Hola de nuevo Jaime
“Hay padres que no aman a
sus hijos; no hay abuelo que no adore a sus nietos” (Victor Hugo)
En la primera carta que te escribí no hace
mucho te decía que me iban a criticar. Me refería a aquellos consejos que te
daba al final de la carta. Y me criticaron. Pero no solo por eso, también lo
hicieron por otras cosas. Tu padre me dijo que le había gustado, pero que había
escrito cartas mejores ⸻imagino que se refería a las que escribí a tus primas⸻.
Acepto eso. Posiblemente tenga razón. Escribí la primera a Valentina hace cinco
años y la primera a Uxía hace tres. Era más joven, tal vez escribía algo mejor.
Lo que te aseguro es que no se debe a que te quiera o te vaya a querer menos
que a mis otras dos nietas. Incluso no me hubiera disgustado que mi primer
nieto hubiese sido varón, hubieses sido tú. Claro que después de ver y conocer a
tus maravillosas primas estuvo bien así. Que tú, también maravilloso, llegases de
tercero.
Es posible que las cartas a Valentina hayan
sido las más bonitas, pero tal vez se deba a que era la primera nieta. No se
debe al género, palabra tan utilizada ahora. Porque ahora las adoro, como las
adora el resto de la familia, pero antes de nacer yo hubiera preferido que
fuese un niño mi primer nieto. No sé por qué. Tal vez influido por mi madre. Y
fuiste tú, el tercero, mi primer nieto. El orden de los factores no altera el producto,
decía el maestro en la escuela.
Te dije en la carta anterior que las
mujeres acaban siempre saliéndose con la suya. Me refería al nombre que te
pusieron. Hace poco me escribió tu madre y me gustaron mucho sus palabras. Me
aclaró que a ella también le gustaba mucho el nombre de Joaquín ⸻como no le va
a gustar, si es el nombre de su padre, tu abuelo materno⸻, pero decidieron
entre los dos que te llamases Jaime. Así que le pedí disculpas, pero sigo
diciéndote lo mismo que te dije: no sé si son más listas, o más perseverantes,
pero es verdad que acaban siempre saliéndose con la suya. Así que ya lo sabes.
Tenlo en cuenta.
Estos días estamos muy contentos porque tu
padre y tu madre no paran de enviarnos fotos y videos tuyos. Tienes unos ojos
enormes, negros, muy bonitos, y parece como si ya vieras porque estás mirando siempre
a la cámara, posando, como hacen tus primas.
Cuando ahora tienes cuatro semanas, dicen
que has engordado mucho más de lo normal. Que te gusta comer. Cuando lloras te
calla enseguida tu madre dándote de comer. Intentaron con el chupete, pero al
parecer no te gusta como lo que te da tu madre. Eso quiere decir que eres muy
listo. No te engañan fácilmente. A tu padre tampoco le gustaba mucho el chupete
y fue fácil sacárselo.
Hace unos días tu padre nos envió una foto
de una inflamación de tu cuero cabelludo que posiblemente se deba a una
dermatitis seborreica, que no tiene importancia. Lleva siempre una vida sana
para no enfermar. Aunque no lo hagas por ti, hazlo por tu padre y tu madre. No
te imaginas lo padrazo y madraza que son. Si enfermas, les da algo. Cuando solo
tenías nueve días tu padre nos dijo que ahora ya sabía cómo es el cariño de los
hijos. Que ya daría su vida por ti.
Tu tía Xiana fue a verte hace una
semana. Nos enviaron unas fotos de ella contigo en su colo. Estáis guapísimos
los dos. Tú contentísimo, como si supieras que es la hermana de tu padre y lo
mucho que se quieren. ¡Qué bonitas fotos! También lo eran las de unos días
antes con tú tío César, aunque él no está acostumbrado a tener niños en el colo
como tu tía. Pronto sabrás lo importante que es la familia. Qué se lleven bien
todos los familiares, como sucede en la familia de tu padre y en la de tu
madre. Ya te dije en la primera carta que podrías haber nacido en una familia
más rica, pero no mejor, más buena.
Jaime, me riñen de nuevo estos días por
decir que estás muy gordito. Eres muy guapo, pero si sigues engordando te vas a
poner feo. Tu abuela dice qué si tienes hambre, como no te va a dar de comer tu
madre. Y que los niños gorditos están muy guapos. Aún ayer, de nuevo una amiga
de tu abuela dijo que estabas guapísimo y que me reñiría cuando me viese por
decir que estás gordito. También ayer decía tú padre que no lo estabas, que
estabas preciso. Te lo repito, es un padrazo. Está loquito por ti.
¡Cuánta alegría nos diste y nos vas a dar!
¡Y cuánto te quiere toda la familia, la de tu madre y la de tu padre! Valentina
y Uxía están deseando verte.
Me van a decir de nuevo que estas cartas no
son como las que les escribía a tus primas. Ahora ya me lo explico. Entre
hombres hablamos de una forma distinta que cuando hablamos con mujeres. Con
menos cuento.
La abuela y yo tenemos muchas ganas de
verte. Te queremos mucho.
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