El móvil y los auriculares





 
    No sé si algún iluminado, nacido como yo en los cincuenta del siglo pasado, pudo haber imaginado el teléfono móvil que llegó algunos años después. Aquellos primeros aparatos pesaban más de medio kilo y casi nos rompían el bolsillo de la chaqueta. Evolucionaron hasta los actuales de mucho menor peso, y que apenas guardamos en el bolsillo porque están casi todo el tiempo en nuestras manos.
    Ayer, mientras corría por la mañana temprano por el maravilloso paseo marítimo de La Coruña, contemplé escenas que me llamaron la atención y me provocaron la sonrisa.
    Un jardinero, que debía estar podando los pequeños arbustos del paseo estaba sin embargo de pie sin hacer nada mirando los mensajes o lo que fuese de su teléfono móvil.
    Otro trabajador público, que conducía un pequeño coche de la limpieza por el mismo paseo lo había parado para mirar los mensajes de su móvil o lo que fuese.
    Dos policías municipales iban en bicicleta por la acera de una calle cercana al estadio Riazor. Uno de ellos se detuvo para hablar con un amigo que salió de una cafetería y le avisó al otro para que esperara por él. Tan pronto se paró este último, sacó el teléfono móvil del bolsillo y se puso a mirar los mensajes o lo que fuese.
    Un poco más arriba, un joven caminaba mirando la pantalla de su móvil. Casi se golpea la cara en un gran anuncio publicitario de Chanel Nº 5, en el que una guapísima modelo brasileña enseñaba sus hermosísimas piernas. Me extrañó que el joven no hubiese dejado de mirar la pantalla del móvil para mirar a la modelo.
    Y no hace mucho vi en la TV como muchas personas chocaban con otros viandantes o (casi) se caían al tropezar con algún bache cuando caminaban mirando la pantalla del móvil en las calles de grandes ciudades de EEUU.
    También vi durante la carrera por el paseo marítimo de La Coruña que la mayor parte de las personas, sobre todo las más jóvenes, iban con los auriculares oyendo música o lo que fuese.
    Y usted habrá visto como yo a todos o casi todos los miembros de su familia ojeando el móvil cuando están sentados en la mesa para comer, antes de iniciar la comida e incluso durante la misma.
    Todo esto comenzó en EEUU. Allí se puso en marcha el primer móvil y también empezó hace algunos años la moda de ir oyendo música o lo que sea por la calle con los auriculares. Hace poco estuve en Nueva York y ya se ve menos gente con los receptores en los oídos. Creo que se debe a que aquí vamos con años de retraso en casi todo con respecto a ese país, pero también porque muchas de las personas que pasean por las calles de esta gran ciudad que nunca duerme son turistas, y no van allí a oír música sino a disfrutar de esta asombrosa ciudad.  
    Siempre me extrañó esto porque según las encuestas el nuestro es el país europeo con más alta proporción de personas que detestan a EEUU y a los norteamericanos. Pero me alegro porque creo que es mejor que copiemos de este país que de otros donde la libertad y el talento -que sí hay en EEUU- escasean.   
    He leído que en Finlandia -el país del mundo con uno de los mejores sistemas educativos-, los niños en las escuelas dejarán de escribir en papel y lo harán pulsando los símbolos en sus tabletas electrónicas. No sé si esto y lo comentado previamente será bueno o malo, pero creo que ya no habrá vuelta atrás.
    ¡Bienvenida la tecnología! Pero guardemos las formas y seamos educados cuando usemos el móvil si estamos acompañados. Y cumplamos con nuestras obligaciones durante el tiempo de trabajo, sin utilizarlo más que cuando su uso esté relacionado con la tarea o con algún asunto importante.
 


 
 




 






 
 





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