Solo para ti, Uxía




“La belleza para ser agradable tiene que ser ignorada” (San Francisco de Sales)




    Más de una vez tu madre y tu abuela me han echado en cara que te escribo muy poco, mejor dicho, nada, en comparación con las muchas cartas que le escribí a tu hermana Valentina. En la única carta que te escribí ya te decía que a la novedad siempre se le presta más atención, aunque luego eso puede cambiar. Y ha cambiado.
    Creo que es así. Porque, sabes, desde que naciste siempre me gustó tu seriedad hasta que empezaste a reírte. ¡Cuánto disfruté el día que veníamos toda la familia de comer de una parrillada en La Coruña, donde tú estuviste durmiendo casi todo el tiempo mientras comimos, pero luego en la calle, cuando te llevaba en el carrito y despertaste, comencé a reír a carcajadas y tú hacías lo mismo! ¡Cómo te reías! ¡Cómo me gustó! ¡Me encantaste! A partir de ese día comenzaste a reír mucho más. Si te miraba y te reía, tú te reías. Reían también y bailaban contigo tus grandes, bonitos y avispados ojos.
    Me gusta mucho ver como juegas y gateas en la alfombra, y te pones de pie asiéndote a los cojines del sillón de tu casa o de la nuestra. Acabaste de conquistarme del todo el día que, en Orense, después de estar jugando contigo en el salón, salí de casa para irme y te pusiste a llorar. Al abrir de nuevo la puerta y verme dejabas de llorar.
    Cuando he comenzado a escribirte acababa de verte por FaceTime. Y al verme, comenzaste a reír, bueno, tal vez también te reíste antes al ver a tu abuela. Tus avispados ojos casi son más grandes que el hueco que ocupan, y su color azul grisáceo oscuro es precioso. Tienes ya mucho pelo. Se está aclarando hacia el color rubio y tu madre te lo levantaba para que viéramos esa frente tan amplia, tan bonita. He oído decir alguna vez que la amplitud de la frente se relaciona directamente con la inteligencia. Seguro que tú no alteras esa regla.     
    Ya sabes, tus dos familias siempre te quieren imitar con la suya. Tu abuela materna decía -ahora ya lo dice menos- que eres igual que tu madre. Yo siempre dije, y digo también ahora, que te pareces a tu padre. Y me encanta que sea así. Porque tu padre es muy inteligente; bueno, tu madre también lo es, y trabajador (tu madre también) y eso para mí, y seguro que también lo acabará siendo para ti, si ya no lo es ahora, es lo más importante que puede heredar un niño de sus padres. Porque si eres inteligente y trabajadora, es muy probable que también seas una buena persona y esto te adornará aún mucho más.   
    Tus padres han decidido bautizarte en el pueblo donde nació tu abuela materna y me ha alegrado mucho. Tu madre se bautizó donde yo había nacido, en El Pindo (La Coruña). Porto de Sanabria, en Zamora, está a más de 1200 metros de altura. Ya estuviste hace poco y seguro que pasaste mucho frío, aunque aguantaste como una valiente en aquellos días de nieve. Te vendrá bien para hacerte fuerte y dejar de tener tantos resfriados, con mocos y tos, como estás sufriendo por culpa de tu hermana, que es quien te los contagia. La pena es que no podrá asistir tu bisabuela materna, también nacida allí.
    Como ahora no me vas a leer me permito hacerte unas recomendaciones para cuando puedas hacerlo. Vas a ser muy guapa e inteligente; no presumas de ello. Sé sincera, solo cuando sea necesario. Alguien dijo que la sinceridad es la antesala de la mala educación. Siempre me gustó la diplomacia de los ingleses y ese dicho, que a mí me critica tu madre y tu abuela por no cumplirlo, a pesar de recomendarlo, si callas lo que no estás obligada a decir, ganarás siempre. Estudia mucho y no te aburras de la rutina que te impondrán tus padres cuando seas niña. Te vendrá muy bien para cuando seas mayor. Y aunque no haga falta recordártelo, porque ya lo haces muy bien ahora, “se consigue más con la sonrisa que con la espada”, dijo Shakespeare. Obedece a tus padres, aunque a veces creas que no tienen razón, o aunque no te expliquen por qué cuándo te ordenen algo. He oído hace algunos años a un reputado neurólogo sevillano que trabajó en un famoso hospital americano, que se demostró que al cerebro de los niños les viene muy bien cumplir órdenes de sus padres sin necesidad de darles una razón por lo que tienen que hacerlo. ¡Ah! Una última recomendación, que ya se me olvidaba, que señaló Indira Gandhi y con la que estoy seguro está de acuerdo toda tu familia: “un día mi abuelo me dijo que hay dos tipos de personas: las que trabajan, y las que buscan el mérito. Me dijo que tratara de estar en el primer grupo: hay menos competencia ahí”.
    Uxía, tu abuela y yo no paramos de decir que eres maravillosa y que esa sonrisa única te hace aún más maravillosa. Y no lo decimos sólo nosotros. Lo dicen tus padres, tus otros abuelos -no sé si cuando me leas se tendrá que decir tu otro abuelo y abuela- y también José María, el marido de Isabel, la prima de tu abuela, que te tuvo en el colo cuando estuvimos en Porto en diciembre de 2016, y dijo que eras muy maja y muy alegre.
    En las últimas fotos que nos envió tu madre estás preciosa. Mejoras de día en día, lo que ya parecía imposible. En el último video que te hicieron en el columpio, estás guapísima, y riéndote y moviendo las patitas como si supieras lo que hay que hacer para volar más alto. Ojalá vueles muy alto también cuando seas mayor.
    En unos días recibirás el bautismo, acompañada de toda la familia y con dos padrinos maravillosos: tu abuela paterna y tu tío materno. ¡Felicidades, muñequita! ¡Cuánto te queremos todos! Te lo mereces. Eres insuperable, encantadora.

Postdata: Uxía, le di el borrador a leer a tu abuela y no le gustó esta carta como las que le escribía a tu hermana. ¿Sabes por lo que debe ser? Porque Valentina estaba gran parte del día moviendo las patitas y soplando, haciendo ruido con los labios, gesticulando casi continuamente para hacernos reír. Tú eres más seria. Y alguien dijo que todas las cosas deben tomarse seriamente. Pero luego te ríes, y nos cautivas.




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