Diario para mis nietos: 8 de abril de 2020 (miércoles Santo)









“Nuestras vidas no están en manos de los dioses, sino en manos de nuestros cocineros” (Lin Yutang)







    Valentina, Uxía, Jaime, ya hace una semana que no os escribo. No es porque no os recuerde, que sí os recuerdo y os veo todos los días por videollamadas que hacen vuestros padres. Es verdad, que menos tiempo que la abuela, que siempre es la última en colgar porque no se cansa de hablaros y veros. Os adora. Yo, también.
    El motivo de estar unos días sin escribiros es porque ando muy atareado. No sé si vosotras, Valentina y Uxía, ya hacéis la cama. Jaime, aún no puede. Yo odiaba hacer la cama. Hace muchos años, cuando la abuela estaba unos días en Zamora o en Quilmas con vuestra mamá, tu papá, Jaime, y vuestro tío César, yo nunca hacía la cama. Me acostaba subiendo la ropa, igual que como la había dejado por la mañana. Ahora, con el confinamiento por la pandemia causada por el coronavirus, tengo que hacerla todos los días. Me enseñó a hacerla la abuela solo una vez y me dijo: “a partir de hoy la harás tu solito todos los días”. Me he acostumbrado, reconozco que no era tan difícil como creía. Bueno, no sé si lo creía o lo decía para no hacerla.
    Además, también tengo que meter los platos y cubiertos en el lavavajillas después de las comidas, y lavar a mano ollas y otros utensilios que no pueden ir al lavavajillas.
    Y a las ocho de la tarde, después de aplaudir en la terraza a los profesionales sanitarios, tengo que empezar no tengo un momento de descanso en todo el día a preparar la cena. Casi todos los días hago ensalada, con una receta propia, original. Lechuga, tomate, cebolla, almendras, arándanos resecados, manzana o plátano a veces, y bonito de lata en aceite de oliva o girasol. Pero con unas cantidades que yo solo conozco de sal, aceite de oliva y vinagre que la hacen sabrosísima. La abuela ha reconocido, y eso me anima, que está mucho mejor que la que preparaba ella antes. Si no lo creéis, preguntarle. No miento. Incluso, si el confinamiento dura mucho, estoy pensando en hacerlas y prepararlas para vender online. Seguro que sería un buen negocio porque son riquísimas.
    Ah, y no solo ensalada. Anteayer, preparé un plato riquísimo para la cena. Os lo voy a decir por si lo leen vuestros padres o el tío y quieren copiarlo. Una lata de sardinillas Cortizo, que puede ser en aceite de oliva o de girasol. Se abre la lata. Las sardinillas y el aceite se echan en un plato que puede ser pequeño, pero mejor con otro debajo porque el aceite de la lata puede salirse del plato pequeño y manchar. Luego, se lava un tomate y se corta en trozos pequeños (conviene que el tomate no sea muy grande y de color obscuro verdoso, no rojo claro, porque hace mejor juego de colores con las sardinillas en conserva de la ría). Luego, se saca una cebolla, mejor fría, del frigorífico, llega con la mitad (claro, dependiendo del tamaño), se corta en trocitos pequeños y se añade a las sardinas, mezclándola con el aceite y el tomate. Este plato, creación propia, debe acompañarse con un vino Ribeiro blanco (esto no es para vosotras sino para las personas mayores), aunque también podría hacer buen maridaje creo que se dice así con un buen Albariño.
    Estas recetas son para vosotras, para que intentéis cocinarlas, mejor dicho, prepararlas, pero también convendría que se las leyerais a vuestros papás y mamás. Las primeras veces es probable que no logréis mis resultados, pero después de mucho tiempo y poniendo mucho interés lo conseguiréis. Jaime, tú todavía eres muy pequeño para intentarlo. Déjalo para más adelante. Y no le hagas caso a tu padre. Cree que es un buen cocinero, pero recuerdo alguna ensalada que preparó hace poco aquí, en Orense, y no se puede comparar con las mías. Así que guarda la receta en tu cabeza porque si tienes la memoria de tu padre no la olvidarás, para cuando puedas manejarte mejor.
    El Sábado Santo, cumpleaños de la abuela, haré una caldeirada de raya (en gallego, raia) con un rustrido de creación propia y estoy convencido que estará mejor que la que preparó ella hace dos días. Ya os diré la receta.
    Si sigo con este interés e innovando todos los días como hasta ahora, solicitaré trabajo de cocinero en el famoso restaurante Diverxo, de Madrid.





  
   


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