Los buenos profesionales no pueden ganar lo mismo que los malos
“Encuentra la felicidad en el trabajo o no serás feliz”
(Cristóbal Colón)
Hace unos días leía en el periódico que
José Antonio Marina había dicho que el buen maestro no puede cobrar igual que
el malo. Y en seguida he pensado: el buen médico no puede cobrar igual que el malo.
Espero que, por haberlo dicho José Antonio
Marina, esto sea aceptado por una mayoría de españoles, ya que es lo lógico, lo
justo.
Aquí, aún no hace mucho, decíamos que la
igualdad en los salarios de la misma categoría de trabajadores no es lo justo;
que lo justo es pagar mejor al que más lo merezca. En las buenas empresas
privadas, en puestos de trabajo de igual categoría, se les paga más a unos
profesionales que a otros, en relación con su valía o merecimiento, y a nadie
le extraña.
Sin embargo, en muchas empresas públicas de
servicios, como hospitales y colegios, se paga lo mismo a los buenos que a los
malos profesionales, y esto no es justo.
La justicia no está en la igualdad de
salarios sino en que cada profesional reciba según la eficiencia en su trabajo.
Estuvo y está aún de moda el que el salario
conste de una cantidad fija, y otra variable según los objetivos alcanzados
pactados previamente. Pero a algunos pensadores expertos, entre ellos Daniel H
Pink, autor de “La sorprendente verdad de lo que nos motiva”, les parece más
lógico que la cantidad variable no sea como incentivo, poniendo unos objetivos
previos, sino a posteriori.
Juan Carlo Cubeiro, presidente de
Eurotalent, en el prólogo de este libro, dice que el autor del citado librito
nos recuerda los estudios de Harry Harloww en los años cuarenta: “El
aprendizaje significativo y el desempeño eficiente se logran sin incentivos
especiales ni extrínsecos”, y los de Eward Eci a mediados de los setenta: “Cuando
se usa el dinero como incentivo externo los sujetos pierden interés intrínseco
por la actividad”. Y continúa. Entonces, ¿el dinero no es un motivador? Daniel
H Pink lo deja muy claro, dice que sí, pero de una forma diferente a la que
pensamos. Si un profesional no cobra lo que necesita, no va a contribuir como
podría; ha de cobrar lo suficiente como para que el dinero no tenga nada que
ver con su trabajo, y si recibe variable (lo que es justo, por supuesto) ha de
ser a posteriori, no como incentivo. Según el autor de “La sorprendente verdad
de lo que nos motiva”, las claves de la motivación interna son tres: la
autonomía (el deseo de dirigirse uno mismo, de contribuir decisivamente), la
maestría (llegar a dominar la disciplina por la que tenemos vocación) y el
propósito (la misión, la visión y los valores de la compañía). Las
organizaciones en aprendizaje, las meritocracias, las empresas que saldrán fortalecidas
de esta crisis, son “maximizadores de propósito, no de beneficio”.
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