Dolor torácico
“No os espante el dolor, o tendrá fin o acabará con vosotros” (Séneca)
En el tórax están los pulmones cubiertos
por las pleuras, el corazón, el pericardio, la aorta, el esófago, el mediastino
(espacio entre los pulmones que contiene ganglios linfáticos, arterias, venas y
nervios), los músculos, las costillas y la columna vertebral dorsal. Los
trastornos de cualquiera de estos órganos pueden causar dolor torácico.
Los pulmones no duelen. El dolor por enfermedad pulmonar está causado habitualmente por afectación de las pleuras o de los ganglios del mediastino.
Los pulmones no duelen. El dolor por enfermedad pulmonar está causado habitualmente por afectación de las pleuras o de los ganglios del mediastino.
El dolor torácico de causa pulmonar suele tener características
pleuríticas. El dolor pleurítico se caracteriza porque el dolor se intensifica
con la respiración y con la tos. También los cambios posturales, como sucede
con el dolor torácico de origen muscular, pueden aumentar el dolor pleurítico.
La pleura más externa o parietal tiene una enorme sensibilidad nerviosa, y la
inflamación u otro tipo de lesión de la misma es la causa del dolor pleurítico.
En ocasiones la enfermedad pulmonar puede afectar a los ganglios linfáticos del
mediastino, como sucede a veces en el cáncer de pulmón o en algunas
infecciones; en otras, la enfermedad puede originarse en los propios ganglios
mediastínicos, como sucede en la sarcoidosis o linfoma. En estos casos el dolor
torácico puede localizarse detrás del esternón, ser intenso y opresivo, y no
modificarse con los movimientos respiratorios.
Otro tipo de dolor pleurítico, más frecuente, es el causado por enfermedades
que se originan primariamente en la pleura, como sucede en el neumotórax
(entrada de aire entre las dos cubiertas pleurales, la visceral que recubre el
pulmón y la más externa o parietal, formando una cavidad aérea), inflamación
pleural de causa infecciosas o no infecciosa, infiltración pleural por tumor primario
de la pleura-el mesotelioma es el tumor primario más frecuente de la
pleura, que suele estar relacionado con la exposición al asbesto- o metastásico,
es decir aquel tumor pleural que tiene su origen en otro órgano o sistema
corporal –el pulmón y la mama son los tumores que metastatizan con mayor
frecuencia en la pleura.
El dolor de pared costal o muscular puede tener características
pleuríticas y modificarse, aumentar o disminuir, con las diferentes posiciones
corporales.
El dolor torácico de origen cardiaco suele ser opresivo y puede
irradiarse a los brazos, al cuello o al hombro. Puede ceder en pocos minutos,
acompañarse de sudoración y relacionarse con el esfuerzo. El dolor que se
origina en la aorta puede ser también opresivo y muy intenso; un ejemplo de
este dolor intenso, que suele “atravesar” el tórax de delante atrás, es el
aneurisma disecante de la aorta, trastorno especialmente grave porque amenaza
la vida y en el que es muy importante el diagnóstico precoz. El dolor
pericárdico, puede tener características pleuríticas, además de opresivo.
El pericardio es la serosa que recubre el corazón.
El dolor torácico de origen esofágico puede localizarse en la parte
posterior del tórax y tener relación con la ingesta.
El dolor torácico causado por meteorismo (“gases”) intestinal o
gástrico, puede ser intenso y causar problemas diagnóstico con el dolor de
origen cardiaco.
Antes de recomendar tratamiento para el dolor es muy importante diagnosticar
la causa del mismo. Aún hoy, a pesar de todos los grandes avances, los
médicos pueden tener enormes dificultades para diagnosticar la causa de dolor
torácico en algunos pacientes. Y también, aún hoy, una detallada historia
clínica o entrevista al paciente sigue siendo lo más importante a realizar por
el médico para alcanzar un buen diagnóstico etiológico del dolor
torácico.
Consejos o Recomendaciones
1. Si presenta dolor torácico consulte
al médico. No piense lo que muchos piensan: “A ver si pasa... o ya pasará”. Lo
más importante de cualquier dolor torácico es conocer, lo antes
posible, la causa.
2. No hay relación directa entre
intensidad del dolor y severidad del trastorno que lo causa. El umbral del
dolor es diferente para cada una de las personas y no disponemos hasta el
momento de ningún aparato para medir la intensidad o escala del dolor, como podemos
“medir” o conocer el grado de temperatura.
3. De al médico toda la información
sobre las características de su dolor: inicio; intensidad; tipo; relación o no
con las comidas, cambios posturales, esfuerzo o respiración; frecuencia;
irradiación; otros síntomas acompañantes; como aumenta o se alivia; antecedente
de dolor de similares características, y si existió, cual fue el diagnóstico y
como se solucionó, etcétera.
4. Si el médico necesita realizar más
pruebas de las habituales para conocer la causa del dolor, comparta las
decisiones con él después de solicitarle las explicaciones que necesite. Usted
es el principal implicado e interesado en la mejor solución del problema, y las
decisiones compartidas entre el médico y el paciente pueden ser las mejores
decisiones.
5. Antes de comenzar el tratamiento
pídale al médico que le explique la causa del mismo y que le dé un informe
escrito con el diagnóstico.
6. No es excepcional que el médico,
incluso después de realizar muchas pruebas diagnósticas, siga desconociendo la
causa del dolor torácico. En este caso, si tiene confianza en él, siga sus
recomendaciones. Si no tiene confianza en el médico, puede ser conveniente
consultar con otro médico.
7.
En matemáticas 2+2 siempre son 4 porque todos los números 2 son iguales. La
medicina no es igual a las matemáticas, porque ni los síntomas ni los pacientes
son iguales.
“El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro” (Concepción Arenal)
“El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro” (Concepción Arenal)
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