Desmantelando el marketing farmacéutico









“Si pusiéramos estiércol en una cápsula, la venderíamos al 90% de estos doctores” (Harry Loynd, presidente de Parke, Davis and Company, 1951-1967)






La industria de los fármacos psiquiátricos legales ha crecido con fuerza gracias a la propagación agresiva de información falsa. La industria farmacéutica dispone de recursos prácticamente ilimitados, fuerza política, habilidad publicitaria y ambición para buscar nuevos mercados y mayores beneficios. Sin embargo, todo podía cambiar en un instante si los políticos tuviesen motivación para ello. Ninguno de los cambios políticos enumerados a continuación sería difícil de llevar a cabo.

    Una docena de formas de frenar a la industria farmacéutica:
  • Acabar con la publicidad directa al consumidor en TV, revistas o Internet.
  • Acabar con las fiestas, cenas, regalos promocionales y formación médica a doctores o estudiantes de medicina, promovidas por la industria farmacéutica.
  • Acabar con el apoyo financiero a las organizaciones médicas profesionales.
  • Acabar con los agentes comerciales que se congregan en las salas de espera de los médicos.
  • Acabar con las muestras gratuitas.
  • Acabar con la publicidad fuera de uso.
  • Acabar con las invitaciones a líderes de opinión para que formen parte de comisiones y editoriales de revistas.
  • Acabar con la financiación de la industria farmacéuticas a las agencias estatales de control de medicamentos.
  •  Mayores multas y sanciones penales por actividades ilícitas a los ejecutivos y a las empresas.
  • Reducción de la protección de patentes a las empresas que infringen la ley.
  • Acabar con el respaldo financiero a los grupos de defensa de los consumidores.
  • Acabar con las campañas de concienciación de enfermedades.
  • Acabar con las aportaciones ilimitadas y secretas a los políticos.
  • Tres años de cuarentena antes de que los políticos, empresas y burócratas implicados en el establecimiento y el control de la regulación de las compañías farmacéuticas puedan incorporarse a una empresa farmacéutica como directivos o empleados.

(Extraído de «¿Somos todos enfermos mentales?», Allen Frances)
  



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