que se puede disfrutar en cualquier trabajo y les ponía de ejemplo a mi padre, su abuelo, que se levantaba feliz, muy de madrugada, todos los días que la mar se lo permitía, para ir a pescar.     Nunca lograba convencerles y recuerdo que siempre me preguntaban si un barrendero -no sé por qué ponían este trabajo, tan digno como cualquier otro, de ejemplo-, podía querer y disfrutar su trabajo. Les decía que sí y les hablaba del cariño con que hacían su labor algunas trabajadoras de la limpieza de los hospitales donde había estado. Aún ahora, casi todos los días, veo a una señora, que asea las plantas del hospital de Orense, siempre atar