En defensa del frío invierno y otras cosas







“La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano” (Victor Hugo)








    ¡Cuánto culpamos infundadamente al frío del invierno! Hasta los dichos populares lo hacen cuando se refieren al frío, “pasa enero, pasa el año entero”.
    Expondré a continuación algunas frases que escuchamos los médicos con asiduidad en las consultas, culpando al frío y a otras cosas del aumento de peso acontecido por la comodidad o poca voluntad.
    No he caminado nada en los últimos meses porque hizo mucho frío - Hacer ejercicio, caminar, es uno de los cuatro pilares básicos para disfrutar de buena salud. Los otros tres: no fumar, comer poco y no tomar (excesivas) bebidas alcohólicas.
    Muchas personas sanas y enfermas, de edad avanzada y no tan avanzada, culpan al frío del invierno de no haber salido a caminar por miedo a enfriarse, acatarrarse.
    Creo que no tienen razón. Para las personas sanas es más saludable salir a caminar que quedarse en casa. Eso sí, conviene hacerlo abrigado. La gripe y los resfriados o catarros nasales son más frecuentes en las épocas de frío, pero se contagian de unas personas a otras y se pueden padecer estando todo el día encerrado en casa con otras personas que se hayan contagiado. La fortaleza o buen estado físico nos protegerá mejor de los virus que causan la gripe, el resfriado y la covid-19, y sí enfermamos, también nos defenderemos mejor en caso de producirse complicaciones, como la neumonía.
    Las personas con enfermedades crónicas también deben salir todos los días a caminar, si su dolencia se lo permite, por las mismas razones que las personas sanas. Además, nadie sensato sale a caminar cuando hace frío sin una buena ropa de abrigo, y, abrigándose bien, todos los pacientes pueden salir si no padecen enfermedades que se lo impidan o el médico se lo haya prohibido, después de haberle dado buenas explicaciones y razones por las que no debe hacerlo.
    Es verdad que los enfermos respiratorios crónicos tienen más problemas en las épocas de frío, pero también lo es que se debe fundamentalmente a las infecciones respiratorias agudas víricas que les atacan también a ellos con mayor frecuencia durante el invierno. Las infecciones respiratorias víricas más comunes, resfriado común, gripe y covid-19, son muy contagiosas, y en la época invernal es más fácil infectarse porque se permanece más tiempo en lugares cerrados con más gente y porque el frío hace más vulnerable al sistema inmune ("las defensas") respiratorio. Los niños pueden no estar expuestos al frío en las guarderías y sin embargo pueden sufrir cinco o seis resfriados durante los meses de otoño e invierno.
    Por lo tanto, cuando haga frío, salga a caminar abrigado; no importa que esté sano o enfermo. No padecen más neumonías las personas que hacen ejercicio durante el tiempo frío, sino las que están en peor forma física. Si la sufre no culpe al frío, que siempre llega todos los años con el invierno. 
    He engordado porque hizo mucho frío y no he podido salir de casa - En las consultas médicas es frecuente escuchar a los enfermos este tipo de justificaciones. Habíamos dicho aquí no hace mucho que la afición a la comida era una de las peores adicciones, o la peor. Pero en ningún caso el frío del invierno es culpable del aumento de peso, porque el frío no engorda. Como tampoco lo es el frigorífico, cuando aumentamos de peso los fines de semana o en las actuales fiestas navideñas.   
    Si en invierno tomamos las mismas calorías que en los meses verano pero gastamos menos, por no salir a caminar o no hacer otro tipo de ejercicio, engordamos. Sucede lo mismo que con el dinero, si ganamos lo mismo y gastamos menos, nos enriquecemos.
    Los que viven en el archipiélago japonés de Okinawa no engordan en invierno porque hacen lo mismo que en verano, levantarse de la mesa con hambre. Dejan de comer con un veinte por ciento de hambre, no esperan a hartarse como hacemos nosotros. Los entendidos creen que esta es la causa de que los japoneses que viven en este archipiélago sean las personas más longevas del mundo. Para demostrarlo, los científicos hicieron un ensayo con ratones. A unos los engordaron y a otros les hicieron pasar hambre. A estos últimos los llamaron ratones Matusalén porque vivían mucho, mientras que los ratones gordos enseguida se iban al cielo.        
    ¡Qué sería de nosotros sin el frío del invierno! ¡De qué hablaríamos con nuestros vecinos cuando entramos a la vez en el ascensor! Nos hace tanta falta el frío del invierno como el calor del verano. Y ahora, cuando el frío está llegando de nuevo, sería bueno para nuestra salud recordar el estupendo dicho popular americano, “no te quejes, no esperes nada, haz algo”.   
    He engordado porque tuve que cuidar a mis padres y no pude salir a caminar - El cuidado de los padres no justifica en ningún caso el aumento de peso. Hay tiempo para todo, para cuidar a los familiares, para salir a caminar y para comer menos. Levantarse antes de la mesa, como hacen los ancianos japoneses, ahorra tiempo y dinero, mejora la salud, se va más tarde para el cielo y se le deja más herencia a los hijos. 
    He engordado porque mi mujer cocina muy bien y me insiste que coma más - Siempre le digo a los pacientes que al menos en esto no le hagan caso a sus mujeres. Me decía hace poco un paciente: “somos solo diecisiete vecinos en la aldea, todos viudos; pero el único viudo soy yo, los otros dieciséis son viudas”.
    Con las expresiones que inician los párrafos anteriores, muchos intentan justificar el aumento de peso. Si tuviesen suficientes fuerzas para comer menos, mejoraría su calidad de vida y se irían más longevos para el cielo.
    Victor Hugo decía, “a nadie les faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad”.

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