Enfermos polimedicados
“No hay nada permanente excepto el cambio”
(Heráclito)
Hace algún tiempo, La
Región, periódico provincial de Orense, publicaba un artículo titulado “Antes de iniciar
el tratamiento médico”. Unos días después el diario informaba que el Sergas iba
revisar a los enfermos polimedicados, los que toman más de seis fármacos diferentes
durante más de seis meses. La información del Sergas continuaba diciendo que
los pacientes que toman más de diez medicamentos diferentes es probable que interactúen
entre ellos, lo que podría dar lugar a efectos indeseables o adversos.
La mayoría de los enfermos
polimedicados son pacientes crónicos, casi siempre con más de una dolencia y
que visitan mucho al médico. Asiduamente comento con los pacientes que la buena
evolución de muchas enfermedades crónicas se relaciona más con las recomendaciones
no farmacológicas del médico -comer poco, caminar mucho, no fumar ni tomar
bebidas alcohólicas-, que con las farmacológicas. Y casi siempre acabo refiriéndoles
el ejemplo del sacerdote que acompañaba a su amigo con enfermedad pulmonar
crónica tabáquica, al que yo le estaba diciendo que su dificultad respiratoria mejoraría
más adelgazando que con todos los sprays que se le prescribiesen. El sacerdote dijo,
“padecía diabetes e hipertensión arterial, pesaba 130 kilos, tomaba dos
medicamentos para controlar la presión arterial y ponía más de 50 unidades de
insulina al día; en un año y medio pasé de los 130 a 80 kilos caminando de 12 a 20 kilómetros al día
y comiendo menos -se engorda por la boca no por las piernas, esto no lo dijo
él- y ya no tomo pastillas ni me pincho insulina porque ahora mis cifras de
presión arterial y glucosa son normales.”
En mi opinión, entre los
pacientes polimedicados hay unos que toman medicamentos en dosis superiores a
las necesarias, hay otros que toman medicamentos que necesitaron y ahora ya no precisan
y hay algunos que toman fármacos que nunca necesitaron.
Medicamentos en
dosis superiores a las necesarias - Cuando pregunto a los enfermos crónicos desde
cuando están tomando esa dosis de alguno de los medicamentos, muchos responden que
siempre tomaron la misma porque van al médico a pasar la revisión y a buscar
recetas, y pocas veces o ninguna se les ha explicado por qué tienen que seguir
tomando los mismos medicamentos y por qué no pueden reducir las dosis.
En muchas enfermedades
crónicas se pueden disminuir las dosis de los medicamentos. Un ejemplo es el
asma bronquial. En muchos pacientes es posible reducir las dosis de los
corticoides inhalados cuando mejora la inflamación asmática de los bronquios y
en algunos incluso recomendárselos “a demanda”, es decir cuando los precisen. Y
así, sin empeorar el control del asma, se reducen los efectos adversos de estos
fármacos. Otro, la hipertensión arterial. Si un paciente con hipertensión
arterial en tratamiento farmacológico disminuye de peso si era obeso, come sin
sal si antes no la hacía y hace más ejercicio físico, necesitará dosis menores de
fármacos antihipertensivos e incluso podrá no precisarlos.
Medicamentos que ya no son necesarios -
En ocasiones a los enfermos se le prescriben medicamentos sintomáticos para una
enfermedad o un síntoma, como por ejemplo para un dolor articular, vértigo, bronquitis
aguda, o “para el colesterol”, que pueden actuar como analgésico, placebo o de
dudosa eficacia en una gran parte de los pacientes para prevenir problemas
cardiovasculares, y algunos enfermos continúan tomándolos por largos periodos
de tiempo, incluso indefinidamente, cuando en todos los casos habría que evaluar
o renovar la indicación previa periódicamente. Si el médico no revisa
detenidamente el tratamiento del enfermo en cada visita o revisión programadas,
aunque el síntoma o la enfermedad hayan mejorado o se hayan solucionado, el
paciente puede continuar tomando el fármaco innecesariamente. Los fármacos para
disminuir el colesterol no tienen por que ser de por vida, porque las
condiciones cambian y todos los medicamentos tienen efectos secundarios
adversos. Una de las revistas médicas más prestigiosas, British Medical
Journal, publicó que el tratamiento con estatinas (fármacos anti-colesterol)
parece no ser coste-efectivo en la práctica diaria para la prevención primaria
en poblaciones de bajo riesgo de enfermedad vascular y en otra publicación se
demostraba que incrementan el riesgo de padecer diabetes.
Medicamentos que (tal vez) nunca fueron necesarios - Hoy en día es
muy difícil encontrar un enfermo crónico, con la enfermedad que sea, que no
esté tomando “protectores” gástricos. Antes se les llamaba antiácidos pero con esta
nueva denominación probablemente aumente su consumo porque las personas sin
conocimientos de medicina pueden creer que estos fármacos les resguardan de
enfermar del estómago, lo que no es verdad. Algunos médicos cuando recomiendan cualquier
medicamento añaden un protector, “por si acaso le molesta en el estómago”. Muchas
veces se prescriben sin estar indicados y estos fármacos también tienen efectos
secundarios desfavorables.
Otros fármacos que aumentan
mucho su consumo en otoño e invierno son los expectorantes, o “medicamentos
inocentes” para los neumólogos mejicanos, porque según ellos no hacen bien ni
mal sólo entretienen al enfermo. El mejor expectorante es la tos y cuando esta
es ineficiente, como sucede en las personas de edad y niños pequeños, las
flemas pasan a la vía digestiva y son eliminadas por esta misma ruta.
Los corticoides inhalados tienen
más efectos adversos que los dos grupos anteriores y también se recomiendan en
exceso. ¡Incluso un paciente me comentaba hace pocos días que se los habían
recetado para prevenir el asma! Funcionan bien en el asma pero no en otras
enfermedades bronquiales crónicas, ni por supuesto en las bronquitis agudas.
Decía el sabio Benjamin
Franklin que el mejor médico es el que conoce la inutilidad de la mayor parte
de las medicinas. Cuando hacía la especialidad en el Hospital Marqués de
Valdecilla de Santander comprobé que los mejores médicos eran los que prescribían menos en las hojas de tratamiento de los enfermos hospitalizados.
Si usted padece una
enfermedad crónica, cada vez que visite al médico pregúntele si es necesario
continuar con el o los mismos medicamentos y por qué; si queda convencido con
la explicación, pregúntele si puede reducir las dosis, y si le dice que no,
pregúntele el porqué.
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