Ricos y pobres, pobres y ricos
“Dos
linajes solo hay en el mundo, como decía una abuela mía, que son el tener y el
no tener” (Miguel de Cervantes)
El otro día una señora, en una red social,
me dijo por qué discrepaba tanto en la conversación sobre pobres y ricos. No sé
bien porque me lo decía, pero pensé que debía escribir sobre esto.
Cuando era muy joven leí, creo que fue en
el Catecismo, y oí, creo que fue en las clases de Religión, aquella famosa
frase, “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un
rico entre en el Reino de los Cielos” (Mt 19,24).
La iglesia católica siguió diciendo esto,
ahora creo que menos, aunque dispone de mucha riqueza. Creo que, sin embargo,
para los luteranos, conseguir riquezas, hacerse uno rico, favorecía entrar en
el Reino de los Cielos.
Pero prefiero opinar sobre este tema
basándome en mi experiencia y creencias personales.
Me da la impresión, tal vez motivado por
las enseñanzas de la religión católica, que la gente, en general, piensa que los
pobres son buenos y los ricos malos (entienda que, con las palabras pobres y
ricos, me estoy refiriendo a los dos géneros). En mi opinión, el porcentaje de
buenas y malas personas debe ser similar en ambos grupos. Claro que habrá ricos
que hayan conseguido serlo de forma deshonesta. Y habrá pobres que hayan
conseguido otras cosas también de forma deshonesta. Ser
pobre no equivale a ser bueno y ser rico no equivale a ser malo.
Siempre vuelvo a lo que vi en mi juventud,
en mi aldea. El más rico de mi pequeña aldea era el dueño de la tienda de
ultramarinos, la única que había, y este señor, del que no conozco nada de su
origen familiar salvo que tenía un hermano maestro casado con una hermana de su
mujer, lo único que hizo en su vida fue trabajar. Para adquirir las mercancías
que después vendía en su tienda se desplazaba caminando hasta los
distribuidores de pequeñas ciudades que estaban a treinta o más kilómetros. No
bebía, ni fumaba, ni hacía viajes fuera de su aldea salvo los relacionados con
las compras para su tienda. La gente de la aldea lo criticaba por ser rico y
hablaba mal de él; decían que era el cacique del pueblo. A pesar de hablar mal
de él, algunos padres le pedían favores, como librar a sus hijos de hacer la
mili, y él, por sus amistades en La Coruña, a veces lo conseguía.
Otros menos ricos que también vivían en la
aldea estaban todo el día trabajando en el mar y alguno, que pasó su vida
navegando en barcos de altura, de carga, con menos de un mes de vacaciones al
año, consiguió después comprar pisos en La Coruña. Y también le criticaban por
tener estas propiedades que había conseguido trabajando honrada y duramente.
¿Y quiénes eran los más pobres de la aldea?
Solían ser los que se levantaban más tarde, los que se pasaban parte del día en
el bar, es decir, a los que el trabajo le gustaba poco y gastaban (mal) lo poco
que tenían.
Ya sé que usted u otro me va a decir:
claro, muchos de los ricos ya han nacido en familias ricas. No estoy de
acuerdo. Cerca de allí, conocí familias ricas que por la mala cabeza de los hijos
se arruinaron. E hijos de familias pobres que se hicieron ricos trabajando duro
y ahorrando.
Siempre respeté a las
personas por su honestidad y por el cumplimiento en el trabajo que tenían
asignado, nunca por los títulos o cargos que tuviesen ni porque fuesen ricos o
pobres. He dicho muchas veces que siempre he respetado más a un buen celador
del hospital que a un mal médico. Nunca, cuando he conocido a una persona, me
he parado a pensar si era pobre o rica. Nunca he tratado, ni en mi trabajo ni fuera
de él, a las personas en relación a su riqueza o pobreza
No sé, tal vez tuviese
razón Henry George, un economista inglés que vivió en el siglo XIX, quien dijo que
el estado ideal no es aquel en que cada uno tiene
acceso a la misma cantidad de riqueza, sino en proporción a su contribución a
la riqueza general. Según esto, Amancio Ortega, que tanto contribuye a la
riqueza general, es justo que sea rico.
Espero que a mi querida amiga le haya aclarado por que discrepo con otras personas cuando hablan de los pobres y los ricos.
Si ha llegado hasta aquí, puede leer las frases que siguen. Alguna
seguro que le resultará interesante.
“La riqueza es como el agua salada; cuanto más se
bebe, más sed da” (Arthur Schopenhauer )
“El
camino hacia la riqueza depende fundamentalmente de dos palabras: trabajo y
ahorro” (Benjamin Franklin)
“¿Qué es la riqueza? Nada, si no se gasta; nada, si se
malgasta” (André Breton)
“Los hombres son pervertidos no tanto por la
riqueza como por el afán de riqueza” (Louis de Bonald).
“Una buena capa todo lo tapa” (Refrán)
“Un rico es diferente al que no lo es: tiene más
dinero” (Ernest Hemingway)
“No desees y serás el hombre más rico del mundo” (Miguel de Cervantes)
“¡Cuán grande
riqueza es, aun entre los pobres, el ser hijo de buen padre!” (Juan Luis Vives)
“Cuatro
cosas no pueden ser escondidas durante largo tiempo: la ciencia, la estupidez,
la riqueza y la pobreza” (Averroes)
“Eso de que el dinero no da la felicidad son voces que
hacen correr los ricos para que no los envidien demasiado los pobres” (Jacinto Benavente)
“En
realidad, vivir como hombre significa elegir un blanco -honor, gloria, riqueza,
cultura- y apuntar hacia él con toda la conducta, pues no ordenar la vida a un
fin es señal de gran necedad” (Aristóteles)
“Muchos
hablan sinceramente cuando dicen que desprecian las riquezas, pero se refieren
a las riquezas que poseen los demás” (Charles Caleb Colton)
“Al
poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y
no el gastarlas como quiera, sino el saberlas gastar” (Miguel de Cervantes)
“Los
hombres olvidan con mayor rapidez la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio”
(Nicolás Maquiavelo)
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