Independencia para A Costa da Morte (La Costa de la Muerte)
"La felicidad general de un pueblo descansa en la independencia de sus habitantes" (José Martí)
Estos días, en los periódicos, radio y televisión solo se lee y habla de lo de Cataluña. Hoy, cuando salí a correr por la mañana bien temprano, iba oyendo las clases de inglés como todos los días y un día más me di cuenta que casi no las atiendo ya que mientras las oigo voy pensando en otras cosas. Y hoy me alegré mucho porque tuve una brillante idea, o eso creo.
A mitad de la carrera pensé en lo de Cataluña y enseguida cavilé por qué no poner en marcha y luchar por la independencia de A Coste da Morte. A Costa da Morte comprende la costa noroeste de la provincia de A Coruña desde Corme hasta Finisterre. Algunos la extienden hasta Muros y otros como Turgalicia, dependiente de la Xunta de Galicia, la acortan y describen la ruta de A Costa da Morte solo desde Buño hasta Finisterre. O Pindo, donde he nacido, está entre Finisterre y Muros, y también nos sentimos pertenecientes a esta peligrosa y maravillosa costa.

Lo que no he leído en Wikipedia es lo que a veces he oído. Que algunos de esos naufragios sucedieron porque antes las gentes de A Costa da Morte engañaban a los mandos de los barcos encendiendo fogatas para simular faros, haciendo que los barcos encallasen en las rocas.
El temporal en el mar por esa costa durante el invierno es a veces impresionante. Recuerdo en mi infancia como cuando finalizaba cada uno de esos temporales los marineros recorrían las playas buscando materiales que se habían caído de los barcos con el temporal o porque habían naufragado. Por eso en O Pindo y otras aldeas de por allí las casas se pintaban de distintos colores según fuese el de los botes de pintura que recogían en las playas después del temporal.
Pero lo que quería era justificar la declaración de independencia de A Costa da Morte. Hay múltiples razones. Comencemos.
La mayor parte de los nacidos en A Costa da Morte descendemos de los vikingos -bienaventurados ellos porque tenían los cuernos postizos, decía el hacedor de queimadas en el bar situado detrás de la Plaza de María Pita hace muchos años-. Estos salían de los países del Norte de Europa para buscar el calor del puerto de Valencia y en este largo viaje paraban en Finisterre u otros pequeños puertos de A Costa da Morte. Allí debieron tener relaciones (¿permitidas?) con las señoras de estos lugares. Digo esto porque la mayor parte de los jóvenes de mi tiempo por aquella zona éramos rubios, y con sus paradas para descansar del largo viaje parece razonable pensar que en esto, lo del color del pelo, los vikingos tuvieron mucho que ver. Esto ya es una razón tan válida como la que pueden esgrimir los catalanes, si ellos se sienten descendientes de los fenicios.
A Costa da Morte, como sucede entre Cataluña y España según ellos, también aporta más al resto de Galicia de lo que recibe. La mayor parte del pescado y marisco, de una calidad excelente, que Galicia come y exporta a grandes ciudades del estado español son pescados en nuestra costa -todavía no me atrevo a llamarla nación o república-. Además, no necesitaríamos importar nada ya que somos excedentes también en carne, legumbres, frutas, leche, quesos, vinos, aguardiente, aguardiente de hierbas, licor café, queimada, etcétera.
A los largo de esta costa hay industrias y también piscifactorías de pescado y marisco, y se podrían crear más para dar empleo a la gente que no quisiese trabajar en el mar o en el campo. En Brens hay una fábrica de carburos metálicos (Ferroatlántica) y muchas más por otras zonas de A Costa da Morte, que no viene a cuento enumerar ahora porque le cansaría.
En Arteixo tenemos Inditex, el primer grupo textil mundial, que pertenece a uno de los hombres más ricos del mundo. Este señor, a través de su Fundación, podría ayudar a las personas necesitadas o que no quisieran trabajar, y a cambio le nombraríamos Presidente de Honor de A Costa da Morte u otro cargo distinguido, aunque me da que ayudaría aunque no le diésemos cargo honorífico alguno.
Solo nos faltaría un buen clima en verano para atraer más turistas y, por consiguiente, como diría un antiguo presidente del estado español, más dinero. Pero eso podría solucionarse llegando a un acuerdo con nuestros vecinos de As Rías Baixas para que nuestros visitantes pudiesen disfrutar de sus playas. Durante el verano les permitiríamos a los habitantes de As Rías Baixas pertenecer a nuestra nación -ya no me da miedo llamarla así porque estoy convencido que mi brillante idea será suscrita por todos los costamorteses- y abrir negociaciones para incorporarlos a nuestra república independiente.
Incluso, si no llegáramos a un acuerdo con nuestros vecinos de abajo y Cataluña también consiguiera como nosotros la independencia, podríamos negociar con los catalanes para enviarles turistas a la Costa Brava, explicándoles a quienes nos visitasen que como su nombre indica esta es una copia de la nuestra pero menos peligrosa y con un poquito más de sol.
Podría seguir dándole razones que justifican la solicitud de independencia para A Costa da Morte, pero como me he alargado mucho mejor lo dejo aquí y quedo a la espera de su opinión antes de presentarlo a mis paisanos para, si la mayoría está de acuerdo, solicitar del gobierno de la Xunta de Galicia la convocatoria de un referendo por la independencia.
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[[Si seguimos en Wikipedia, se dice que sus gentes fueron testigos de numerosos naufragios, especialmente en la costa que va desde Camelle hasta Camariñas, donde se hundieron más de 60 navíos en poco más de cien años, siendo el cabo Tosto (o punta do Boi) el punto más fatídico.
En 1890 ocurrió la tragedia del HMS Serpent, en Punta do Boi, Camariñas, donde murieron 172 marineros ingleses a escasos metros de la salvación y sólo se salvaron tres. Vagando por la noche llegaron al lugar de Pescadoira, en la parroquia de Javiña, donde el párroco señor Fábregas ordenó la "santa misión" de ayudarlos, y sacaron del mar a la mayoría de los cadáveres, que enterraron a pie de mar en lo que hoy es conocido como el cementerio de los ingleses. Esto hizo despertar a las autoridades la peligrosidad de esta costa, donde construyeron el faro de cabo Vilán, el primer faro eléctrico de España, una majestuosa torre de granito rosado de 24 metros de altura sobre una roca a más de 80 m del mar, que es hoy en día uno de los de mayor alcance de la península.
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