Diario para mis nietos, 11 de abril de 2020





“No hay secreto mejor guardado que aquel que todos conocen” (George Bernard Shaw)





    Jaime, me ha gustado mucho que le haya gustado a tu madre lo que te escribí estos días pasados. Tu padre no me dijo nada, porque, aunque creo que me quiere mucho, siempre dice, incluso delante del resto de la familia y de los amigos, que solo digo tonterías. Y estoy tan acostumbrado a que me lo diga que ya me gusta.
    Pero también me ha encantado que me escribiera tu otro abuelo, sabes, el padre de tu madre, para darme las gracias y decirme que tiene la suerte de compartirte conmigo (como abuelos, ¡eh!). Terminaba diciendo que todos mis nietos tenían la suerte de tener unos extraordinarios abuelos. Y tiene toda la razón. ¿Sabes lo que le contesté a tu abuelo de Valencia de Alcántara? Esto: «Los seis abuelos (incluía a Paco y Angelines, los otros dos abuelos de tus primas de La Coruña), tenemos unos nietos maravillosos, y en esto algo tenemos que ver también nosotros (los abuelos), ¿no te parece?»  
    Seguro que por decirte esto oirás a tu abuela de Zamora decir que soy un indiscreto. Y te lo dice ella, que aprovecha para dejarme quedar mal siempre que puede delante de tu padre, tus tíos, e incluso amigos. Pronto te contará lo que me sucedió un verano en Sanxenxo lavando un traje de baño en el lavabo del cuarto de baño. Disfruta contándolo. ¡Eso sí que es ser indiscreta!
    También recuerdo que me dijo ayer tu madre que tu tía Ali se había emocionado al leer algo que había dicho de ella en alguno de los escritos anteriores. Por lo mucho que nos había ayudado, cuando fuimos a verte a la UCI pediátrica del Hospital Gregorio Marañón y enfermó tu abuela Gloria. Tú no te acuerdas, pero estuviste malito. Y cuando le contaba esto ahora a tu abuela, me dijo que no solo ella sino también Alex, su marido. Tu tía Ali hoy, sábado de Gloria, trabaja. No sé si sabes que es médica y que estamos pasando en España una pandemia terrible causada por coronavirus. Por eso le dijimos a tu madre que le dijera que tuviera mucho cuidado para no contagiarse con este virus que llegó a Europa procedente de China (no digo nada más porque luego tu otra tía, Xiana, me riñe). No soy de rezar, pero ayer lo hice. Recé un padrenuestro para que no se contagie hoy tu tía Ali.  
    Jaime, tienes unos padres, tíos y abuelos maravillosos. Has tenido mucha suerte (dirá tu abuela, ¿por qué le dices eso a Jaime, si para ti la suerte no existe?). No sé si es suerte, pero ya te lo dije otra u otras veces: no creo que otros niños hayan tenido la suerte, o lo que sea, de nacer en una familia tan maravillosa, exceptuando a tus dos primas de La Coruña. Te estoy hablando muy en serio.
    Tus primas llevan muy bien el confinamiento desde hace un mes en La Coruña porque viven en un piso alto, con una terracita. Estos días pasados hizo sol allí y estaban en la terraza con gafas de sol y trajes de baño. Parecían dos vikingas suecas, como dijo Paco, su otro abuelo. Enseguida nos corrigió Xiana, tu tía, para decirnos que no son suecas sino vikingas, como dicen ellas.  
    Ayer por la tarde estábamos viéndonos todos por videoteléfono y le dijimos a Valentina y Uxía que te dijeran algo. Uxía ni caso. Tampoco nos suele hacer mucho caso a los abuelos. Valentina dijo que no te decía nada porque no la entenderías y no hablas. No le dije nada, pero pensé que pronto la entenderás. Tu padre le dice, a quién quiera oírle, que eres superdotado. No sé en lo que se basa. No sé si será por el peso, altura, tamaño de tu cabeza y guapo, que en todo esto sí lo eres.
    Te pareces en los brazos y piernas a Popeye, el que comía muchas espinacas, aunque creo que tenía más músculo que tú. Tal vez sea porque todavía no comes espinacas. El alimento tan rico que te da tu mamá no crea mucha musculatura y además haces poco ejercicio. Espero que no te hayas enfadado por la comparación. No dejes que tu padre lea este párrafo.
    Valentina y Uxía no están gorditas como tú, pero es normal. Ya las ves cuando tu padre conecta por video a la familia. Casi siempre están cantando y bailando, o saltando por encima de las camas y los sillones, o corriendo por casa... Por eso no están gorditas.    
    Había terminado aquí el diario de hoy. Después, cuando estaba haciendo la comida ya os conté el otro día que se me da muy bien cocinar me acordé qué tenía que contaros otras cosas, pero ahora, muy poco después no recuerdo lo que era.



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