Ahora, y siempre, a trabajar







“Cuando el horizonte es negro y la tempestad amenaza, el trabajo es el único remedio contra el mal que nos acecha” (André Maurois)







    Lo más importante no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace. Esta frase, o parecida, que había leído u oído en alguna parte, se la repetía y repito -ahora menos-, a mis hijos. Les decía que se puede disfrutar en cualquier trabajo y les ponía de ejemplo a mi padre, su abuelo, que se levantaba feliz, muy de madrugada, todos los días que la mar se lo permitía, para ir a pescar.
    Nunca lograba convencerles y recuerdo que siempre me preguntaban si un barrendero -no sé por qué ponían este trabajo, tan digno como cualquier otro, de ejemplo-, podía querer y disfrutar su trabajo. Les decía que sí y les hablaba del cariño con que hacían su labor algunas trabajadoras de la limpieza de los hospitales donde había estado. Aún ahora, casi todos los días, veo a una señora, que asea las plantas del hospital de Orense, siempre atareada y contenta; el otro día arrodillada en un control de enfermería, limpiando un archivo de radiografías e historias clínicas, me saludó sonriente sin dejar de trabajar. Nunca la he visto perdiendo el tiempo y estoy seguro que disfruta haciendo bien su trabajo. No hay más que ver su cara, siempre contenta. Si todos hiciéramos como ella, las cosas cambiarían Terminaba diciéndoles que prefería que fuesen buenos barrenderos, o marineros, como lo era su abuelo, que malos médicos, y que hacer bien el trabajo es mejor que hacerlo, como decía Antonio Machado.
    Hablando de trabajar siempre me viene a la cabeza la época, ya muy lejana, cuando hacía mi especialidad en el Hospital de Valdecilla y aprendía cardiología con el doctor Ochoteco, un cardiólogo ejemplar y adicto al trabajo. Eran los últimos años de la dictadura y las asambleas de médicos eran casi diarias. Él no iba nunca. Un día le pregunté el por qué. Me respondió que no lo hacía porque creía que era mejor emplear el tiempo trabajando, atendiendo bien a los pacientes, que en las asambleas, y porque le parecía que los profesionales del hospital que siempre se estaban quejando eran los que menos trabajaban. Y siguió, ¿viste alguna vez al doctor Martino en una asamblea? El doctor Martino era un cirujano que visitaba a sus enfermos todos los días por las tardes y los fines de semana, y que en las guardias de cirugía se dedicaba a “buscar” pacientes para operar. ¡Dios mío, cuánto han cambiado los hospitales desde aquellas fechas!   
    "La fatiga y el cansancio del que cumplió su jornada dejando la tierra labrada es lo más feliz que existe y no hay cristiano mas triste que el cansado de no hacer nada", decía la letra de una de las canciones de un antiguo disco de Los Sabandeños, “Sentencias del Tata Viejo”, basada en una poesía del periodista y poeta sudamericano, Buenaventura Luna. No todos estarán de acuerdo con esto, como no lo estará tampoco el anterior presidente de nuestro país, quien decía hace poco, citando a Gómez de la Serna, que la mejor faena puede ser sentarse en una hamaca mirando para el cielo, contando nubes.
    Y esto, ¿qué tiene que ver con la salud? Trabajo y salud van de la mano. Nunca a ningún paciente he recomendado no trabajar, excepto si su enfermedad física no se lo permitía. Incluso, para las enfermedades psíquicas, el trabajo puede ser uno de los mejores tratamientos, porque mientras se trabaja no se cisma.
    Además, el trabajo es la mejor solución para salir de crisis económicas como las actuales. Albert Einstein decía, “en los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento. No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.
    No hay más que ver lo que hacen hoy en día, y siempre, los países y las personas que crean riqueza: trabajar. El trabajo endulza siempre la vida, pero los dulces no le gustan a todo el mundo, decía Víctor Hugo.
    Creo que todos deberíamos dejar de quejarnos, de lamentarnos, y ponernos a trabajar. Nadie puede prohibírnoslo, y al que no tenga trabajo nadie puede impedirle formarse para cuando lo tenga. Decía Franklin Roosvelt, político americano, hace algunos años, “siempre que te pregunten si puedes hacer un trabajo, contesta que sí y ponte enseguida a aprender como se hace”. El problema es que, aun sin trabajo, la mayoría de las personas gastan más alegremente el dinero en divertirse que en instruirse.
    El poeta griego Hesíodo, que vivió antes de Cristo, decía, no es el trabajo lo que envilece, sino la ociosidad. Otro poeta, latino, Quinto Horacio Flaco, que vivió también por aquellas fechas, dijo, que el placer que acompaña al trabajo pone en olvido a la fatiga. Mucho más tarde, Cristóbal Colón, expresó, encuentra la felicidad en el trabajo o no serás feliz. Y no podía faltar una referencia de nuestro admirado Benjamin Franklin, “la oxidación por falta de uso gasta mucho más las herramientas que el propio trabajo”.
    Es mejor hacerse adicto al trabajo que a la comida o al tabaco. Vivir con mucha actividad, trabajando mucho, es beneficioso para la salud física y mental. Pongámonos a trabajar, disfrutando, para salir de esta crisis económica. La situación económica y la salud también caminan en el mismo sentido.







  


 

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