Obediencia (ciega) a las prescripciones de los médicos


“La obediencia ciega supone ignorancia extrema” (Jean Paul Marat)

“Creo firmemente que si todos los medicamentos del mundo fueran lanzados al mar, sería mucho mejor para la humanidad y mucho peor para los peces” (Oliver Wendell Holmes (1809-1894) Poeta y médico estadounidense).




    Iba a titular este escrito “Cumplimiento de las recomendaciones médicas”, pero, para lo que intento decir, me pareció más adecuado este otro título. Aunque se esté de acuerdo con (se obedezca a) las recomendaciones médicas, puede haber incumplimiento.
    Al menos en la provincia en la que trabajo desde hace una eternidad, Orense, a casi todos los enfermos, casi siempre de edad avanzada porque los más jóvenes no suelen tomar varios medicamentos de forma regular, que les pregunto porque toman los medicamentos que están tomando, me responden: “porque me los dio el médico”. Si continúo preguntándoles para que se los dio, también la mayor parte de ellos responde: “no lo sé, pero si me los dio será porque me hacen falta”. Mi respuesta suele ser que esto no siempre es verdad, que otro médico podía no haberle prescripto ese o esos mismos medicamentos o incluso no haberle prescripto ninguno, y que nuestra obligación al recetar es decir la enfermedad que padece, si la sabemos, explicar el motivo por qué prescribimos ese o esos medicamentos, y comentar los posibles efectos adversos más importantes y frecuentes que pueden ocasionar.
    También me llama la atención que muchos pacientes toman medicamentos innecesarios desde hace años sin que el médico haya valorado si necesita seguir tomándolos: “protectores gástricos”, analgésicos (incluso opiáceos), antinflamatorios, antihipertensivos, psicofármacos, medicamentos para los vértigos, etcétera. Esto se debe, al menos en parte, a la renovación automática que se hace con un clic del ratón del ordenador de todas las medicinas que toma el paciente cuando acude a por recetas, sin pararse el médico a evaluar la indicación de continuar tomando algunos o todos los fármacos que se le han recomendado anteriormente por el mismo o por otros médicos especialistas.
    Me sorprende que algunos medicamentos, como los opiáceos, que se recomiendan alegremente para el dolor (tramadol, tapentadol, y otros similares), que han sido prescritos a personas de edad y que a veces llevan años tomándolos sin que el médico les haya explicado que son similares a la morfina, y que, además de los múltiples efectos adversos que causan, incluso la muerte, crean adicción. Esto, en Estados Unidos, se ha considerado una epidemia y emergencia nacional por la gran cantidad de muertes que han provocado y la enorme cantidad de personas adictas. Por eso allí, ahora, es obligatorio que el médico que crea indicado prescribir uno de estos fármacos derivados de la morfina le informe al paciente por qué está indicado, sus efectos adversos y la adicción que puede crearle, y la firma del paciente aceptando la prescripción.
    No es verdad lo de, si me los prescribió será porque los necesito. Se recetan diariamente miles de medicamentos innecesarios. Esto lo vemos diariamente en la consulta, y más en los inviernos, con resfriados y bronquitis agudas causados por virus. ¡Cuántos antibióticos, mucolíticos, broncodilatadores orales e inhalados, incluso corticoides inhalados y orales, se prescriben innecesariamente! La culpa de esto es, en primer lugar, nuestra, de los médicos, por no entrevistar y explorar detenidamente al paciente y explicarle después que no hay antibióticos ni otros medicamentos eficaces contra estos virus. Y también de la población, por no preocuparse de informarse adecuadamente y confiar demasiado en los médicos, y en los medicamentos como si pudieran curarlo todo y por pensar que la mejoría de los síntomas se debió a los fármacos cuando se debió al paso de los días.  
    En Holanda y otros países del centro de Europa los enfermos con resfriados, bronquitis agudas y gripes se hacen sus remedios caseros que tampoco son eficaces, pero evitan los efectos adversos de fármacos ineficaces e innecesarios.




   

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