Fernando Ónega
"La ironía es una tristeza que no puede llorar y
sonríe" (Jacinto Benavente)
Acabo
de recibir por correo electrónico el artículo que he reproducido más abajo y
que escribió este afamado periodista de Lugo en La Voz de Galicia hace
pocos días, el 20 de febrero de 2014. Me ha gustado tanto, que me pongo a
escribir sobre su autor después de habérselo reenviado a un amigo y a mi
familia.
Hace mucho leí por primera vez algún artículo
de Fernando Ónega en el periódico “Arriba”, del que era subdirector, que mi
suegro compraba a veces. Sus artículos ya me parecieron de aquella muy buenos,
escritos por alguien que parecía muy sensato, con un gran sentido común. Mucho
más tarde comencé a escucharle en la radio, opinando sobre temas de actualidad,
y casi siempre estaba de acuerdo con la mayor parte de lo que decía y como lo
decía.
Nunca noté en él lo que en muchos otros
periodistas: creerse en posesión de la verdad. Después de exponer su impresión
sobre cualquier asunto, a continuación reconocía que las cosas podían ser
distintas a como él las pensaba. Muchas veces se adornada con la ironía, y con
el no saber si estaba subiendo o bajando (la escalera), característica tan
peculiar de los gallegos.
Después le conocí cuando fui invitado por Manuel Torre Iglesias al
programa “Saber Vivir”, de TVE. Allí, en un espacio de pocos minutos, leía su
opinión sobre alguna cuestión o asunto interesante que estaba sucediendo en
aquel momento o acababa de suceder. En algunas ocasiones, recuerdo a Manuel Torre Iglesias
diciéndole que pusiera más garra a lo que leía. Pero él no era vehemente y
seguía diciéndolo, leyendo, a su aire, con tranquilidad. Todas las veces que
participé en aquel programa, y después también en el mismo con el nombre de “La
Mañana”, que dirige Mariló Montero, hablaba con él de la marcha de la política
en Galicia, y siempre opinaba con exquisita sabiduría, sin ser categórico, con
dudas, sobre unos y otros políticos.
Sigue participando ahora en este programa
de TVE, en una tertulia donde se tratan a diario diversos temas de actualidad,
y estoy seguro que sus apreciaciones son muy tenidas en cuenta por todos los
participantes y la moderadora.
Había oído que su relación con Rajoy era
fría, distante, y alguna otra cosa pero me la callo porque puede no ser cierta.
En cualquier caso, este artículo, que transcribo más abajo, el mejor que leí de
él en mucho tiempo, ojalá no sea de los últimos que escriba en La Voz de Galicia
porque le suceda lo mismo que a otros políticos y periodistas que dijeron o
escribieron cosas que no le gustaron al todopoderoso Mariano Rajoy. Un ejemplo
significativo, y de los últimos, el del director de “El Mundo”, Pedro J.
Ramírez.
Me contestó mi amigo diciéndome: “¡qué
horror!”, y que ya lo había leído, y una persona de mi familia: “¡qué bueno el
artículo, qué vergüenza de país!”.
Hacia la ocupación
total
Fernando Onega
La
dirección de La Voz no me encomendó esta columna para repartir felicitaciones a
nadie, y menos a la clase política. Pero el director me disculpará que hoy haga
una excepción, porque es preceptivo felicitar al PP por la cantidad de talento,
valía profesional y excelencia política y empresarial que se encuentra en su
militancia más eximia. Por si alguien tiene dudas de esas altísimas cualidades,
los próximos nombramientos en Enagás las despejan de forma contundente: tres
veteranos militantes y otras dos personas que ostentaron altos cargos en las
Administraciones del PP van a ser designados consejeros de esa empresa
energética. Los cinco nombres de la
gloria son: Antonio Hernández Mancha, Ana Palacio, Isabel
Tocino, Luis Valero y Gonzalo Solana.
Como es natural, todos ellos (y ellas)
serán designados por su amplia experiencia en el sector energético y
concretamente en el especializado ámbito del gas. No acceden a ese consejo por
ningún vínculo político ni ideológico. Estoy convencido de que sus biografías y
preparación técnica han sido examinados con todo rigor y comparados con otros
posibles aspirantes. Aunque el control accionarial de Enagás corresponde a la
estatal SEPI, eso no significa en modo alguno que se deje manejar por los
poderes públicos ni que haya una intención oculta de tener en el consejo
personas próximas al Gobierno por lo que se pueda necesitar. El hecho de que el
Ministerio de Industria esté preparando una reforma del sector del gas es una
pura casualidad.
También merece sincero elogio la entrada de los cinco
en bloque. En tromba, que se suele decir en estos casos. Podía hacerse nombre a
nombre, que era más disimulado y levanta menos sospechas. Pero no: sinceridad
ante todo. Cuando se entra a administrar una empresa estratégica, se entra con
toda la escuadra, no sea que después no haya segunda oportunidad. Si se trata
de ocupar, se ocupa, que para ello se habló de la nueva derecha española como
«la derecha sin complejos». Ya está bien de andar con timideces en esto de la
ocupación de organismos, instituciones y ahora empresas. Hay que hacerlo por
las claras y sin tapujos. Eso es anticiparse a la Ley de Transparencia.
Y cierro estos elogios con un último
testimonio de satisfacción por el progreso de la democracia. Cada vez está más
claro nuestro poder como votantes. Cuando depositamos un voto en la urna cada
cuatro años, no estamos eligiendo solo un Parlamento ni un Gobierno municipal,
autonómico o nacional. Estamos eligiendo administradores de empresas. Cada día
es más perfecto nuestro sistema representativo. Y más abierto. Y más libre de
injerencias y caprichos del gobernante. Estamos alcanzando la máxima
perfección.
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