La industria farmacéutica ha corrompido los sistemas de salud
"Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella" (Joan Baez)
Así titulaba elconfidencial.com una
entrevista de Miguel Ayuso a Peter C. Gotzche, un médico danés que acaba de
publicar “Medicamentos que matan y crimen organizado: Cómo las grandes
compañías farmacéuticas han corrompido el sistema de salud”. Todavía no he
leído el libro, pero sí la entrevista, que me pareció muy interesante y necesitada
de divulgación.
En la introducción de la conversación se
dice que este médico danés, que trabajó en ensayos clínicos y regulación de
medicamentos para varias compañías farmacéuticas, afirma con rotundidad que la
industria farmacéutica está corrompida hasta la médula, extorsiona a médicos y
políticos, y mantiene enormes beneficios a costa de medicar innecesariamente a
la población. Aunque no he trabajado nunca para la industria farmacéutica estoy
totalmente de acuerdo con estas afirmaciones.
Miguel Ayuso le dice al doctor Gotzche que
unas semanas antes había entrevistado al psiquiatra Allen Frances, quién había afirmado
que la industria farmacéutica está causando más muertos que los cárteles de la
droga, y muchos lectores se quejaron porque les parecía una aseveración
exagerada, y le pregunta por qué cree que no lo es ya que él dice lo mismo. Peter
C. Gotzche le responde que decir la verdad no puede ser una exageración. Y
continúa diciendo que el consumo de medicamentos con receta es la tercera causa
de muerte tras las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, y que en Estados
Unidos, la prescripción de medicamentos causa cerca de 200.000 defunciones
todos los años. Así que está claro, según él, que la industria farmacéutica
está causando bastantes más muertes que los cárteles de la droga.
El entrevistador le comenta que Richard
Smith, médico y exdirector de la prestigiosa revista British Medical Journal, asegura en el prólogo de su libro que los
médicos acabarán cayendo en desgracia ante la opinión pública, como ya ha
ocurrido con periodistas, diputados y banqueros, por no haber sido capaces de
ver hasta qué punto han aceptado la corrupción. La respuesta del doctor danés: “la
industria farmacéutica es inmensamente rica y poderosa y ha corrompido los
sistemas de salud de una forma extraordinaria. Es una corrupción de largo
alcance. Todo el proceso por el que nuestros medicamentos son investigados,
aprobados y recetados ha sido corrompido. Esto implica manipular los datos
científicos, pero también comprar a casi cualquier persona que pueda tener
influencia en el sistema, incluidos los ministros de salud. En mi país, por
ejemplo, sólo hay en torno a 20.000 médicos, pero miles de ellos cobran nóminas
de la industria por cumplir funciones discutibles como sentarse en consejos
asesores o ser consultores, en muchos casos sin aportar ningún servicio
tangible a cambio de dinero. Esta es una forma aceptada y generalizada de
corrupción sutil pues, como sabe cualquier médico, el dinero dejaría de fluir
si no actuaran en interés de sus beneficiarios”.
Otra observación y pregunta del
entrevistador: para la mayoría de la población es difícil creer que los
fármacos que tomamos causan más problemas que beneficios, ¿es algo que podemos
afirmar de muchos medicamentos? Peter C, Gotzche responde que es verdad que
muchos de los medicamentos que la gente toma causan más daño que beneficios,
que sabemos muy poco sobre la utilidad real de los medicamentos, ya que la
práctica totalidad de los ensayos controlados con placebo son desarrollados por
la industria farmacéutica, que tiene un tremendo conflicto de intereses, y que
la industria farmacéutica exagera los beneficios y oculta los daños de los
medicamentos en la publicación de los ensayos clínicos. Continúa diciendo que
muchos de los fármacos que tomamos ni siquiera tienen efectos; simplemente
parece que han tenido un efecto en los ensayos clínicos avalados por la
industria, pero esto sucede normalmente porque los ensayos no se han “cegado”
de forma efectiva, y en ese caso tanto los pacientes como los médicos tienen a
exagerar los efectos subjetivos de los medicamentos de forma substancial.
¿Hay fármacos que se utilizan en la
práctica médica que no cuentan con ninguna justificación científica válida?,
pregunta el periodista. Responde el doctor danés que cree que los fármacos
anticolinérgicos para la incontinencia urinaria y los fármacos antidemencia no
tienen un efecto real, y lo que se midió en los ensayos clínicos está sesgado
porque el cegamiento fue insuficientes. Un área particularmente problemática es
la de los medicamentos psiquiátricos. La falta de un cegamiento efectivo en los
ensayos conlleva, por ejemplo, que sea dudosa la efectividad real de los
antidepresivos para tratar la depresión, probablemente ni siquiera funcionan
para tratar la depresión clínica. En cualquier caso no hay duda que las
personas con trastornos psiquiátricos están siendo sobremedicadas de forma
masiva. Sabemos que los antipsicóticos causan daños cerebrales, pero
probablemente también los antidepresivos y los medicamentos para tratar el
trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
Pregunta.: Lo que ha
ocurrido en España con el Sofosbuvir, el medicamento de última generación que
cura la mayoría de casos de hepatitis C es, según el farmacólogo Joan-Ramón
Laporte (que prologa la edición española de su libro), un claro ejemplo del
comportamiento en ocasiones indignante de la industria farmacéutica. El pasado
1 de octubre la ministra da Salud española anunció que el Gobierno había llegado
a un acuerdo con la farmacéutica Gilead para incluir el fármaco en la
financiación pública. Nadie sabe exactamente cuánto va a costar, pero quizás
sean más de 125 millones de euros durante el primer año de comercialización.
