Auctoritas y potestas




"Arréglese al estado como se conduce a la familia, con autoridad,competencia y buen ejemplo" (Confucio)





    En momentos difíciles, como los que estamos viviendo en nuestro país, es fácil cavilar e implicarse en alguna medida, aunque solo sea discutiendo sobre ellos con familiares o amigos. Todos los días leemos en los periódicos y escuchamos en la radio a los economistas analizando los problemas financieros actuales, intentando encontrar las causas de los mismos y sus soluciones. En estos, como en otros aspectos, el saber es más importante que la ideología.
    Según las últimas encuestas publicadas, la opinión de los ciudadanos de nuestro país sobre los políticos no es muy buena, sino todo contrario. ¿Está relacionada esta mala opinión con la auctoritas de los mismos? ¿Está relacionada su (escasa) auctoritas con la crisis económica que está afectando dramáticamente a los países del sur de Europa?
    En Wikipedia se dice que auctoritas en Derecho romano se entiende como una legitimación socialmente reconocida, que procede de un saber y que se otorga a una serie de ciudadanos. Ostenta la auctoritas aquella personalidad o institución, que tiene capacidad moral para emitir una opinión cualificada sobre una decisión. Si bien dicha decisión no es vinculante legalmente, ni puede ser impuesta, tiene un valor de índole moral muy fuerte. El término es en realidad intraducible, y la palabra castellana "autoridad" apenas es una sombra del verdadero significado de la palabra latina. Y se entiende por potestas el poder socialmente reconocido. Ostenta la potestas aquella autoridad, en el sentido moderno de la palabra, que tiene capacidad legal para hacer cumplir su decisión. El concepto se contrapone al de auctoritas o saber socialmente reconocido.
    Lo mejor sería que los ciudadanos considerasen que los políticos actuales tienen más auctoritas que potestas, pero desafortunadamente creo que no es así. Muchos políticos de nuestro país tienen potestas, pero pocos o ninguno tienen auctoritas o capacidad moral y saber socialmente reconocidos -competencia como decía Confucio- porque esta última cualidad hay que merecerla, no se logra al recibir la potestas.
    Pero a decir verdad, también creo que a la mayor parte de los políticos les importa más poseer potestas que auctoritas. Pero si esto es preocupante, más lo es mi opinión lo que sucede con los ciudadanos. Pienso que una mayoría de los ciudadanos aprecian y respetan más la potestas que la autorictas de los políticos. Esto lo saben los políticos y por eso prefieren la potestas que la auctoritas. Les pondré un ejemplo: cuando se celebra un congreso o conferencia de médicos, lo organizadores se desviven porque la inauguración sea realizada por un personaje político, con potestas, aunque no tenga autorictas.
    Esta disminución del valor de la auctoritas en nuestro país también se ha dado en el ambiente de los médicos. Durante mi estancia de formación, en la especialidad clínica que ejerzo, los médicos residentes conocíamos muy bien, entre todo el personal médico, quienes tenían auctoritas sin potestas, quienes tenían auctoritas y potestas y quienes tenían postestas sin auctoritas. Y por supuesto, respetábamos mucho más la auctoritas que la potestas de nuestros superiores o jefes. Permítanme nombrar a los doctores Morales (nefrólogo), Ochoteco (cardiólogo) o Martino (cirujano), médicos adjuntos en cuanto a potestas, en aquella época de los 70 en el Hospital Marqués de Valdecilla de Santander, pero los más reconocidos en cuanto a auctoritas por su saber, competencia, y ejemplo.
    En los últimos años también esto ha cambiado en los círculos hospitalarios, y ahora, al menos en el hospital que mejor conozco, ha disminuido el respeto de los médicos por la auctoritas de los doctores que la poseen. Además, el número de médicos que poseen las dos condiciones, auctoritas y postestas, en los ámbitos hospitalarios ha disminuido con respecto a fechas anteriores, porque el poder político ha irrumpido en los hospitales. Y los políticos que no poseen auctoritas, tampoco la premian.
    Por otra parte, los médicos con auctoritas no son cómodos para la potestas de los políticos. Por eso, muy acertadamente desde mi punto de vista, decía recientemente el ex consejero de Sanidad de Madrid, Juan José Güemes, que la administración pública debe retirarse de la sanidad porque los gobiernos son un obstáculo para la eficiencia. Esto no significa que deba desaparecer la sanidad pública, sino el poder político de los hospitales.
    Señalaba anteriormente que los ciudadanos no les reconocen auctoritas a la mayoría de los políticos. Carlo M. Cipolla, historiador económico italiano, en la segunda parte - Las Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana- de su maravilloso librillo “Allegro ma non troppo”, en el capítulo estupidez y poder, dice lo siguiente: “la capacidad de hacer daño que tiene una persona estúpida depende de dos factores principales. Antes que nada depende del factor genético. Algunos individuos heredan dosis considerables del gen de la estupidez, y gracias a tal herencia pertenecen, desde su nacimiento, a la élite de su grupo. El segundo factor que determina el potencial de una persona estúpida procede de la posición de poder o autoridad que ocupa en la sociedad. Entre los burócratas, generales, políticos y jefes de Estado se encuentra el más exquisito porcentaje de individuos fundamentalmente estúpidos, cuya capacidad de hacer daño al prójimo ha sido (o es) peligrosamente potenciada por la posición de poder que han ocupado (u ocupan)”.
    Los políticos con auctoritas, si los hay, deberían recordar todos los días lo que decía Albert Einstein, “dar ejemplo no es la mejor forma de influir en los demás, es la única forma”. Los que la tengan, por el bien de todos, no la echen a perder.

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