Los gruñones
“Acusar a los demás de los infortunios propios es un signo de falta de educación. Acusarse a uno mismo, demuestra que la educación ha comenzado” ( Epicteto de Frigia ) Richard Vaughan, este tejano que vive en Madrid, conocido por sus cursos de inglés en diferentes medios de comunicación, escribió ya hace algún tiempo, en un dominical del diario El Mundo, “El hombre que gruñe…”, que me encantó, y comenzaba así: “… al final se parece más al perro que al hombre y, si no cambia, acaba viviendo una vida de perros. Si usted se queja por todo, muchos dejarán de hacerle caso. Otros le tacharán de ingrato, ya que la gratitud y el ansia de quejarse no se llevan bien. La vida nos brinda una abundancia de posibilidades para ser felices y agradecidos. Quejarse de todo solo demuestra que uno no agradece la bendición que es la vida. Es como quejarse de la Gran Pirámide de Giza en Egipto porque no tiene ascensores”. Busqué esta anota...