¿Quién manda?


“Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo” (Napoleón).



“La fuerza de las mujeres depende de que la psicología no puede explicarla. Los hombres pueden ser analizados; las mujeres sólo pueden ser amadas” (Oscar Wilde)


    No soy capaz de saber que años tendría, pero andaría por los diez o doce. Ese día había habido un entierro en Quilmas, la aldea donde vivía con mis padres. Al enterrar al difunto, los hombres, como hacían siempre que había un entierro, se quedaron en la taberna del pueblo, la única que había, jugando a las cartas y bebiendo vino, coñac o aguardiente. Algunos bebían hasta emborracharse.
    Los chicos jugábamos fuera de la taberna o estábamos sentados en unos bancos de piedra que había en el exterior. Cerca pasaba la carretera, pero en aquella época pasaba un coche cada dos o tres horas. No soy capaz de saber tampoco si era en verano o en otra época del año, pero estaba anocheciendo o ya era de noche.
    Una vecina que yo conocía muy bien ⸺éramos y son muy pocos vecinos también hoy en Quilmas⸺, llegó al bar y desde la puerta avisó a su marido para que fuera a cenar. Casi no pasó el marco de la puerta abierta Posiblemente ya conocía muy bien el excesivo apego de él por las bebidas alcohólicas. Ella, después de decirle que fuese a cenar, salió. El marido, que también yo conocía muy bien, se levantó de la silla, dejó las cartas sobre la mesa, y salió también. Pensé que se iría para casa con su mujer. La alcanzó poco después de haber salido ella, donde los chicos estábamos jugando, y le dio una fuerte bofetada en la cara. Ella se calló, no dijo nada, y se fue.
    Fue una de las escenas más desagradables que he presenciado en mi vida. La recuerdo frecuentemente cuando oigo o leo noticias de malos tratos y asesinatos de hombres a sus parejas.
    He visto discutir a mi padre con mi madre, cuando era niño, pero nunca he visto violencia por parte de ninguno.
    Creo que aquella mujer de mi aldea y muchas otras aguantaban el maltrato porque en aquella época, al menos allí, era el hombre el que traía el dinero a casa porque salían a pescar todos los días que hacía buen tiempo. Ellas trabajaban en casa y en el campo, tanto o más que ellos, pero su trabajo no se vendía y no traían dinero a casa.
    Hoy las cosas han cambiado. En la mayor parte de las parejas trabajan los dos. La mujer ya no tolera, afortunadamente, no tiene por qué tolerarlo, el maltrato.
    Y ahora viene lo más difícil. En mi opinión ―sé que, aunque estuviese acertado, no puedo generalizar― en la mayor parte de las parejas que conozco es la mujer la que siempre se sale con la suya. Es decir, se acaba siempre o casi siempre haciendo lo que ella dice.
    Hay un detalle ⸺ya sé qué pensará que es una estupidez⸺ que he comprobado en muchas parejas que conozco. Si tienen que estar listos los dos a una hora para salir de casa, para asistir al cine, coger un taxi para ir a la estación, ir a una boda, etcétera, casi siempre se retrasa ella; es casi siempre el hombre el que tiene que esperar por ella. Y no hay quien me convenza de que no lo hacen para decir quién manda. No me vale la explicación que dan las mujeres del porqué se retrasan. Dicen que es porque les lleva más tiempo arreglarse. ¿No pueden empezar antes?  
    Ahora, ya con muchos años a cuestas, trato de seguir la opinión que me dieron no hace mucho tiempo dos grandes amigos: que deje hacer, sin protestar, porque me irá mejor. Y también ⸺esto me cuesta más⸺ la recomendación de Chiquito de La Calzada. Cuando le preguntaron en una entrevista cual era el secreto de llevar tantos años con su mujer, respondió: cuando me echa la bronca, siempre hago lo mismo, me callo.

P.D.: En verano hace mucho calor y se dicen más tonterías. Quería escribir de algo… Por favor, no se lo tomen en serio. Pocas mujeres estarán de acuerdo. Y ellas siempre o casi siempre tienen razón.


     

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