¿Están las farmacéuticas chantajeando a los Gobiernos?
Respuesta.: El caso del Sofosbuvir es sólo uno de los más
recientes ejemplos de la forma en que las compañías farmacéuticas extorsionan a
la sociedad. Gran parte de la investigación que permite el desarrollo de nuevos
fármacos ha sido financiada por el dinero de los ciudadanos, que pagan las
nóminas de los investigadores públicos. Si un medicamento es considerado un
gran avance, la norma es que la compañía farmacéutica que se hace cargo del
desarrollo de ésta cobre un precio obsceno, abusando de ese modo el monopolio
que la sociedad le ha otorgado. El precio de un nuevo fármaco no tiene nada que
ver con sus costes de desarrollo, pero depende por completo de cuánto estemos
dispuestos a pagar por él. Es un tipo de extorsión que no es muy distinta del
tipo de chantaje que ejercen los piratas en Somalia cuando abordan barcos y
toman rehenes. En ambos casos, puede ser una cuestión de vida o muerte, y es
puede ser muy difícil para los políticos negarse a pagar los medicamentos
cuando los periodistas ponen a pacientes a llorar en la televisión nacional.
P.: Uno de los argumentos más utilizados por
la industria farmacéutica para defenderse de las críticas es que sin su
inversión en investigación no tendríamos los medicamentos que tenemos. ¿Es
cierto?
R.: En mi libro
desacredito este argumento, que, lamentablemente, es ampliamente aceptado entre
médicos y políticos. ¿Aquellos que se creen esto estarían dispuestos a pagar
veinte veces más por su nuevo coche sólo porque el vendedor les dice que
por hacerlo tendrán mejores coches en el futuro? La situación es del todo
absurda. Normalmente, las empresas dicen: “Si no gastáramos nuestro dinero en
investigación, moriríamos”. Pero las compañías farmacéuticas lo que dicen es:
“Si no tenemos vuestro dinero para gastarlo en investigación, vosotros
moriréis”. Sólo los líderes religiosos son más listos que ellos, pues prometen
que seremos recompensados tras la muerte, lo que hace que sea completamente
imposible quejarse. Los beneficios de las farmacéuticas se han
disparado en la última década; y al mismo tiempo la innovación se ha estancado.
Empíricamente
se ha demostrado que este argumento no se sostiene. Los beneficios de las
farmacéuticas se han disparado en la última década, y al mismo tiempo la
innovación se ha estancado. En definitiva, el capitalismo y el cuidado de la
salud son malos compañeros de cama. Nuestras sociedades deben tomar el control
sobre el desarrollo y la venta de medicamentos, lo que garantizaría que
tuviéramos los medicamentos a precios que incluso los países en desarrollo
podrían permitirse.
P.: Muchos
médicos e investigadores conocen a la perfección lo que está haciendo la
industria farmacéutica, pero se niegan a hablar porque, después de todo, su
trabajo depende de ellas. ¿Hay miedo entre los profesionales a criticar a las
farmacéuticas?
R.:
La situación en la que estamos ahora es similar a la que vive un pueblo cuando
ha permitido a la mafia ser tan poderosa que ha logrado comprar a todo el
mundo, incluidos los políticos, el alcalde y la policía. En una situación así
es increíblemente difícil dar marcha atrás. Esto es lo que está pasando ahora
con la industria farmacéutica, que ha comprado a muchos doctores clave, que son
líderes de opinión. Hay casos de médicos que han perdido su trabajo por
criticar a la industria, porque la farmacéutica en cuestión había comprado ya a
sus superiores. Esto es lo mismo que hace la mafia cuando se carga a un oficial
de policía que hace demasiado bien su trabajo.
P.: La
manipulación que ha realizado la industria farmacéutica de muchos estudios
científicos ha hecho que mucha gente niegue la veracidad de los estudios
científicos en general. Esto es muy peligroso. ¿Crees que podemos poner en duda
la mayoría de la investigación en medicina?
