30-31 de marzo de 2020



“El éxito no se logra sólo con cualidades especiales. Es sobre todo un trabajo de constancia, de método y de organización” (J. P. Sergent)




    Ayer no tuve ganas de escribir. Mi amigo fue intervenido quirúrgicamente y las cosas no fueron como yo deseaba, aunque probablemente lo sean en poco tiempo. Eso espero y deseo. (Y va a ser así porque están pendientes esas revanchas que tienes que darme del parchís y degustar contigo esos vinos que trajiste de La Rioja en tu viaje reciente).
    Tampoco tengo ganas hoy, pero mi hija me pidió que siga haciéndolo después de haberme “reñido” por haber escrito que no me gustaban los chinos y que debía sacar este párrafo del escrito de los días anteriores por xenófobo. No lo saqué cuando me lo dijo. Lo hice inmediatamente después de ver dos conferencias a través de la webinar del Colegio Americano de Médicos de Tórax (chestnet.org), ), una de Chen Wang, presidente de la Academia de Ciencias Médicas de China y de la Asociación China de Tórax y ahora estacionado en Wuhan, y la otra de Jieming Qu, profesor y neumólogo de un hospital de Shangai y presidente de la Sociedad Torácica China, especializado en infecciones pulmonares y uno de los principales expertos en la acción contra el COVID-19 en Shanghai, un área metropolitana con 22 millones que se esperaba fuese la segunda área del desastre y solo tienen 400 casos y 4 muertes, explicando cómo se organizaron en sus áreas para luchar contra el COVID-19. Me sirvió para darme cuenta qué, como en cualquier otro país, los ciudadanos de esos lugares no son todos iguales en inteligencia, preparación, educación… Me quedé impresionado de lo bien y rápido que organizaron sus sistemas sanitarios para luchar contra la epidemia. Ya había oído conferencias de neumólogos chinos en congresos de Enfermedades del Tórax en Estados Unidos, por lo que no entiendo mis estúpidas palabras del día anterior. 
    Esos pueblos son otra cosa. No todo es bueno, por supuesto. Es un régimen dictatorial, donde la permisividad para consumir animales exóticos ha sido posiblemente la causa de esta pandemia, que ya habían advertido en 2007 científicos de Hong Kong. Solo hay que ver como callaron al oftalmólogo que habló de los primeros casos y que luego falleció a causa de esta infección. Ah. ¡Quién vería a la izquierda de nuestro país si esta epidemia se hubiera originado en Estados Unido de América!
    Los hospitales que crearon en Wuhan, capital de Hubei, no tienen nada que ver creo con el que nosotros hicimos en IFEMA, donde pudimos ver a médicos y enfermeras juntos (pudiendo contagiarse unos a otros), y utilizando bolsas de basura para cubrir los zapatos. Y con mascarillas quirúrgicas, no con las que ofrecen mejor protección.  
    Estamos tan acostumbrados a besarnos por menos de nada que no somos capaces de mantener las distancia de más de un metro con nuestros semejantes. Ni llevar mascarillas como hacen muchos en China, Japón y otros países, incluso antes de esta pandemia, para reducir el riesgo de contagiar a otras personas si padecemos alguna enfermedad contagiosa.
    Cuando era joven oí decir a algunos que los españoles éramos más imaginativos o intuitivos que los alemanes. Y ponían un ejemplo. Si cuando va caminando un alemán se encuentra con una pared alta se golpea contra ella varias veces intentando subirla. No se le ocurre buscar donde termina la pared para dejarla atrás, como haría un español. Qué estupidez. Los alemanes, americanos, chinos… no son menos perspicaces, pero si son o están más organizados. 
    ¡Y como funciona allí la inteligencia artificial! (no sé si se dice así). Vi como cada uno de los pasajeros de avión que llegaban a Shangai, después de haber sido cuestionados previamente, y el lugar de procedencia, se le asignaba un QR verde, amarillo o rojo. Al llegar allí, los QR rojos y amarillos eran investigados para descartar que padeciesen la infección. En países como China o Corea del Sur, está todo tan controlado que se sigue la pista de una forma eficiente a los contactos de los ciudadanos diagnosticados de esta enfermedad infecciosa causada por coronavirus, examinando grabaciones de videocámaras donde habían estado y con quien para conectarse con los ciudadanos que estaban cerca, como por ejemplo los que iban sentados a su lado en el metro o tren, para investigar si habían sido contagiados.
    En Shangai se crearon 19 clínicas o consultas para atender a los ciudadanos que presentaban fiebre y descartar esta infección. Desde allí, los positivos por coronavirus eran enviados a hospitales de diversas categorías según la severidad. En Wuhan, pensaron que era mejor tenerlos aislados en centros hospitalarios por miedo a que en el domicilio se agravaran muchos al mismo tiempo y no hubiese suficientes camas hospitalarias en UCI para atenderlos. En los hospitales, el personal sanitario va muy bien protegido para evitar los contagios de estos profesionales, fundamentales en la lucha contra esta epidemia.
    España es el primer país del mundo con el mayor porcentaje de personal sanitario contagiado. Es muy triste ver esas imágenes de los profesionales sanitarios españoles vestidos con cualquier tipo de material, incluso bolsas de basura, para mal protegerse. Esto es una muestra de que en estos casos no vale la intuición o inspiración sino la organización previa. Lo que tengas que hacer, hazlo pronto, dicen que dijo o decía San Juan Bautista. Aquí, lo que había que hacer, se ha hecho tarde y mal. En parte, porque ha sucedido en el peor momento, con uno de los peores gobiernos, o el peor, de todos los que hemos tenido desde 1978. Un gobierno Cantinflas, como le llama Luis Ventoso hoy, ya 1 de abril, en el periódico ABC, que recomiendo leer.
   
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