La sonrisa de Adolfo Suárez
“La risa no es más que la gloria que nace de nuestra
superioridad” (Thomas Hobbes)
“La cara y la
sonrisa son el espejo del alma”
Los periódicos publicaban la noticia de su
muerte y sacaban en sus páginas muchas fotos de antes y de ahora. Esta me llamó
la atención. Me llamó la atención por la sonrisa del uno y la del otro.
En la imagen, aparecen los dos, en actitud de complicidad, durante
una corrida de la Feria de San Isidro en el año 1998. (Foto: EFE)
Adolfo Suárez tenía un encanto especial. Se
dijo cuándo se presentó a las elecciones que todas las mujeres españolas lo
habían votado. El día siguiente a su muerte hablaba Mariló Montero, en "La
Mañana" de TVE, con Julia Otero y decía la periodista de Monforte de Lemos
que lo había entrevistado cuando ella era muy joven y que le había parecido muy
atractivo. Juan Luís Cebrián terminaba un artículo en El País, el día después
de su muerte, diciendo: “… a mi me place recordar su imagen un poco chuleta y
desenfadada, la de un español medio siempre soñando con la revolución
pendiente, que terminó convirtiéndose en un estadista de fuste y en una figura
irrepetible de nuestra democracia”.
Aún no he comenzado a leer ninguno de los
libros sobre Adolfo Suárez que he comprado. Es igual. Hoy solo voy a escribir
sobre su sonrisa. Sobre lo que me dice su sonrisa.
Miré la foto y comparé la sonrisa de Suárez
con la del señor que está a su lado, y me pregunté: ¿cuál sonrisa es más
franca, menos cínica? Si no conociera a ninguno de los dos, ¿de cuál me fiaría
más? ¿Me fiaría de los dos, sólo de uno o de ninguno?
La sonrisa de Adolfo Suárez que tantas
veces vimos todos en la TV y en los periódicos, la misma que la de esta foto en
la que aparece de perfil, es la sonrisa de una persona noble, valiente,
¿chuleta como dijo Cebrián? La valentía la demostró el día del intento del
golpe de Estado. Es una sonrisa abierta, sin tapujos o reservas, tal vez
inocente. No se parece nada a la sonrisa del señor que está a su lado.
La de Suárez es la sonrisa de una buena
persona. Ninguna de las sonrisas de los presidentes españoles que le siguieron
tenía su claridad, su nobleza. Únicamente se le podría comparar la de Leopoldo
Calvo Sotelo, pero no sonreía casi. Además, cuando lo hacía, su sonrisa tenía
mucha retranca gallega.
La de Adolfo Suárez es una sonrisa diáfana,
que no oculta nada. La del señor que está a su lado no es transparente, oculta
algo o mucho.
Cuando el otro día le enseñé esta foto a mi
mujer para ver si pensaba lo mismo que yo, de la sonrisa de Adolfo Suárez y de
la del señor que está a su lado, su respuesta me dejó muy preocupado. Me dijo
que la sonrisa del señor de al lado de Suárez es como la mía. Aunque enseguida
pensé que me lo decía de broma.
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