28-29 de marzo de 2020








“No hay nada permanente en este malvado mundo, ni siquiera nuestros problemas” (Charles Chaplin)







    Me levanté temprano porque tenía que tirar la basura y salir a comprar a Mercadona. Aunque Gadis es gallego, y también compramos la mayor parte de las veces, ahora, con la cuarentena me da la impresión qué Mercadona está mejor organizado y es más amplio el local, y eso evita que tengas que estar cerca de otras personas en la frutería, por ejemplo, para comprar. Me gustó que la cajera me dijera que tenía que estar separada de mí, y que no podía, por este motivo, ayudarme a llenar la misma bolsa. ¡Pagué casi 100 €! Y sin ingresar un duro desde hace más de dos semanas. Encontré en el súper a un celador amigo del hospital. Se acercó y me separé. Le dije que había que tener cuidado y no acercarse mucho. Me contestó que tiene más riesgo en el hospital y que no pasa nada. Es un buen celador, mejor persona, pero un poco imprudente. Me dio la impresión de que conoce poco a este malvado enemigo microscópico.
    Pregunté en la perfumería por alcohol y no había. Y por el famoso desinfectante de manos de Mercadona y sacó de un cajón uno. Me dijo la dependienta que solo vendían uno por persona. Ceo que compré todo lo que me había pedido mi mujer. Había puesto también judías, pero las borró del papel. Me dijo que lo había hecho porque no se fiaba de lo que le iba a traer. Vi unos paquetes de judías, pero no me atreví a cogerlo por miedo a la bronca que me podía echar si las judías no fuesen de su agrado. Cada vez le tengo más miedo. No, no a las judías. A mi mujer.
    Al llegar con la mercancía a casa limpiamos cada uno de los productos con agua y lejía. Esperamos haberlo hecho bien, aunque lo mejor sería que ninguna de las compras tuviera coronavirus en su exterior. Imagino que si está malvado microscópico dentro de algún alimento no nos infecte al comerlo. ¿Por qué nos quiere tan mal? ¿No pueden los investigadores microbiólogos ofrecerle prebendas para que disminuya su maldad, se haga más bueno?
    César compró ayer por la tarde en el súper del Corte Inglés por la noche. Espero que haya tomado todas las precauciones al llegar con la mercancía a casa. En China, incluso limpian el dinero con desinfectante. Eso quiere decir que este maldito bichito está en todas partes. Por eso la importancia de lavar las manos con jabón o alcohol cada poco, porque es difícil que evitemos llevarlas a la cara en algún momento de despiste. 
    Ahora, ya es domingo, 29 de marzo de 2020. No se oye nada en la calle. Solo cada media hora pasa un autobús. Hace sol y frío. Como echo de menos salir a caminar antes de las 7 de la mañana al lado del Río Miño. No sé el tiempo que pasará antes de que pueda hacerlo.
    Leo las noticias de los periódicos digitales y no tengo duda que el bichito nos ha atacado en el peor momento. Con el peor gobierno imaginable. Me parecen unos incapaces casi todos los miembros de este gobierno. El más incapaz, el jefe. Es bien parecido, pero, como decía mi suegro, los hombres se deben medir o se miden desde el cuello para arriba. Y como persona, no me parece de fiar. Mi suegra me diría que por la cara no es buena persona. Yo también creo que es una mala persona, que quiere acabar con la monarquía y el régimen constitucional del 78 que nos hemos dado los españoles, que oculta sus intenciones que no son mejores que las de su vicepresidente y que se comporta ya como un dictadorzuelo. Me va a reñir mi hija por hablar de política.
    Ya es por la tarde de este domingo que, por el cambio de hora, ahora a las 8 de la tarde aún es de día. Estos días los periódicos no hablan de como nos afecta en la cabeza el cambio de hora. Porque nadie leería eso. Bueno, va a durar una hora menos la cuarentena. No se les ocurrió.
    Acaba de ingresar en el hospital mi queridísimo amigo, para sufrir una intervención quirúrgica delicada. Me dijo por la mañana que rezara un padrenuestro por él. Ni recuerdo cuando fue la última vez que lo hice. Pero lo haré esta noche, puedes estar seguro. Decía Benjamin Franklin que un padre es un tesoro, un hermano es un consuelo y un amigo es ambos.
    Pronto nos llamará el hijo más familiar, el que más se parece al padre y al hermano de mi mujer. Me encanta que haya heredado esto de ellos. Los otros dos, distintos, familiares de otra forma, no son menos maravillosos.
    No puedo hablar de mis nietos. O sí. Sería imposible que hubieran nacido más vivos y bonitos que estos tres artistas.

   
   




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