Tráfico de enfermedades









 “Sólo podemos dar una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan; sin duda por eso mismo las opiniones imparciales carecen siempre de valor” (Oscar Wilde).








    La promoción o tráfico de enfermedades (disease mongering, en inglés) es una expresión recientemente introducida en la literatura médica, que se refiere al esfuerzo que realizan las compañías farmacéuticas por llamar la atención sobre condiciones frecuentemente inofensivas con objeto de incrementar la venta de medicamentos mediante campañas publicitarias, visitadores médicos y estudios que intentan medicalizar cualquier trastorno.
    Las compañías farmacéuticas suelen alegar que sus campañas se limitan a informar al público sobre las opciones disponibles, que se deben a un motivo ético -mejorar la salud de las personas- y que el tratamiento que se decida es en último término resultado de la negociación entre el paciente y su médico. Los oponentes, por el contrario, opinan que esta práctica sólo conduce a la designación como enfermedades de condiciones que no lo merecen y a la prescripción innecesaria de tratamientos, que el único motivo es la ganancia crematística, y que llega a ser dañina para la salud pública, además de representar un gasto injustificado para los bolsillos privados y para los sistemas públicos de salud.
    Estos dos párrafos anteriores fueron tomados casi al pie de la letra de Wikipedia, porque yo no podría definir mejor el significado del título del artículo de hoy.
    En 2005 Ray Moynihan, publicó el libro “Selling Sickness” (Vendiendo Enfermedades). Este periodista australiano es un referente mundial en la denuncia de la “invención” de enfermedades por la gran industria farmacéutica. Experto conocedor del negocio de la salud, removió cimientos con este best seller. Creo que son de enorme interés la gran mayoría de sus opiniones, publicadas en este libro y en prestigiosas revistas médicas como “British Medical Journal” (BMJ), por lo que paso a reproducirlas y comentarlas.   
    Él defiende que cada vez se cuestionan más las “nuevas enfermedades”,  y a algunas las denomina "enfermedades inventadas", como por ejemplo la disfunción sexual en las mujeres o al trastorno de déficit de atención e hiperactividad en los niños. E incluso se han llegado a medicalizar aspectos de la vida normal como la menopausia. Un problema leve como el síndrome de colon irritable ha sido identificado, a causa de la promoción de las compañías farmacéuticas, como una seria enfermedad. Y factores de riesgo, como el colesterol elevado o la osteoporosis, son enmarcados como enfermedades.
    Otra de las grandes preocupaciones de Ray Moynihan es la creación en los últimos años de categorías diagnósticas, de pre-enfermedades o pre-condiciones, como prehipertensión, prediabetes y preosteoporosis. Muchas de estas condiciones pueden ser miradas como futuros factores de riesgo para sufrir la enfermedad, y sin embargo ya se les pone una etiqueta médica a las personas que están en riesgo de estar en riesgo.
    En uno de sus artículos, publicado en BMJ en 2010 con el título ¿Quiénes se benefician del tratamiento de la prehipertensión?, aclara que este término se creó en unas directrices americanas de hipertensión arterial para las personas que tenían una presión arterial sistólica (“la alta”) entre 120-129 (aquí 12-12,9) y diastólica (“la baja”) entre 80-89 (aquí 8-8,9), en las cuales se determinaba que no es una enfermedad y que no debe ser tratada con medicamentos sino con cambios en el estilo de vida. Pero después, por la influencia de la industria farmacéutica, algunos médicos comenzaran a tratar a los “prehipertensos” con medicamentos. Se estima que uno de cada tres adultos americanos tiene prehipertensión, (más de 50 millones de personas solo en los Estados Unidos) por lo que esta nueva entidad sería vista por la industria farmacéutica como una posible gran mina de oro. Y por eso las compañías farmacéuticas están muy activas en probar los nuevos medicamentos antihipertensivos en “los pacientes” con prehipertensión. En este mismo artículo Moynihan entrevista a Curt Furberg, profesor de Salud Pública en la Wake-Forest Univesity, quien dice que la prehipertensión no es una enfermedad ni un problema de salud pública, sino una manera de aumentar los mercados para las compañías farmacéuticas. 
    El profesor Furberg y otros médicos, entre los que me incluyo, creemos que nuestra profesión está demasiado relacionada con la industria farmacéutica y nos preguntamos si no es el momento ya de que la sociedad tome un papel más activo para decidir quién debe ser clasificado como enfermo. Fiona Godlee, editora de BMJ, también opinaba en 2010 que así debe ser, a menos que la profesión médica recupere su independencia de la influencia comercial.       
    En una entrevista, después de la publicación del best seller "Vendiendo enfermedades", Ray Moynihan decía que las compañías farmacéuticas se interesan fundamentalmente por los beneficios masificados y eso, generalmente, significa ventas masificadas. A cuanta más gente puedan vender sus pastillas, mayores ganancias. Si pueden vendérselas a gente relativamente sana, mayor será el negocio. No es un fenómeno nuevo, aunque con las nuevas técnicas de marketing y el poder de estas corporaciones globales gigantescas este problema se ha convertido en una amenaza para la salud pública.
    Claro que las compañías farmacéuticas no crean las enfermedades, ni directamente sobrepasan esos límites, pero a menudo patrocinan las actividades médicas que están sumidas en este proceso de crear o vender enfermedades. Con la disfunción sexual femenina las grandes compañías farmacéuticas patrocinaron casi todas las reuniones de los “expertos” que la definían como una nueva enfermedad. Algunos de aquellos “expertos” sugirieron que un 43% de las mujeres sufren esta “enfermedad”, algo que es claramente absurdo, dice el escritor australiano.

www.clinicajoaquinlamela.com (será renovada la próxima semana)
http://joaquinlamela.blogspot.com.es
   


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