Los cuernos




"El adulterio es justificable: el alma necesita pocas cosas; el cuerpo muchas" (George Herbert (1593-1633). Poeta religioso inglés).




    “Una vez infiel, siempre infiel”. ¿No estaremos exagerando? ¿Acaso estamos generalizando un comportamiento que distingue a algunos, pero no a todos los que se han echado una cana al aire? Hay quien opina que la infidelidad es un arte que puede aprenderse, pero también que la verdad, al final, siempre se sabe.
    Así comenzaba un artículo de Laura Martínez, que creo haber leído en la web de El Mundo. Pero lo que más me llamó la atención del artículo fue esto: "Según una encuesta de Sigma Dos, para el 50 por ciento de las mujeres el cibersexo no equivale a infidelidad, mientras que 80 por ciento de los hombres piensa igual. El 81 por ciento de las mujeres confiesa que coquetea con sus compañeros de trabajo y dos de cada tres aseguran que tienen pensamientos sexuales con ellos. Según otra encuesta de Sigma Dos, el 20 por ciento de las mujeres españolas declara que no engaña a su pareja "pero estaría dispuesta a hacerlo si tuviera la oportunidad". Y esto otro: "En promedio, las estadísticas de infidelidad aseguran que 60 por ciento de los hombres son infieles frente al 40 por ciento de las mujeres que siguen sus pasos. Sin embargo, de acuerdo con el primer estudio sobre conductas y preferencias sexuales de usuarios de Internet en España, las mujeres son más infieles que los hombres (50 por ciento frente al 44 por ciento) y también más apasionadas: 65 por ciento exterioriza más las emociones en el momento del clímax, frente a 27 por ciento. Un estudio del Journal of Couple and Relationship Therapy asegura que entre 45 y 55 por ciento de las mujeres casadas son infieles". Por lo que se ve, Joaquín Sabina puede estar equivocado, porque dijo: los hombres engañan más que las mujeres; las mujeres, mejor.
    Y todo esto me hizo pensar. Es decir que, cuando estoy con mi amigo y nuestras dos mujeres, parejas se dice ahora, es posible que una de las dos nos los haya puesto o nos los esté poniendo ahora al uno u al otro. Cuando digo poniendo, me refiero a los cuernos. Bueno, esta es lo primero que se me ocurrió, por el cálculo estadístico según lo publicado en esta revista británica.
    Pero seguí pensando y haciéndome preguntas. ¿Son igual de infieles todos los hombres y todas las mujeres? Y si no lo son, ¿lo serían con las mismas oportunidades? A esta última pregunta, con respecto a las mujeres, la respuesta de las que conozco y se lo he preguntado es que no. Yo no estoy tan seguro de que sea así.
    Hace unos años, en las revistas del corazón aparecía casi cada semana un affaire, en el que uno o los dos estaban siendo infieles a sus parejas. Bueno, aún siguen apareciendo ahora. Vea, si no, lo sucedido hace pocas semanas en Francia con el mismísimo presidente François Hollande. Y, en estas aventuras sentimentales, casi siempre se trataba y trata de una mujer joven y guapa, y un hombre con más años y mucho dinero (o poder). Ahora ya se encuentran también en esas revistas, cada vez con mayor frecuencia, affaires de mujeres maduras, casi siempre con mucho dinero, con hombres más jóvenes y apuestos.
    Con respecto al primer caso, siempre defendí que esas mujeres jóvenes y guapas no eran (ni son) más busconas o alegres -no sé si estas palabras están bien empleadas, pero no las encontré mejores- que las demás mujeres, sino que tenían (y tienen) más oportunidades o posibilidades de serlo. Imagínese una preciosa flor y los poderosos abejorros girando a su alrededor. ¿Acaso no es normal que se acabe dejando libar el néctar por alguno de ellos? ¿No haría lo mismo una no tan atractiva flor si se le acercara el mismo número de apuestos moscardones?
    Otro ejemplo. Según leí en un semanal hace poco, el atractivo actor Leonardo DiCaprio, ahora aún más de moda por su fenomenal papel en “El lobo de Wall Street”, salió con las modelos más bellas del mundo en los últimos años. Pude ver las fotos de ellas en la misma revista y eran ocho o nueve mujeres jóvenes hermosísimas. No sé si algunas les pusieron los cuernos a sus parejas mientras salían con él, pero lo que parece claro es que otras mujeres, no tan hermosas, no tuvieron ni tienen la oportunidad de poder salir con DiCaprio, y por tanto no se puede saber si harían o no lo mismo. Es decir, si podrían llegar a ser infieles a sus parejas. También hace poco se publicó en la prensa que se había sabido, por el escándalo de las escuchas telefónicas ilegales de News of the World en el Reino Unido, que Daniel Craig, el último James Bond o agente 007, le había sido infiel a su pareja con otras dos mujeres, una de ellas la famosa Kate Moss.
    Sigamos con Leonardo DiCaprio y Daniel Craig. ¿Son más buscones (empleo la misma palabra en masculino, para significar lo mismo que la que empleé para las mujeres, pero me llamó la atención que el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española no le da el mismo significado que para el femenino) o más infieles estos dos actores que los demás hombres de su misma edad, o tienen muchas más (hermosas) oportunidades? No lo sé. ¿Usted lo sabe? Bueno, si sé que tienen más posibilidades para acabar siéndolo, por ser apuestos, buenos actores, famosos, y tal vez también por tener mucho dinero.    
    Terminaré con la primera bienaventuranza que decía, allá por la década de los 70 del pasado siglo, el dueño irreverente de un bar situado cerca de la plaza de María Pita de La Coruña que se ponía un traje de obispo, cuando ya estaba preparada la queimada y comenzaba a llenar las copas de los clientes: "Bienaventurados los vikingos, porque ellos tenían los cuernos postizos". Desde aquellas fechas defendí mi ascendencia vikinga. Y me alegré cuando, en una visita a Dinamarca, corroboré que era verdad. Según un buen conocedor danés de la historia de sus antepasados, los vikingos salían de los países nórdicos en barco hacia el Mediterráneo y su primera parada era en Finisterre. Aquella información explicaba por qué la mayor parte de los jóvenes de mi edad en la Costa da Morte éramos rubios. Y, ¿fue debido a que nuestras antepasadas eran más alegres que las mujeres castellanas, por poner un ejemplo, o porque habían tenido la oportunidad de conocer a los rubios, apuestos y vigorosos vikingos?   
    Como ya está cerca la fecha en la que celebrará el enamoramiento eterno con su pareja, por favor, no se enfade conmigo si no está de acuerdo con ninguna de las insinuaciones anteriores. Tal vez lo haya hecho para provocarle, y para que piense y se entretenga dentro de su casa, sin poder salir, si vive en esta hermosa pero lluviosa región del noroeste de España. O quizás haya sido contagiado por la oscuridad que tenemos ahora en Galicia, que durará el resto de febrero y todo el mes de marzo, según los meteorólogos. Ojalá estén aún más desatinados que yo.  

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