Arrugadísima, guapísima
"A una madre se la quiere
siempre con igual cariño
y a cualquier edad se es niño
cuando una madre se muere"
(José María Pemán)
siempre con igual cariño
y a cualquier edad se es niño
cuando una madre se muere"
(José María Pemán)
Está arremangada. Sus antebrazos y manos delgadas y arrugadas no lo están tanto como su cara. Le digo que se baje las mangas de la camisa y el jersey, y se lo tengo que repetir muchas veces porque oye muy mal. Me dice que no; que yo soy hombre y que no necesito subirlas, pero ella sí. Enseguida me toca el bolsillo de la cazadora y me dice que le dé un caramelo. Come muchos casi todos los días, porque todo el mundo sabe lo mucho que le gustan, y se los dan. Yo pienso si serán los caramelos el secreto de que en estos cuatro o cinco últimos años hable tanto o más que antes, y solo se le haya deteriorado el oído pero muy poco o nada el cerebro.
Los ojos azules, tan bonitos aún ahora a sus 88 años, le bailan tan bien como bailaba ella cuando era joven. Me vuelve a pedir un caramelo. Se lo doy. Son las 12 de la mañana y le pregunto si ha comido. Me dice, “non xantei nin cenei onte, nin almorçei hoxe” (xantar, la comida del mediodía; cea, la cena; almorço, desayuno, en el gallego de la Costa da Morte). ¿Y por qué? “Porque non tiñan que darme, non tiñan vacas que matar”.
- ¡Qué bo está o caramelo!
¡Qué bien le hubiera venido su cara a Adolfo Domínguez para su publicidad de la arruga es bella! Le digo si quiere operarse para quitarse las arrugas y me contesta que ya es muy vieja para quitárselas, que está bien así. Y a continuación: "Operaríame dos anos se mos quitaran". Le digo también que tengo un paciente de 96 años que tiene una nova de 72 y me contesta: "Ese non está enfermo, ese está tolo".
- Ten cuidado, no vayas atragantarte con el caramelo.
- Non quixera, hasta ahora nunca me atragantéi.
- Estás muy guapa.
- Nos estóu guapa, porque non son guapa.
- Sí lo eres. Me marcho. Por la tarde vendrán tus nietos a verte.
Ahora sí que me voy encantado. No le pregunto quién soy, por si acaso.
Fui a visitarla ese mismo día por la tarde con mi hija, y le preguntó a su nieta:
- ¿E o teu home?
- ¡Non abuela, e meu pai!
- ¡Como vai ser teu pai si e muy novo!
Qué lista es aún, a pesar del gran envejecimiento cerebral y la pérdida de memoria. Qué bien sabe lo que nos gusta a los viejos, a los que la gente nos dice, “por ti no pasan los años”.
- ¿Tés un caramelo?
- Abuela, ya tienes uno en la boca.
- Xo sei, pero xa está muy delgadiño. ¡Ala, ídevos! (¡Ala, iros)
Queda guapísima, con sus arrugas y sus preciosos ojos azules.
Vuelvo a verla ahora por la mañana.
- Dame un caramelo porque aquí no me dan nada de comer. ¿A qué ves?
- Veño a verche, porque che quero muito.
- ¿A min? ¡Son unha vella, non valo para nada!
- ¡Para min vales muito, eres miña nai!
- Que va... Eu non son tua nai. ¡Ala, vaite donde haya mais xente e pasao ben cas mozas! ¡Ala, adiós!
"Quien quiere a su madre no puede ser malo" (Louis Charles Alfred de Musset)
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