Ana





“El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas” (William George Ward)






    Es el nombre que te puso el que más pujó por ti. Un nombre corto, bonito. Te lo puso para recordar a alguien. Entrarás mañana por la Costa da Morte.
    Cuando era niño, mi padre decía, cuando llegaba una como tú, que venía una buena vendavalada. El vendaval, un viento muy fuerte y violento del sudoeste que trae mucha lluvia ⸺el viento precede a la lluvia⸺, nos dejaba sin luz y levantaba los techos de la mayor parte de las casas del pueblo. Mi padre tenía que subir de noche al tejado, con una vela, para volver a colocar las tejas que el fuerte viento había movido y dejase de llover dentro de casa. Los cortes de luz eran muy frecuentes porque la eléctrica del Jallas, cuya central estaba en Ézaro, dejaba de funcionar al menos una vez al día todos los días de las vendavaladas de invierno y a veces durante varios días.
    Al pasar la vendavalada, los niños y los mayores íbamos por las playas recogiendo objetos que las olas gigantes habían traído hasta ellas. Aparte de muchas otras cosas, los rastreadores encontraban botes de pintura con los que después muchos pintaban sus casas.
    Bienvenida, Ana. No hagas que recordemos tu bello nombre por habernos hecho mucho daño. Nos hace mucha falta toda el agua que traes, pero no necesitamos el violento viento ni el enfurecido mar que te acompañan. Por favor, recuerda lo que te digo. No seas mala.


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