Tos en el resfriado y la bronquitis aguda


“El amor y la tos no pueden ocultarse” (Proverbio italiano)

“Los pulmones tosen; el corazón y el estómago duelen”

     La tos es el síntoma principal de las enfermedades respiratorias. Los neumólogos la llamamos “el perro guardián del aparato respiratorio”. La tos, como el ladrido, nos avisa de que algo no anda bien, aunque no siempre; también el perro ladra algunas veces sin que haya peligro alguno. Hay tosedores crónicos, también perros ladradores habituales, sin causa conocida.

    Ahora, en noviembre y diciembre, los catarros nasales o resfriados y las bronquitis agudas serán las causas más frecuentes de tos. En el resfriado, los virus que lo causan producen inflamación de las fosas nasales, faringe y laringe, (vías respiratorias altas), pero también de la tráquea y de los bronquios (vías respiratorias bajas), y por eso los afectados dicen muy bien que el catarro les ha bajado al pecho.

    La bronquitis aguda es la inflamación de la tráquea y de los bronquios, y también está causada por virus en las personas sanas; suele comenzar por picazón de garganta y en pocas horas o días ya aparece esa tos tan molesta. Aquí puede suceder al revés que en el resfriado: la infección de las vías respiratorias bajas puede “subir” a las altas y causar los estornudos, el goteo y la obstrucción o taponamiento nasal.

    A los pacientes con bronquitis aguda les incomoda mucho la tos, más molesta y continua por la noche, y panza arriba, porque cuando se manifiesta en forma de accesos repetidos y duraderos les hace pensar “que se van ahogar o que se ahogan”. Las personas obesas lo pasan aún peor y pueden llegar a notar verdadera dificultad respiratoria con los accesos de tos, sobre todo cuando están acostadas por la noche.

    En la bronquitis aguda, la tos es seca al principio y luego se hace más “blanda” (“se ha ablandado”, dicen los enfermos), porque la infección bronquial, lo mismo que la inhalación del humo de tabaco, causa inflamación de las glándulas situadas debajo de la mucosa bronquial, y estas glándulas submucosas, al inflamarse, segregan moco. La tos, el mejor expectorante, sigue siendo molesta pero ahora ya lo es menos y el paciente comienza a creer que es beneficiosa porque al expulsar las flemas queda más aliviado y respira mejor. La tos va disminuyendo con el paso de los días, porque el paso del tiempo es el mejor tratamiento de la bronquitis aguda. El paciente ya tose menos por la noche, aunque sigue tosiendo aún por las mañanas, sobre todo al levantarse de la cama, y con los cambios de temperatura, al pasar de un sitio caliente a uno frío, el resto del día. A veces se asusta si los esputos son de color amarillento o verdoso, porque el médico le ha preguntado en otras ocasiones por el color del esputo y le oyó llamar purulentos a los de estos colores. En la bronquitis aguda, causada como dijimos antes por virus en los sujetos sanos, la coloración de las flemas está influida directamente por el número de células inflamatorias, no por la cantidad de gérmenes. Cuántos más leucocitos, más coloradas serán las flemas. Y en los enfermos pulmonares crónicos la coloración del esputo tampoco diferenciará si la bronquitis aguda está causada por virus o bacterias.    

    Si el paciente con bronquitis aguda acude al médico es muy probable que salga de la consulta con dos o tres medicamentos: un antibiótico, un expectorante o mucolítico, e incluso un spray que puede llevar un corticoide inhalado (cortisona), que no influirán en la evolución de esta infección respiratoria aguda. También es fácil que el médico le diga que beba dos o tres litros de agua al día, recomendación que nunca se ha demostrado que sea mejor que beber según la sed que el paciente tenga, pero sí es verdad que el primer médico al que se le ocurrió decir esto probablemente fuese muy avispado. Como estos medicamentos no influyen en la mejoría de los síntomas, si el paciente acude al médico al comienzo de la enfermedad, volverá a los pocos días diciéndole que con el tratamiento que le ha recomendado no ha mejorado nada o incluso que está peor, porque los síntomas pudieron haberse agravado, como suele suceder, en los días siguientes. Si acude al médico más tarde, en la fase de defervescencia de los síntomas, el paciente puede creer que fueron los medicamentos los que le mejoraron. ¡Alguna ventaja teníamos que tener los médicos!

    En la bronquitis aguda los días se hacen muy largos, sobre todo las noches, y el tiempo transcurrido desde el inicio de los síntomas parece una eternidad.

    El catarro nasal y la bronquitis aguda acaban curándose solos, porque el paso del tiempo, aún hoy, es su mejor tratamiento. No hay bronquitis agudas ni catarros mal curados por no haber tomado medicamentos. Cuando la duración de los síntomas parezca excesiva, o no mejoren gradualmente los síntomas o empeoren después de pasada una semana, entonces sí que se debe acudir al médico.

    Después, en enero o febrero llegará la gripe, con síntomas respiratorios parecidos y, además, síntomas generales: escalofríos y fiebre, cansancio, dolores musculares… En cuanto al tratamiento se puede decir lo mismo que para la bronquitis aguda. Pero en la gripe sí que el tratamiento sintomático, con medicamentos para la fiebre y los dolores musculares como el paracetamol o ibuprofeno, está indicado.   

    Lo que quería decirle desde el principio es que la tos en la bronquitis aguda, aunque muy impertinente, no es mala sino todo lo contrario. Es muy fastidiosa cuando aún no se han producido secreciones, pero después ayuda a eliminarlas.

    No hay tratamientos para “cortar” la tos, como piden los pacientes. Puede haberlos para las enfermedades que la causan. Si son la bronquitis aguda o la gripe las que la producen, el paso del tiempo es el mejor tratamiento de la tos. Solo al principio, cuando la tos es seca, los antihistamínicos de primera generación pueden disminuir su intensidad en algunos pacientes, por la sedación y somnolencia que ocasionan.

    Siempre les cuento a los pacientes –de broma, claro- algo que había oído de un pediatra muy bien formado pero con poca paciencia. Cuando recibía varias llamadas continuadas de la misma madre, acerca de la persistencia de la tos de su hijo a pesar de los tratamientos que él le había recomendado, y se le había acabado la escasa paciencia, le decía que la única solución era que le hiciese lo mismo que Calígula a su sobrino, porque la tos de este no le dejaba dormir. La madre le preguntaba cuál había sido el remedio y cuando se lo contaba no volvía a llamarlo ni volvía con el niño a su consulta. Cuando me lo contaron fue cuando me enteré de lo que le había hecho este loco al hijo de su hermana. 

    Pero también puede haber tos sin enfermedad respiratoria conocida. Hablaremos de ella otro día.

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