Felicitación, Señor Alcalde de Orense,

Creo que era el día 2 de Enero por la mañana. Iba con mi nieta. Llovía. Con el paraguas la tapaba en su carrito. Había muy poca gente en la calle. Al final de la calle Juan XXIII, en el cruce con la Avenida de la Habana, venía usted también con el paraguas abierto. Al verme con la niña, se apartó, cerró algo el paraguas y nos dio los buenos días. Casi no me aparté, y tampoco me dio casi tiempo de dárselos a usted. Me acordé de cuando, ya de mayor, intentaba aprender inglés en Brighton. Cuando iba a comprar el periódico, temprano, siempre que me cruzaba con personas mayores me daban los buenos días, sin conocerme de nada. Creo que a partir de ahora haré lo que usted hizo. Cuando vaya a correr temprano y me encuentre con alguien, aunque no lo conozca, le daré los buenos días. Y también le recuerdo, aunque a usted afortunadamente parece que no le hace falta, que las personas no se valoran -o al menos yo no lo hago- por el cargo, ni por lo que tienen, sino por lo que son. ¡Cuántas habrá que siendo mucho menos que usted presumen mucho más y, como lo considerarían una "deshonra", serían incapaces de dar los buenos días!
Por favor, siga haciéndolo. Contribuirá a aumentar nuestra educación. El ejemplo es la única forma de influir en los demás, dijo Albert Einstein.

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