¿Es un delito ser viejo?
"La vejez tiene dos
ventajas: dejan de dolerte las muelas y se dejan de oír las tonterías que se
dicen alrededor" (George Bernard Shaw)
Mi amigo y ahijado de boda portugués dice
que “ser viejo es la mayor inutilidad del mundo porque no es útil para uno ni
para los demás”. Mi padre decía: “ser viejo es un delito”. En los últimos años
añadía que estaba entregando el alma a Dios, el corazón a la Virgen y el cuerpo
a la funeraria.
No sé cuál de los dos tiene más razón, pero
los dos la tienen. Ya hace que entré en la tercera edad -en algunas revistas
médicas he leído que comienza a los 57 años- y creo como ellos que es una
inutilidad y un “delito”, aunque no me siento culpable porque soy viejo a mi
pesar.
Cuando oigo decir a algunas personas
octogenarias que se sienten como cuando tenían veinte años me pregunto si de
verdad se lo creen. ¡Qué envidia! A otras he oído decir que no volverían a ser
jóvenes aunque tuviesen esa posibilidad, porque sería muy aburrido y además no
sabrían todo lo que saben ahora. No sé si realmente ahora sé algo, pero no me
importaría volverme joven, sin saber nada, nada de nada; eso sí, dejándome a mi
lado a la familia que tengo. Eso mismo me dijo mi ahijado de boda portugués cuando en
una cena que estaba con mi hija le dije que ella era muy joven pero no sabía lo
que nosotros sabíamos. Él contestó que cambiaría todo lo que sabía por tener la
edad de ella.
Me he preguntado muchas veces si habrá algo
para no hacerse viejo. ¿El cacao? Un día escuché en la radio una entrevista a
una señora mayor que se alimentaba casi exclusivamente de ColaCao, y el
entrevistador decía que no tenía una arruga en la cara y que aparentaba
muchísimos años menos. Como la entrevista era radiofónica no pude ver si era
verdad, pero pensé si hubiera merecido la pena alimentarme solo de ColaCao
para haberme mantenido joven. Claro que una cosa es conservar estiradita la
piel con ColaCao o con lo que sea y otra mantenerse joven.
También he pensado que así como la ropa se
conserva mejor si no se usa tal vez podría pasar lo mismo con el cuerpo, pero
no envejecen más los que más lo usan; incluso puede ser todo lo contrario.
Leí no hace mucho en “La Voz de Galicia”
una entrevista a un premio Nobel de física, y decía que era posible que en
alguna zona del mundo el tiempo fuese hacia atrás, pero no decía dónde ni
tampoco aclaraba si, al ir el tiempo hacia atrás, también las personas lo
hacían y rejuvenecían.
Los animales también envejecen y mueren,
pero no he visto a ninguno con gafas, ni quejándose de la espalda, ni con
bastones o en silla de ruedas.
Y los pedruscos de granito del bellísimo
Monte Pindo, probablemente con millones de años a sus espaldas, siguen ahí, sin
casi envejecer.
El verano de este año, inmensamente caluroso,
que está envejeciendo, terminando, volverá para el año igual, más o menos
caluroso, pero igual. Nosotros, los que lleguemos al año que viene, ya no
seremos los mismos, seremos un año más viejos. ¿Por qué nuestra vida, durase lo
que durase, no podría tener un comportamiento similar al del tiempo? Con cuatro
estaciones cada año pero sin envejecer, como él.
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