Pacientes polimedicados
"Sólo nos
diferenciamos de los animales en una cosa, que a ellos no les gusta tomar
medicamentos" (Oscar Wilde)
Hace poco publicaba aquí
mismo un artículo titulado 'Antes de iniciar el tratamiento médico', y terminaba
con una serie de recomendaciones para no acabar siendo un paciente polimedicado
como tantos otros.
La mayoría de los
enfermos polimedicados son pacientes crónicos, casi siempre con más de una
dolencia y que visitan mucho al médico. Asiduamente comento con los pacientes
que la buena evolución de muchas enfermedades crónicas se relaciona más con las
recomendaciones no farmacológicas del médico -comer poco, caminar mucho, no
fumar y tomar pocas bebidas alcohólicas- que con las farmacológicas. Y casi
siempre acabo refiriéndoles el ejemplo del sacerdote que acompañaba a su amigo
con enfermedad pulmonar crónica tabáquica, al que yo le estaba diciendo que su
dificultad respiratoria mejoraría más adelgazando que con todos los sprays que
se le prescribiesen. El sacerdote dijo, 'padecía diabetes e hipertensión
arterial, pesaba 130 kilos, tomaba dos medicamentos para controlar la presión
arterial y ponía más de 50 unidades de insulina al día; en un año y medio pasé
de los 130 a
80 kilos caminando de 12 a
20 kilómetros
al día y comiendo menos -se engorda por la boca no por las piernas, esto no lo
dijo él- y ya no tomo pastillas ni me pincho insulina porque ahora mis cifras
de presión arterial y glucosa son normales.'
En mi opinión, entre los
pacientes polimedicados hay unos que toman medicamentos en dosis superiores a
las necesarias, hay otros que toman medicamentos que necesitaron y ahora ya no
precisan y hay algunos que toman fármacos que tal vez nunca necesitaron.
Medicamentos en dosis superiores a las necesarias - Cuando pregunto a los enfermos crónicos desde cuando están tomando esa dosis de alguno de los medicamentos, muchos responden que siempre tomaron la misma porque van al médico a pasar la revisión y a buscar recetas, y pocas veces o ninguna se les ha explicado por qué tienen que seguir tomando los mismos medicamentos y por qué no pueden reducir las dosis.
Medicamentos en dosis superiores a las necesarias - Cuando pregunto a los enfermos crónicos desde cuando están tomando esa dosis de alguno de los medicamentos, muchos responden que siempre tomaron la misma porque van al médico a pasar la revisión y a buscar recetas, y pocas veces o ninguna se les ha explicado por qué tienen que seguir tomando los mismos medicamentos y por qué no pueden reducir las dosis.
En muchas enfermedades
crónicas se pueden disminuir las dosis de los medicamentos. Un ejemplo es el
asma bronquial. En muchos pacientes es posible reducir las dosis de los
corticoides inhalados cuando mejora la inflamación asmática de los bronquios y
en algunos incluso recomendárselos 'a demanda', es decir cuando los precisen. Y
así, sin empeorar el control del asma, se reducen los efectos adversos de estos
fármacos. Otro, la hipertensión arterial. Si un paciente con hipertensión
arterial en tratamiento farmacológico disminuye de peso si era obeso, come sin
sal si antes no la hacía y hace más ejercicio físico, necesitará dosis menores
de fármacos antihipertensivos e incluso podría no precisarlos.
Medicamentos que ya no son necesarios - En ocasiones a los enfermos
se le prescriben medicamentos sintomáticos para una enfermedad o un síntoma,
como por ejemplo para un dolor articular, vértigo, bronquitis aguda, o 'para el
colesterol', que pueden actuar como analgésico, placebo o de dudosa eficacia en
una gran parte de los pacientes para prevenir problemas cardiovasculares, y
algunos enfermos continúan tomándolos por largos periodos de tiempo, incluso
indefinidamente, cuando en todos los casos habría que evaluar o renovar la
indicación previa periódicamente. Si el médico no revisa detenidamente el
tratamiento del enfermo en cada visita o revisión programadas, aunque el
síntoma o la enfermedad hayan mejorado o se hayan solucionado, el paciente
puede continuar tomando el fármaco innecesariamente. Los fármacos para
disminuir el colesterol no tienen por que ser de por vida, porque las
condiciones cambian y todos los medicamentos tienen efectos secundarios
adversos. Una de las revistas médicas más prestigiosas, British Medical Journal,
publicaba hace algún tiempo que el tratamiento con estatinas (fármacos
anti-colesterol) parece no ser coste-efectivo en la práctica diaria para la
prevención primaria en poblaciones de bajo riesgo de enfermedad vascular y en
otra publicación se demostraba que incrementan el riesgo de padecer diabetes.
Medicamentos que (tal vez) nunca fueron necesarios - Hoy en día es
muy difícil encontrar un enfermo crónico, con la enfermedad que sea, que no
esté tomando 'protectores' gástricos. Antes se les llamaba antiácidos, pero con
esta nueva denominación probablemente aumente su consumo porque las personas
sin conocimientos de medicina pueden creer que estos fármacos les resguardan de
enfermar del estómago, lo que no es verdad. Algunos médicos cuando recomiendan
cualquier medicamento añaden un protector, por si acaso. Muchas veces se
prescriben sin indicación clara y estos fármacos también tienen efectos
secundarios desfavorables.
Otros fármacos que aumentan mucho su consumo
en otoño e invierno son los expectorantes, o medicamentos llamados inocentes
por los neumólogos mejicanos porque según ellos no hacen bien ni mal, pero
entretienen al enfermo. El mejor expectorante es la tos y cuando esta es
ineficiente, como sucede en las personas de edad y niños pequeños, las flemas
pasan a la vía digestiva y son eliminadas por esta misma ruta.
Los corticoides
inhalados tienen más efectos adversos que los dos grupos anteriores y también se
recomiendan en exceso. ¡Incluso un paciente me comentaba hace pocos días que se
los habían recetado para prevenir el asma! Funcionan bien en el asma, pero no
en otras enfermedades bronquiales crónicas ni por supuesto en las bronquitis
agudas.
Decía el sabio Benjamin
Franklin que el mejor médico es el que conoce la inutilidad de la mayor parte
de las medicinas. Cuando hacía la especialidad en el Hospital Marqués de
Valdecilla de Santander comprobé que los mejores médicos eran los que escribían
menos en las hojas de tratamiento de los enfermos hospitalizados.
Si usted padece una
enfermedad crónica, cada vez que visite al médico pregúntele si es necesario
continuar con el o los medicamentos y el porqué. Si queda convencido con la
explicación, pregúntele si puede reducir las dosis. Si le responde que no,
pídale que le aclare el motivo.
www.clinicajoaquinlamela.com
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