Obligados a entendernos


“Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá” (Horacio)

 

    Así titularon los organizadores a las VI Jornadas Nacionales de SEDISA (Sociedad Española de Directivos de la Salud) que se celebraron en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña los días 14 y 15 de noviembre de 2011. En ellas participaron, entre otros, muchos directores gerentes y jefes de servicio de distintos hospitales españoles.

    La última de las cuatro páginas del programa estaba ocupada casi totalmente por el nombre de quince laboratorios farmacéuticos y empresas de tecnología médica que figuraban como colaboradores, y debajo de la página, mucho menos destacado, dos organismos oficiales que apoyaban las jornadas, la Gerencia Gestión Integrada del Servicio Gallego de Salud de A Coruña y la Consejería de Sanidad de la Junta de Galicia.

    Cuando examiné la portada y la última página del programa lo primero que pensé fue que el título se refería a la obligación de entenderse entre los gerentes de los hospitales y las compañías farmacéuticas y tecnológicas. Luego, cuando reconocí los ponentes de las charlas, pensé que querrían referirse al entendimiento que debería existir entre los servicios médicos y los gerentes de los hospitales. No sé.

    Pero, en cualquier caso, estoy seguro que los gastos de los desplazamientos de los ponentes y la cena de clausura en el Pazo de Vilaboa fueron financiados por los colaboradores destacados en la última página.

    A usted puede parecerle normal que los proveedores de material farmacéutico y tecnológico a los hospitales colaboren, en agradecimiento, abonando los gastos de este tipo de reuniones. A mí no.

    Los gastos de marketing de las compañías farmacéuticas y tecnológicas médicas proveedoras son repercutidos después en los precios finales de sus productos cuando los negocian con las gerencias de los hospitales. Y sería mucho más decoroso que las autoridades sanitarias corriesen con los gastos de las reuniones que sirvan para algo de sus trabajadores, sin necesidad de cenar en el Pazo de Vilaboa, claro, con lo ahorrado al negociar con las empresas farmacéuticas y tecnológicas las compras necesarias No creo que las reuniones de los directivos de Mercadona, por poner un ejemplo, sean financiadas por los distintos suministradores de alimentos u otros productos de sus supermercados, porque esto no sería bueno para una negociación posterior con vistas a conseguir los mejores precios de los productos ofertados.

    Además, las autoridades de las distintas consejerías sanitarias regionales critican a menudo la relación de camaradería que existe entre la industria farmacéutica y una gran parte de los médicos hospitalarios y extrahospitalarios, porque creen que eso redunda en un aumento del gasto por el incremento de las prescripciones farmacéuticas y por la presión que los médicos hacen sobre las gerencias y/o direcciones médicas para introducir fármacos redundantes en las guías farmacéuticas hospitalarias. Cómo puede ver, el ejemplo que dan, quienes más debían darlo, no es nada bueno.   

    Y, al mismo tiempo que critican esta íntima relación entre los médicos y las compañías farmacéuticas y tecnológicas, permiten que estas financien la formación continuada de sus médicos, sobre todo las farmacéuticas, con el consiguiente sesgo de la misma que llevan a cabo con la colaboración de los “líderes de opinión” creados por ellas, y se beneficien por el aumento del gasto farmacéutico resultante. Las empresas eficientes corren con los gastos de la formación de sus trabajadores.

    Lo más importante para que una empresa sea eficiente, como muy bien dice Jim Collins en su best-seller, "Empresas que sobresalen", es la selección adecuada de sus trabajadores o lo que es lo mismo, como él escribe, “haciendo que suba al autobús la gente adecuada y bajando la inadecuada”. ¿Puede serlo una empresa en la que muchos de sus trabajadores son seleccionados por los sindicatos -mire usted la garantía que puede existir de selección apropiada de los trabajadores por quiénes están peleando continuamente con la empresa, poniéndola por los suelos, al mismo tiempo que pastelean con ella para tener tanto parásito liberado-, los directores gerentes -cargos políticos escogidos a dedo por otros cargos políticos superiores-, y los jefes de servicio, elegidos cada vez con mayor frecuencia no por sus méritos profesionales sino por “otros méritos” que las consejerías de sanidad y los gerentes de hospitales consideran más importantes: afinidad política, obediencia y trabajo en exclusividad, aunque con el mismo horario? Y en la selección de los médicos puede puntuar más un curso oficial de gallego que un trabajo de investigación excelente; puede puntuar más tener la misma afinidad política que la del gerente de turno que ninguna afinidad política, y puede puntuar tanto o más que se cuente con el apoyo, debido a la amistad que les una o pago de favores, del jefe de servicio, aunque sea un incapaz y no designado como Dios manda. Por eso ahora la entrevista ya se valora con la mayor puntuación, porque de ese modo se puede conceder la plaza al aspirante seleccionado previamente.

    No estamos obligados a entendernos, pero estamos todos obligados a ser honestos.

 
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