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Mostrando entradas de marzo, 2017

Los gruñones

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“Acusar a los demás de los infortunios propios es un signo de falta de educación. Acusarse a uno mismo, demuestra que la educación ha comenzado” ( Epicteto de Frigia )       Richard Vaughan, este tejano que vive en Madrid, conocido por sus cursos de inglés en diferentes medios de comunicación, escribió ya hace algún tiempo, en un dominical del diario El Mundo, “El hombre que gruñe…”, que me encantó, y comenzaba así: “… al final se parece más al perro que al hombre y, si no cambia, acaba viviendo una vida de perros. Si usted se queja por todo, muchos dejarán de hacerle caso. Otros le tacharán de ingrato, ya que la gratitud y el ansia de quejarse no se llevan bien. La vida nos brinda una abundancia de posibilidades para ser felices y agradecidos. Quejarse de todo solo demuestra que uno no agradece la bendición que es la vida. Es como quejarse de la Gran Pirámide de Giza en Egipto porque no tiene ascensores”.     Busqué esta anotación que había hecho cuando lo leí

Competir

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"La incompetencia es tanto más dañina cuanto mayor sea el poder del incompetente" (Francisco Ayala)      Competir es contender, rivalizar entre sí dos o más personas aspirando unas y otras con empeño a una misma cosa, según el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española. Es lo que hace el tenista Nadal. Es lo que hacen los jugadores de los equipos de fútbol españoles para ganar la liga o los de los equipos europeos para ganar la Champions. O lo que hacen los concursantes de “Pasapalabra”.      Esto nos parece normal a todos. Pero ya nos gusta menos si somos nosotros los que tenemos que competir para conseguir algo o para mantenerlo si ya lo tenemos.    ¿Es porque estamos mal acostumbrados? Seguro que esto tiene algo que ver. Al nacer, ya conseguimos lo que más nos importa, la leche del pecho de nuestras madres, simplemente con quejarnos o llorar un poquito, y a veces incluso la obtenemos sin necesidad de gimotear, de forma programada. Más adelante,

Solo para ti, Uxía

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“La belleza para ser agradable tiene que ser ignorada” (San Francisco de Sales)     Más de una vez tu madre y tu abuela me han echado en cara que te escribo muy poco, mejor dicho, nada, en comparación con las muchas cartas que le escribí a tu hermana Valentina. En la única carta que te escribí ya te decía que a la novedad siempre se le presta más atención, aunque luego eso puede cambiar. Y ha cambiado.     Creo que es así. Porque, sabes, desde que naciste siempre me gustó tu seriedad hasta que empezaste a reírte. ¡Cuánto disfruté el día que veníamos toda la familia de comer de una parrillada en La Coruña, donde tú estuviste durmiendo casi todo el tiempo mientras comimos, pero luego en la calle, cuando te llevaba en el carrito y despertaste, comencé a reír a carcajadas y tú hacías lo mismo! ¡Cómo te reías! ¡Cómo me gustó! ¡Me encantaste! A partir de ese día comenzaste a reír mucho más. Si te miraba y te reía, tú te reías. Reían también y bailaban contigo tus grandes

Un padre, un hombre

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“Un buen padre vale por cien maestros ” ( Jean Jacques Rousseau )    Andaría por los veintitrés. Me habían dado trabajo como médico residente en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Residencia Sanitaria de Castellón. Allí conocí otro joven médico que me invitó a comer a su casa, que compartía con su joven esposa y un hijo de ambos que ya caminaba sin ayuda. Encima de una pequeña mesa camilla había un tintero lleno de tinta azul. El niño le dio un manotazo y el tintero cayó al suelo sin romperse. La reacción del padre fue colocarlo de nuevo donde estaba antes, sin reprenderlo. Y el niño volvió a tirarlo, pero esta vez se rompió en la alfombra, quedando toda ella coloreada de azul obscuro. No pude evitar decirle a mi compañero médico que me extrañaba su comportamiento, por no haberle reñido al niño la primera vez que lo tiró. Me explicó que eso era lo que había que hacer con los niños. Que no había que reprenderlos sino esperar a que ellos mismos se dieran

