Neumonía
“La enfermedad es el enemigo, el mayor patrimonio es la salud”
(Severiano Ballesteros)
Suena el teléfono y en la pequeña pantalla de la Blackberry leo
Residencia San José. Subo enseguida para allí. Son las nueve de la noche.
Ella, de 87 años, está en la cama, con la frente caliente y esos ojos azules
preciosos de “viva” que siempre tuvo y aún conserva. Me mira y se sonríe. Me
dice sor Mariana que unas horas antes tuvo dolor de barriga y vómitos, y luego
fiebre de 38 grados. Le pregunto como se encuentra y me responde, “bueno, doime
todo o corpo”. Respira treinta veces por minuto. Le pregunto si tiene dolor en
el pecho y de nuevo me contesta que le duele todo. El pulsioxímetro muestra una
saturación de oxígeno de 83% y 90 latidos por minuto al poner la pinza en un
dedo de su mano. Con el fonendoscopio escucho crepitantes, ruidos similares al
que se obtiene al rozar unos pelos con otros entre el pulgar y el segundo o
tercer dedo, por los dos hemitórax. Al terminar de auscultarla me pregunta si
soy médico y a continuación si se va a morir. Le digo que sí, que lo soy, y le respondo
con otra pregunta, ¿queres morrer? “Non, non quero morrer, pero si Dios o
quere, terei que morrer”. La enfermera que está al borde de la cama le pregunta
si me conoce. Responde que no pero a continuación dice, “e meu, quérolle muito”.
Me doy cuenta, al mismo tiempo que miro su bonita y arrugadísima cara, que mi
compasión es mayor de lo habitual, porque también la quiero muchísimo.
Sospecho
que María, además de la demencia senil, tiene neumonía bilateral, una infección en los dos
pulmones. La neumonía o pulmonía es una enfermedad seria, y más seria aún en
las personas ancianas y los que tienen problemas médicos subyacentes tales como
enfermedad cardiaca congestiva, diabetes y enfermedad pulmonar crónica
tabáquica. Es más común durante los meses de invierno, y ocurre más a menudo en
fumadores y en pacientes que toman medicamentos que deprimen la inmunidad,
vulgarmente “defensas”, como los corticoides.
La boca y el tracto
respiratorio están constantemente expuestos a microorganismos cuando el aire es
inhalado a través de la nariz y de la boca. Sin embargo, las defensas
corporales son habitualmente capaces de prevenir la entrada de microorganismos
y la infección de los pulmones. Estas defensas incluyen el sistema inmune, la
forma especializada de la nariz y faringe, la capacidad para toser, y unas
estructuras finas filiformes de los bronquios llamadas cilios. La neumonía adquirida
en la comunidad se desarrolla cuando los mecanismos de defensa no son los
adecuados o los microorganismos son particularmente poderosos. También se puede
enfermar de neumonía por aspiración de gérmenes de la cavidad bucal, y esta
forma sucede sobre todo en personas que ingieren muchas bebidas alcohólicas y/o
tienen descuidada la higiene dental.
Los síntomas de neumonía incluyen
dolor torácico, dificultad respiratoria (disnea), dolor al respirar, aumento de
la frecuencia respiratoria y cardíaca, nausea, vómito, diarrea, y tos con
producción de esputo amarillo o verdoso; en ocasiones el esputo está teñido de
sangre. La mayor parte de las personas tienen fiebre (temperatura mayor de
38º), aunque las personas mayores tienen fiebre menos a menudo. Puede haber escalofríos,
y un cambio en el estado de conciencia (razonamiento no claro, confusión). En
la neumonía por aspiración de gérmenes de la boca el comienzo suele ser menos
brusco, más lento e insidioso.
La neumonía es diagnosticada
comúnmente con una historia médica completa y un buen examen físico, así como
con una radiografía de tórax. La necesidad de otras pruebas depende de la
severidad de la enfermedad y el riesgo de complicaciones.
Las características de la
neumonía son diferentes de las de la infección respiratoria más común, la bronquitis
aguda. La bronquitis habitualmente no causa fiebre, normalmente está causada
por un virus y no requiere tratamiento con un antibiótico.
Trasladamos a María en ambulancia
a un centro hospitalario. En la radiografía de tórax tenía opacidades difusas
por ambos pulmones y en el análisis de sangre el número de glóbulos blancos
(leucocitos) estaba elevado. Se instauró tratamiento antibiótico con un
derivado de la penicilina y cuatro días después fue dada de alta hospitalaria.
María no protestó como lo hacen a veces otros pacientes y sus familiares cuando
queremos darles el alta hospitalaria. Solo decía, “o millor xa era morrer,
porque non valgo para nada; eu quería ser una muller coma outras, que adiantara
a labor” (lo mejor ya era morir, porque no valgo para nada; yo quería ser una
mujer como otras, que adelantara el trabajo).
Muchos pacientes con neumonía pueden
ser tratados en el domicilio con un antibiótico oral. Algunos pacientes con
criterios de mayor gravedad o aumento del riesgo de complicaciones son tratados
en el hospital. Los pacientes con neumonía u otras enfermedades deben estar
hospitalizados hasta que son diagnosticados, cuando la situación de gravedad
aconseja hacer el diagnóstico con el enfermo ingresado, o para ser tratados
hasta que pueda seguir haciéndose el tratamiento con la misma seguridad en el
domicilio, y no hasta que la dolencia esté totalmente curada. Si se hiciese
así, cómo a veces exigen los familiares de los enfermos, no habría camas que
llegasen para los pacientes que necesitan ser internados todos los días.
Además, los pacientes hospitalizados deben reintegrarse a su medio familiar
habitual lo antes posible.
Fui a visitar a María al día
siguiente por la mañana. Estaba sentada, pegada a la mesa redonda donde come,
con los brazos cruzados y la cabeza apoyados sobre el tablero. El pelo blanco y
la ropa eran lo único visible. Le levanto la frente y enseguida me dice lo
mismo de otras veces: ¡Uy, que man tan fría tés! Déixame dormir. Le enseño un
caramelo y le pregunto si lo quiere. Como no o vou a querer, responde. Pasa por
allí una señora, familiar de otra anciana residente, y le pregunta: María, ¿quén
e este home? Y ella le dice: E o meu fillo.
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