La adulación... y lo irremediable




“No hay quien sea enteramente inaccesible a la adulación, porque el hombre mismo que manifieste aborrecerla, en alabándole de esto es adulado con placer suyo” (William Shakespeare)








    Alguien no hace mucho me dijo que me gustaba ser adulado, y, otra persona, que estaba continuamente diciendo que estaba viejo para que me dijeran que estaba muy bien. Posiblemente las dos tenían razón.
    Escribo, no sé si sobre esto o sobre qué, después de haber pasado el fin de semana en Sanjenjo y haber visto dos cosas que me llamaron la atención.
    Suelo ir a correr temprano por las mañanas. Era domingo y aún estaba el paseo marítimo lleno de jóvenes que seguían de fiesta, que aún no habían ido a acostarse. Al ir corriendo por el paseo en dirección a Portonovo vi como dos jóvenes se dirigían, diciéndole cosas educadamente, a cuatro chicas que estaban en la playa vestidas y que seguían también de fiesta. Cuando volvía, ellas ya habían subido de la playa y se encontraron con los dos chicos. Se pararon. Una de las cuatro, que hablaba o intentaba hablar en ese momento por el móvil, se dirigió a ellos con estas palabras: “¿Veis el camino este que sigue recto? Pues seguirlo hasta que os jodan, porque estamos de vosotros hasta los cojones”.
    Seguí corriendo y un poco más adelante me crucé con una señora que hace el mismo recorrido que yo y a esas mismas horas desde muchos años atrás y, al verla, no pude evitar pensar en los estragos que hace el paso del tiempo en nuestro aspecto físico. Y entonces envidié a los jóvenes que estaban a esas horas de la mañana sin haberse ido todavía a la cama. También a los que fueron insultados y a las que los insultaron. A la soberanía de la juventud.
    Sentí en aquella señora, con cara seria y deteriorada por el paso de los años, la tristeza de la vejez. Sí, sí, ya sé que también ella y yo fuimos jóvenes y que debemos estar contentos por seguir cumpliendo años con buena salud, pero que nadie me diga que todo es una cuestión mental. No, no es una cuestión mental. Es el deterioro irreparable que produce el paso del tiempo. Sé que es irremediable. Y no me deprime, pero tampoco me hace gracia.
    Estoy enfadado con el tiempo, porque nunca ha descansado.
   



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