Ricos y pobres, pobres y ricos

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“Dos linajes solo hay en el mundo, como decía una abuela mía, que son el tener y el no tener” ( Miguel de Cervantes )       El otro día una señora, en una red social, me dijo por qué discrepaba tanto en la conversación sobre pobres y ricos. No sé bien porque me lo decía, pero pensé que debía escribir sobre esto.     Cuando era muy joven leí, creo que fue en el Catecismo, y oí, creo que fue en las clases de Religión, aquella famosa frase, “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de los Cielos” (Mt 19,24).     La iglesia católica siguió diciendo esto, ahora creo que menos, aunque dispone de mucha riqueza. Creo que, sin embargo, para los luteranos, conseguir riquezas, hacerse uno rico, favorecía entrar en el Reino de los Cielos.     Pero prefiero opinar sobre este tema basándome en mi experiencia y creencias personales.     Me da la impresión, tal vez motivado por las enseñanzas de la religión católic

Antibióticos

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“El mejor médico es el que conoce la inutilidad de la mayor parte de las medicinas” (Benjamin Franklin)     Casi lo único que recuerdo de las clases sobre antibióticos en la asignatura de farmacología, cuando estudiaba la carrera de Medicina, es que antibiótico significa anti-vida, decía un profesor. Y que la penicilina era un antibiótico fenomenal pero que a una de cada 100.000 personas podía causarle un shock anafiláctico e incluso la muerte.     Y desde aquellas fechas hasta ahora me he dado cuenta de las falsas creencias de los pacientes y sus familiares sobre esta clase de fármacos -fenomenales cuando están bien indicados, pero que también pueden causar problemas importantes, algunos muy serios, en caso contrario-, no por su culpa sino por la nuestra (de los médicos).     Cuando hacía la especialidad en el Hospital de Valdecilla, en Santander, allá por los 70 del siglo pasado, recuerdo que cuando nos llamaban a los médicos residentes para ver un pa

Has llegado. ¡Bienvenida!

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“En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente” (Khalil Gibran)     Hoy, de madrugada, he sentido que había llegado. Aunque el tiempo vuelva de nuevo para atrás, al invierno. La he notado, no tuve duda alguna. Cantaban los pájaros en los arbolitos que rodean el río Miño por los dos lados, como no lo habían hecho hasta ahora, a esa misma hora. Bueno, no sé si cantaban o hablaban entre ellos.     Si no me cree, salga mañana a correr o caminar, de madrugada, por donde haya árboles. Comprobará que no le he engañado.     Todos los cánticos -vamos a llamarlos así- eran distintos, pero creí distinguir los de los más jóvenes de los de los mayores.     No pude evitar pensar en lo mismo de siempre cuando los oigo o veo, y también a otras aves o a distintos animales, como las vacas de Porto de Sanabria que pasan temporadas en el monte. En lo de que somos la única especie animal con inteligencia. No lo c

Llega la primavera, no el asma

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“No hay enfermedades sino enfermos” (Gregorio Marañón)     Todos los años por estas fechas los médicos alergólogos emiten comunicados sobre lo que les espera a los pacientes alérgicos. Normalmente nada bueno. Habitualmente la información dice que debido al lluvioso invierno -este no lo ha sido- la primavera será muy mala para ellos. Este año, discretamente, la Web de la Sociedad Española de Alergología se avisará que se prevé una primavera de polinización alta, aunque no haya habido abundantes lluvias en los últimos meses. Y continuará: sin embargo, los síntomas en los alérgicos al polen se verán agravados por la alta contaminación atmosférica. Y esto mismo o parecido lo dirá algún alergólogo en los telediarios de las televisiones y en las radios. Es decir, llueva o no llueva, haga sol o no lo haga, los infortunados enfermos alérgicos al polen no se salvan.     Siempre me llamaron la atención estas informaciones pesimistas de los médicos. Por ejemplo,

El juramento hipocrático sigue siendo actual

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“La vida es breve; el arte, largo; la ocasión, fugaz; la experiencia, engañosa; el juicio, difícil” ( Hipócrates )     Así titulaba su artículo Daniel Sokol, de la Universidad de Londres, no hace mucho. Y decía, “c uando les pregunté a mis estudiantes por el nombre de médicos famosos en la historia de la medicina, su primera respuesta fue Harold Shipman, el médico británico que asesinó a cientos de pacientes. Su segunda respuesta fue House, el doctor de ficción de la serie de televisión americana. Cuando su tercera respuesta fue Hipócrates, presunto autor del Juramento Hipocrático, respiré con alivio”.     Escrito hace más de 2.500 años, el Juramento es el texto más famoso de la medicina occidental; sin embargo, la mayoría de las personas (incluidos algunos médicos) saben muy poco sobre él. Daniel Sokol expresaba en el artículo que un amigo médico le había relatado la historia de un anciano que pensaba –equivocadamente- que el juramento hipocrático instruía a