Un trepa





“Nada perjudica tanto a una nación como que la gente astuta se haga pasar por inteligente” (Francis Bacon)






    Recientemente he leído que un trepa es una persona con pocos escrúpulos, que se vale de cualquier medida para prosperar, o una persona que intenta ascender profesional o socialmente aprovechando cualquier circunstancia y sin importar lo que utilice para ello. E inmediatamente he pensado en él. Y paso a relatárselo en primera persona.

    “Siempre he alcanzado los puestos de trabajo -lo de trabajo, es un decir, porque nunca fui muy trabajador, más bien hacía que lo pareciese- que me he propuesto (bueno, no le voy a decir si aún me había propuesto otros mejores), no solo sin merecerlos, sino también habiendo pasado por encima de personas que lo merecían mucho más que yo, por ser infinitamente más valiosas.

    Y si me pregunta como lo he conseguido, intentaré aclarárselo. Mi formación como médico especialista había sido en un hospital provincial de baja categoría, donde no ingresaban más que enfermos con casi exclusivamente una o dos enfermedades de la especialidad, en el que los encargados de la formación de médicos residentes tampoco eran excelentes especialistas, y, porque no decirlo, tampoco yo trabajé y estudié mucho para compensar esas otras deficiencias. Pero había hecho una cosa muy bien: todos los demás médicos del hospital “me apreciaban”, no por mi categoría profesional sino por mi campechanería, incluso porque creían que era una buena persona. Bueno, esto era lo que creían porque me había encargado, de una forma muy bien planificada, de que pensasen así, aunque no lo fuese, que no lo era.

    Como allí iba ser difícil conseguir lo que siempre desea un trepa, que es escalar puestos, obtuve una plaza de médico especialista en un hospital de similar categoría en otra provincia. Y allá me fui.

    Este hospital de la otra provincia, de características parecidas a las del que provenía, estaba dirigido por un médico de una gran categoría profesional y humana. Allí, con infinitamente menos valía profesional y humana que el médico director del hospital, cuando aún llevaba poco tiempo, aproveché la coyuntura política, es decir, cuando gobernó en la región el partido político del que era simpatizante, para que lo destituyeran y me colocaran a dedo injustamente en su puesto. Recuerdo que el caso fue muy comentado por los trabajadores del hospital y los médicos de los otros hospitales de la provincia, pero después, cuando se olvidaron de lo sucedido, hablaban bien de mí, no por mi valer como médico ni como director, sino, una vez más, por mi afabilidad.

    Allí estuve unos años hasta que el hospital se integró en los otros dos de la provincia de mayor categoría y desapareció el puesto de director. Entonces, me hicieron médico especialista en el servicio del hospital provincial principal y, porque no estaba suficientemente bien formado en técnicas y atención de enfermos agudos de la especialidad, me destinaron a una consulta.

    Y una vez más comencé a urdir como trepar para poder llegar a ser el jefe de servicio. Otra vez, con mi campechanería, apoyé disimuladamente, hábilmente, a los que no tenían buena relación con el jefe del servicio -el servicio, del que después fui jefe durante diez años hasta que me retiré, era uno de los mejores del hospital, sino el mejor, pero el staff médico no estaba contento porque trabajaba más y no cobraba peonadas u “horas extras” como otros médicos del hospital que trabajaban menos, y el jefe era poco campechano- para conseguir que la dirección del hospital lo cesase. Ya lo habíamos intentado anteriormente, pero esta vez nos aprovechamos del director que estaba en ese momento, de características similares a las mías en cuanto a lo de trepar, y que también había sido colocado en ese puesto por el partido del que los dos éramos simpatizantes. Y digo de características similares a las mías porque unos días antes de cesar al buen profesional que dirigía el servicio le dijo “que como iba a cesarlo, cuando era el mejor servicio del hospital”. Entonces, seguí con mi planificada estrategia y les dije al resto de los médicos que el mejor para desempeñar el cargo era otro médico más joven que yo, algo mejor formado en la especialidad pero no más inteligente y mucho menos astuto, y que era el que peor tragaba al anterior jefe. Al final, con mis hábiles maniobras, conseguí que todos me apoyaran para que la dirección me hiciera responsable del servicio, a pesar de que era el menos capacitado. Ahí estuve hasta mi retiro, a pesar de que les había dicho a los demás que sería por tres o cuatro años. Sin importar que el servicio hubiese empeorado en cuanto a la asistencia, que sí lo había hecho, porque a las direcciones de estas empresas públicas politizadas, nombradas por el dedo del superior político, no les importa la calidad que ofrezca un servicio médico. Solo les interesa que haya tranquilidad, y desde que yo me hice cargo del servicio, el resto de los compañeros han estado tranquilos, porque por mi escasa preparación no tenía potestad alguna para asignar o imponer labores a los demás y además conseguí peonadas para los staff y a uno, el que más intrigó para que la dirección cesase al anterior jefe de servicio, le conseguí, del mismo director amigo, el nombramiento como jefe de sección.

    Dijo muy bien Robert Burton que una buena conciencia es una fiesta permanente, pero los trepas como yo no sabemos lo que es la conciencia. La fiesta para los que somos de esta clase, que algunos llaman de personajillos, es aparentar y engañar, hacer creer a los de nuestra o parecida calaña y a los envidiosos del mérito, que servimos para algo, cuando solo valemos para conseguir lo que deseamos: escalar puestos sin merecerlos, y sin importar los medios.”

    Nuestro país está lleno de trepas como el que les he contado. Y esto acaba perjudicando enormemente a cualquier país como dijo Francis Bacon. Los hospitales y otras empresas públicas de España son dependientes del poder político, y, ahora, la mayoría o muchos altos puestos están ocupados por personajillos trepas como este, que han sido seleccionados por otros afines al partido político que gobierna y con los mismos méritos que los de ellos.

www.clinicajoaquinlamela.com


Comentarios

  1. Madre mia, conoce usted personalmente a mi jefe de Servicio por lo que veo! Que casualidad. ��

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  2. Madre mia, conoce usted personalmente a mi jefe de Servicio por lo que veo! Que casualidad. ��

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