R.:
No creo que sea peligroso que la gente no se crea los estudios científicos
sobre medicamentos. Es muy saludable que sean escépticos teniendo en cuenta que
nuestros fármacos son la tercera causa de muerte. La gente debería tomar
muchísimos menos medicamentos de los que toma. He estado trabajando en estos 30
años y he visto serias manipulaciones y trampas en todas las áreas de la
medicina por razones comerciales. Esto es por lo que los científicos que
colaboran con la industria en los ensayos clínicos casi nunca tienen acceso a
todos los datos en bruto para que pueden analizaros por ellos mismos. Si esto
fuera posible, tendríamos la oportunidad de revelar gran parte del fraude.
P.: Muy
a menudo, las personas que critican a la industria farmacéutica mezclan sus
argumentos con teorías pseudocientíficas. Es el caso, por ejemplo, de los
movimientos antivacunación. ¿Tendemos a mezclar churras con merinas?
R.:
Algunos practicantes de medicina alternativa o defensores de las campañas
antivacunación asumen que soy uno de ellos porque critico a la industria
farmacéutica. Desde luego no es el caso. La mayoría de nuestras vacunas salvan
vidas y el principal efecto de la medicina alternativa es vaciar los bolsillos
de la gente, muy pocas de ellas tienen siquiera algún efecto.
P.: Normalmente
hablamos de la industria farmacéutica como un todo. ¿Hay alguna compañía que
sea mejor que otra? ¿No hay un solo CEO de las farmacéuticas que tenga ética?
R.:
Cuando el crimen renta se genera más crimen. Esto es exactamente lo que estamos
viendo. Los crímenes de la industria farmacéutica, que están entre los peores
de todas las industrias, se han incrementado en los últimos años. He sido
incapaz de encontrar una sola compañía cuyo CEO tenga sentido de la moral. Lo
único que importa es el dinero y los CEO saben perfectamente que su falta de
ética conduce a muchas muertes innecesarias. El criminólogo John
Braithwaite, que ha entrevistado a muchos CEO para elaborar su libro
sobre el crimen organizado en la industria farmacéutica, los llama
"bastardos despiadados". Los pacientes
deben darse cuenta de que prácticamente todo lo que un médico sabe sobre los
medicamentos ha sido cuidadosamente preparado por la industria farmacéutica.
R.:
Desafortunadamente, la industria farmacéutica es tan poderosa que es tarde para
esperar ningún cambio importante en los reguladores y en la forma en que
nuestros políticos entienden su funcionamiento. Hay esperanza, sin embargo,
porque nuestros ciudadanos no son tan tontos, ingenios y oportunistas como
nuestros políticos. He escrito este libro porque estoy enfadado y quiero que se
enfade más gente para decir que ya hemos tenido bastante, así que a lo mejor
podemos introducir cambios radicales en la forma en que desarrollamos,
investigamos, comercializamos y tomamos medicamentos.
P.: ¿Qué
pueden hacer los ciudadanos para ayudar a revertir esta situación?
R.:
Lo primero, y más importante, es que los pacientes tomen el mando de sus
propias vidas, por ejemplo, descargando en internet el prospecto cuando un
médico le ha recetado un medicamento. Si lo leen atentamente, probablemente
sabrán mucho más sobre el fármaco que su propio médico. Entonces, quizás, todos
los peligros, precauciones y advertencias harán que se planteen que quizás es
mejor no tomar ese fármaco en particular. Los pacientes deben darse cuenta de
que prácticamente todo lo que un médico sabe sobre los medicamentos ha sido
cuidadosamente preparado por la industria farmacéutica. Y es más, el médico
quizás tiene un interés lucrativo personal en recetarte un fármaco que es
mucho más caro que otro que es igual de bueno, porque el soborno a los
médicos es común. Las organizaciones de pacientes y las de médicos no deberían
aceptar dinero de la industria farmacéutica. Deberían preguntarse si les parece
éticamente aceptable recibir dinero que ha sido ganado en parte por crímenes
que han dañado e incluso matado a muchos pacientes. Y los médicos tienen que
negarse a recibir visitantes médicos, porque esto conduce al a prescripción
irracional y un gran daño, incluyendo muertes innecesarias.
Que no te compren por menos de nada,
Que no te vendan amor sin espinas,Que no te duerman con cuentos de hadas,
Que no te cierren el bar de la esquina.
“Noches de boda”
JOAQUÍN SABINA, 1999
“Da miedo pensar en la gran cantidad de
similitudes que existe entre la industria farmacéutica y la mafia. La mafia
gana cantidades obscenas de dinero, tal como ocurre con esta industria. Los
efectos colaterales del crimen organizado son asesinatos y muertes, y los
efectos colaterales causados por esta industria son esos mismos. La mafia paga
sobornos a políticos y otros, y lo mismo hace la industria farmacéutica…
(Manifiesto público de un exvicepresidente de Pfizer, que cita Richard Smith en
la Presentación del libro).
www.clinicajoaquinlamela.com
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