Para ser feliz


“La verdadera felicidad consiste en hacer el bien” (Aristóteles)


 “Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad” (Pearl S. Buck)


    El otro día leía en elmundo.es un artículo de Pilar Arranz que titulaba “El decálogo para ser feliz”, basado en las diez recomendaciones que hace María Jesús Álava en su obra “Las tres claves de la felicidad”, y, de las diez, la primera y más importante, según ella, era perdonarnos a nosotros mismos (puede ver esta y las otras nueve que hace la novelista al final de este escrito). Aunque a mí me parecen más interesantes los ocho rasgos comunes que distinguen a la gente que es feliz, según el libro The How of Happiness: A New Approach to Getting the Life You Want, de la autora y profesora de la Universidad de California Sonja Lyubomirsky:

1. Pasan gran cantidad de tiempo con su familia, seres queridos y amigos.

2. Se sienten bien y agradecidos por todo lo que tienen.

3. Suelen tener predisposición a ayudar y echar una mano a la gente de su entorno.

4. Son optimistas al imaginar su futuro.

5. Saborean los placeres de la vida y la situación en la que se encuentran.

6. Suelen practicar deporte de forma constante.

7. Tienen principios sólidos y son perseverantes ante sus objetivos.

8. Ante los momentos complicados y situaciones de tensión tratan de mantener la calma y plantar cara a la dificultad.


    Tal vez lo de perdonarnos a nosotros mismos no es nada nuevo porque ya José Luís Sampedro dijo antes algo parecido: “No me interesa la felicidad. Pero no exigir demasiado hace más fácil llevarse bien con uno mismo, que es mi sustituto de la felicidad”. Y mucho antes, Erasmo de Rotterdam señaló que la felicidad consiste, principalmente, en conformarse con la suerte; es querer ser lo que uno es, dijo también.

    Un artículo que leí también recientemente de Carlos Manuel Sánchez, “Dinamarca. Un mundo feliz”, publicado en el XL Semanal, el dominical que viene los domingos con “La Voz de Galicia”, decía que los daneses son los ciudadanos más felices del mundo, según el último Informe Mundial sobre la Felicidad elaborado por la ONU, y anotaba las ocho características que les hacen más felices. Cuatro de las ocho me llamaron la atención: disfrutan de pequeñas cosas, buscan que todos tengan las mismas oportunidades, tienen el nivel de corrupción más bajo del mundo y tienen confianza (dejan a los bebés solos en los cochecitos a la puerta del super). He estado en Copenhague dos o tres veces y me lo creo, porque me parecieron gentes sencillas que se mueven por la ciudad en bicicleta, y esta es, o así lo creo, una característica importante para ser feliz: conformarse con llevar una vida humilde, sin necesidad de grandes cosas (a esto me refería, no a moverse en bicicleta, aunque también esto tal vez ayude a ser feliz).   

    Pero creo que no existen claves para ser feliz, porque las causas que nos hacen felices cambian con el paso de los años. Y nadie fue feliz todos los días de su vida, salvo acaso los imbéciles. No sé es feliz todos los días, aunque se perdone uno a sí mismo cada minuto. Molière decía que la felicidad ininterrumpida aburre y debe tener alternativas,

    Los motivos que nos hacen felices son diferentes a distintas edades. Hace pocos días era enormemente feliz tomando unas sardinas asadas, en el pueblo donde viví de niño con mis padres, acompañado de mi familia y amigos. Estoy casi seguro que todos los que me acompañaban eran también felices pero el grado de felicidad era distinto en cada uno. Estoy seguro que el niño que veía unos días antes en la playa llenando su cubo de arena con la pala era feliz. Lo mismo que los otros niños que estaban a su lado cavando un gran hoyo para que luego la marea lo llenara de agua. Y dejaban de serlo en el momento que le tiraban la arena del cubo al uno o le rellenaban el hoyo con la arena que habían extraído antes a los otros.

    Si la inteligencia es resolver bien, adecuadamente, los problemas que a uno le van surgiendo a lo largo de la vida, la felicidad es realizar proyectos y conseguir la mayor parte de los objetivos, pequeños o grandes, que uno se va proponiendo también a lo largo de la vida y disfrutar de cosas sencillas, como charlar con la familia y los amigos mientras se comen unas sardinas asadas. La infelicidad probablemente surja cuando uno hace planes y se propone objetivos que no están al alcance de sus posibilidades. 

    Creo que la felicidad también está relacionada con los genes, aunque no sé si en el porcentaje del 40 por ciento que dijo Luís Rojas Marcos. Fíjese en padres e hijos que se parezcan y verá que suelen tener talantes y bienestares parecidos. Si ahora pienso en amigos o conocidos veo que sus hijos son afines a ellos en cuanto a felicidad. Claro que no puedo saber en qué porcentaje ha influido la educación que les han dado en la niñez.

    En resumen, en mi opinión, para ser feliz es necesario disfrutar de buena salud, llevar una vida recta y saludable, tener paz interior por ser buena persona, quererse a uno mismo pero aprender de los errores que vayamos cometiendo, tener poco o nada en cuenta las opiniones (malvadas) de los demás y mucho las (buenas) de las personas que nos quieren, no dejar de hacer proyectos ni de ponernos objetivos a conseguir, y disfrutar de las pequeñas cosas o, mejor aún, disfrutar, complacernos con lo que estemos haciendo en cada uno de los momentos de nuestra vida. Esto creo que vale para todas las edades. Pasados los cincuenta, las charlas relajadas con la familia y los amigos mientras se toma una apetitosa comida con un buen vino (o sin él) son uno de los goces que pueden hacernos muy felices.

    Es imposible decirlo mejor que Benjamin Franklin: "La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días". Aunque no sé lo que era para él la felicidad. Si sé lo que es para mí. Creo que ya lo dije.

Postdata: Lo que dijo Aristóteles (frase superior) debe ser muy acertado. Soy inmensamente feliz, y seguro que todos mis compañeros de profesión también, cuando algún paciente que he atendido ahora o en el pasado me para en el hospital o por la calle para darme las gracias por haberle diagnosticado correctamente y curado. Ya sé que hacerlo bien es mi obligación, pero cuando me lo recuerdan y muestran su agradecimiento siento mucha alegría y felicidad.

www.clinicajoaquinlamela.com



"El decálogo para ser feliz", basado en las diez recomendaciones que hace María Jesús Álava en su obra “Las tres claves de la felicidad”:

1.      Si aprendemos a perdonarnos la vida nos pertenecerá, si no, será el fracaso del ser humano.

2.   Los fallos nos permitirán seguir avanzando y aprendiendo. Debemos ser indulgentes con nuestros errores.

3.      Perdonar a los demás nos libera del desgaste que provoca el resentimiento.

4.      No podemos cambiar el pasado pero sí el presente; depende de nuestra voluntad.

5.      La inteligencia emocional se asienta en la tolerancia, el respeto y la flexibilidad.

6.      Perdonarnos aumenta nuestra autoestima.

7. Cuando superamos la inseguridad nos hacemos dueños de nuestra vida, dejan de condicionarnos las opiniones de los demás.

8.      Solo falla el que intenta algo. Una persona segura admite sus errores y aprende de ellos, sin sentirse fracasada.

9.      Hay que mantener a los envidiosos lejos, no darles confianza y mostrarnos indiferentes ante sus provocaciones.

10.  Todo se resume en tres puntos: perdonarnos el pasado, asumir el presente y convertirnos en nuestros mejores amigos.







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