Adicción a la comida













    La comida puede ser adictiva y causar muchos trastornos a las personas adictas. Cuando se convierte en dependencia puede ser más difícil de superar que la adicción a las bebidas alcohólicas o al tabaco. Muchas personas son aficionadas o adictas a la comida. Su caso extremo es la bulimia, o las ganas exageradas de comer que no se satisfacen.
    Sin embargo, socialmente se considera que comer es solo un placer que en pocos casos deriva en riesgos aditivos. Obviamente, la comida no es mala, mucho menos si está bien condimentada y proporcionada, pero en dosis desmedidas es muy perjudicial.
    Las comidas naturales, como las legumbres, frutas y verduras, son excelentes para disfrutar de buena salud. Las comidas no naturales –salchichas, embutidos, pescados ahumados- en exceso, pueden favorecer la aparición de ciertas enfermedades, como el cáncer gástrico y colorrectal.
    El vino puede ser beneficioso para el corazón en cantidades muy moderadas, dicen los cardiólogos, ¿y para prevenir la demencia?; en las personas normales, no adictas, además, alegra el alma. Los licores, en cantidad excesivas, pueden causar cáncer de cavidad bucal, laringe, esófago, hígado, colon y recto; enfermedades degenerativas del sistema nervioso central; enfermedades inflamatorias pancreáticas, hepáticas y gástricas; y neoplasias de cavidad bucal, faringe, laringe, esófago, colon y recto.
    Otras enfermedades como la diabetes, hipertensión arterial, enfermedades respiratorias (síndrome de apnea del sueño y de hipoventilación-obesidad), ciertas artrosis y posiblemente algunas neoplasias, son ejemplos de enfermedades derivadas de la ingesta excesiva de comida.
    Es más difícil superar la adicción a la comida que a las bebidas alcohólicas. Si uno supera la adicción a las bebidas alcohólicas no necesita probarlas el resto de su vida. Por el contrario, una persona no puede dejar de comer. Para vencer la adicción a la comida es necesario comer menos, quedar con hambre, todos los días. Es verdad que algunas personas comen mucho y no engordan. No engordan porque gastan muchas calorías, más de las que comen. Estas personas suelen ser longevas.
    Hace algún tiempo una mujer de 33 años acudía a la consulta porque “se quedaba sin aire” con los accesos de tos y con el esfuerzo. Aunque tomaba inhaladores desde hacía algún tiempo no había notado mejoría alguna porque la causa de la dificultad respiratoria era la obesidad. Por estos síntomas, frecuentes en las personas obesas, muchas son tratadas como asmáticas sin padecer asma. Medía 152 centímetros y pesaba 112 kilogramos; 60 kilos por encima de su peso ideal. Daba pena escuchar como refería que le era imposible quedarse con hambre, comer menos…, que lo intentaba todos los días, pero las ganas de comer eran superiores a sus fuerzas.
    Todos los días los médicos vemos muchos pacientes como esta señora. La adicción a los juegos de azar vacía los bolsillos; la adicción o afición a ciertos placeres, como la comida, daña la salud. Solo se puede vencer la adicción a la comida con voluntad, una virtud que no está hoy de moda. La voluntad hay que entrenarla todos los días. No hay medicamentos para aumentar la voluntad. Albert Einstein decía: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. Y Víctor Hugo señalaba: “A nadie les faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad”.
    Cuando estaba corriendo ayer por la mañana vi dos jóvenes cuidando las hamacas de la playa, sentados en el paseo marítimo, mirando sus móviles, y con muchísimos kilos de más. Uno puede pensar que los kilos de más se deben a que hacen poco ejercicio. El ejercicio es muy saludable, pero también aumenta el apetito. Tienen mucho peso porque ingieren más calorías de las que gastan, no son capaces de levantarse de la mesa con hambre. Lo mismo que con el dinero. No importa lo que ganes; depende de lo que gastes para acabar siendo rico o pobre. Si comieran menos ahorrarían, se moverían mejor, e irían más tarde para el cielo.




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