La mentira

“No enseñéis a los niños nada de lo que
no estéis absolutamente seguros. Mejor que ignoren mil verdades que no que
conozcan una sola mentira” (John Ruskin)
Decía Albert Einstein que las tres cosas
que siempre había perseguido eran la belleza, la bondad y la verdad. Todas
ellas han sido tratadas, mal o bien, en este blog. Hoy hablaremos de la
mentira, de no decir la verdad.
Desde muy pequeños oímos decir a nuestros
padres: “no mientas, dinos la verdad”, cuando habíamos hecho algo incorrecto,
como llegar tarde a casa o haber gastado el dinero que nos habían dado en algo
improcedente. Y ya comenzamos a conocer lo que era la mentira o no decir la
verdad.
Más tarde, también pudimos haber mentido a
nuestra chica o chico al no decir la verdad sobre nuestra pasada historia amorosa,
cuando nos lo preguntaba. Tal vez tampoco tenía mucha importancia, pero
seguíamos mintiendo, no diciendo la verdad.
Y esta "costumbre", sobre todo en
los países latinos, lamentablemente la seguimos manteniendo de mayores. Digo en
los países latinos, porque en los países anglosajones mentir no es pecado
venial como aquí sino algo imperdonable.
Recuerdo mi extrañeza cuando acudí por
primera vez a un congreso en EEUU y vi como los médicos americanos decían la
verdad cuando cumplimentaban la encuesta post-congreso marcando solo las
charlas o sesiones a las que habían asistido, que después entregaban para
obtener puntuaciones en formación continuada para su currículo. Me extrañó, porque
me parecía muy fácil marcar más sesiones de las que habían asistido. Eso mismo
le sorprendió a un médico amigo, también español, unos años más tarde. Y me
dijo, si esto mismo se hiciese en España sería raro encontrar un médico que
solo marcase las charlas a las que había asistido. Más tarde, un médico que
había hecho la especialidad en un hospital americano me aclaró que lo hacen
así, que no mienten, porque allí si te cogen en una mentira pierdes totalmente
la credibilidad, la confianza. Aquí, en los países latinos, mentir se considera
pecado venial, intrascendente. Lo vemos todos los días en la mayor parte de los que se dedican a
la política.
Un amigo me decía cuando éramos jóvenes:
“imagina que te encuentra tu novia con otra chica en la cama; tienes que
decirle que no eres tú, tienes que negarlo”. No lo entendía. Le dije que eso no
era mentir sino hacerse el loco.
Anatole France escribió que solo las
mujeres y los médicos saben cuán necesaria y bienhechora es la mentira. Si
estamos de acuerdo con este escritor francés, entonces podemos consentírsela a
los médicos y a las mujeres.
Todos conocemos personas que cuentan muchas
mentirijillas para hacerse importantes, para que les consideremos más de lo que
son, y se las perdonamos porque realmente no tienen importancia.
En todas las campañas electorales oímos muchas, muchas mentiras, aunque "cubriéndole el rostro para que parezca
verdad, disimulando el engaño y disfrazando los designios", como señaló muy bien,
acerca de los políticos, Diego de Saavedra Fajardo. Al terminar las campañas siguen mintiendo.
No sé si como conclusión o como lo que sea,
creo de verdad que se camina mejor por la vida y se duerme más tranquilo
diciendo siempre la verdad. Salvo los políticos, que duermen igual de bien mintiendo todos los días.Y
Decía Einstein que la única forma de influir en nuestros hijos es con el ejemplo. Por eso, no les mintamos nunca. Termino con un proverbio judío: "Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanza de volver".
Decía Einstein que la única forma de influir en nuestros hijos es con el ejemplo. Por eso, no les mintamos nunca. Termino con un proverbio judío: "Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanza de volver".
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