Las mujeres y la (sin)razón






Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo” (Napoleón)








    Tuve problemas para titular lo que quería escribir, después de haber estado hace unos días en la boda de la hija de unos amigos. Y, aunque esté mal encabezado ortográficamente, me pareció bien titularlo así.
    Su hija, una joven preciosa, se casaba con un joven también apuesto. Después de la ceremonia religiosa, en el recinto de una bella iglesia, se celebró el convite en un hermosísimo monasterio de Orense. Me llamó la atención ver, a los ya marido y mujer, como al levantarse y caminar a las distintas mesas de convidados para compartir su alegría con ellos, era ella, con su elegante caminar, quien iba siempre delante marcando los desplazamientos de una mesa a otra. El ya marido la seguía, encantado, detrás. Y pensé que era una demostración de lo que a él le esperaba, lo mismo que nos pasó a los demás.
    Un poco antes, había ratificado lo acertado de mi reflexión. Habíamos quedado con otros amigos, mi mujer y yo (un inglés diría, yo y mi mujer), que también habían sido invitados a la boda, para que nos llevaran en su coche a la iglesia donde se celebraba la ceremonia. Me extrañó que mi mujer estuviese lista a la hora en que habíamos quedado con ellos. Llegaron un poco tarde porque la mujer del amigo se retrasó por haberse olvidado de algo. Siempre se olvidan de algo en el último momento para que los hombres tengamos que esperar y retrasarnos por su culpa. Lo hacen adrede para decir quién manda.
    Viajábamos en el coche hacia la ermita. En algunos cruces o rotondas, cuando había dudas por donde ir, la señora de mi amigo siempre opinaba, antes que él, que vía debía coger, aunque no tuviese seguridad alguna. Me di cuenta que también en eso se parecía a la mía. Incluso en lo que viene a continuación. Si no es la vía por la que dicen y te equivocas por haberle hecho caso, esta es siempre su respuesta: “yo no te dije que fueses por aquí, fuiste tú quien la cogió”.
    Estos son unos ejemplos. Podría poner muchos más. Y esto no sucede por casualidad. Cada vez tengo menos dudas de que es para decirnos que mandan ellas.  
    Hace poco contratamos a unos albañiles del pueblo para remozar la casa que me dejaron en herencia mis padres. Al principio opiné sobre cómo reformarla y no llegaba a acuerdos con mi mujer. Un gran amigo, que suele dar buenos consejos, me dijo que le hiciera caso a mi mujer, que hiciésemos las reformas como ella quisiese, porque al final, de un modo u otro, se saldría con la suya. Le hice caso, la obra va sobre ruedas, y como ella quiere.
    A Chiquito de la Calzada le preguntaban en una entrevista en TV acerca del secreto de su duradero matrimonio. Respondió: cada vez que mi mujer me riñe o llama la atención por estar en desacuerdo conmigo en cualquier cosa, me callo, no respondo, no digo nada.
    Eva fue hecha de la costilla de Adán. Por eso las mujeres son duras y obstinadas. Habría hecho mejor Dios haciendo a Eva de un trozo de la piel de Adán. Serían más blandas. No sé si nos iría mejor… 
    No soy misógino. Me encanta la belleza de las mujeres, su femineidad y coquetería, y muchas otras cualidades que poseen, pero me gustaría que mandasen menos. Ni puedo decir, en broma, que me encantó ver como en Estambul los señores iban delante y sus tres o más mujeres los seguían, detrás…

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