Mascarillas, ¡cuánta salud nos habéis dado!
“Un enfermo pega el mal a veinte sanos y mil sanos no pegaron jamás salud a
un doliente” (Francisco de Quevedo).
Tal vez muchas personas no estén de acuerdo con el título. Aquellas a
las que le resultan incómodas, otras que dicen que respiran peor con ellas, y
algunas menos que dicen que les producen irritación en la piel de la cara o le
molestan en las orejas.
Antes de esta epidemia, los médicos en los hospitales nos poníamos las
mascarillas cuando atendíamos a pacientes con enfermedades contagiosas, como la
tuberculosis pulmonar, y los cirujanos siempre las ponen cuando operan.
Todos conocemos que muchos ciudadanos asiáticos utilizaban mascarilla en
el exterior desde antes de la covid-19. Se decía que era porque en sus ciudades
hay mucha contaminación, pero probablemente las usaban también para evitar el
contagio de las infecciones respiratorias.
Entonces, ¿cuál es la razón del título? Este invierno casi no ha habido
casos de gripe y muy pocos resfriados y bronquitis agudas en la población.
Estas tres enfermedades víricas respiratorias se transmiten de forma similar a
la covid-19. ¿Y, a qué se ha debido? Sobre todo, a las mascarillas, y también al
lavado frecuente de manos, a la distancia social y haber evitado las
aglomeraciones.
Esto, lo hemos notado muy bien los médicos neumólogos. Muchos de los
enfermos que acudían a nuestras consultas durante los meses de otoño e invierno
sufrían resfriados, bronquitis agudas y gripes. Este invierno casi no hemos
visto pacientes con estas patologías en nuestras consultas.
Y también, todos lo hemos notado en la calle. En los meses de frío era
frecuente oír estornudos y toses por la calle ―un dicho italiano dice que la tos y el amor no pueden
ocultarse― y este invierno se oyeron muy pocas toses y
estornudos; solo las toses de algunos fumadores caminando por la acera con la
mascarilla en la papada.
Probablemente usted lo ha comprobado en su familia y entre sus amigos y
conocidos. Yo también. Solo uno de mis hijos, su mujer y su suegra han padecido
un resfriado en una ocasión porque les ha contagiado su hijo de poco más de un
año que va a la guardería. Ni él ni los otros niños de su edad llevan mascarilla.
Por eso, creo que, aunque tengamos menos trabajo los neumólogos, debemos pensar en la mascarilla como una prenda más de vestir durante los meses de otoño e invierno para después de acabar ―si conseguimos vencerla― con la covid-19, y durante todo el año mientras el SARS-CoV-2 siga acompañándonos.
www.doctorjoaquinlamela.es
www.joaquinlamela.blogspot.com
Este pensamiento último lo recogí una estrofa al final del año 20.
ResponderEliminarhttps://medymel.blogspot.com/2020/12/
Nuevas rutinas hicieron
cambiar formas de vivir;
mascarillas se impusieron
como prendas de vestir.
Un saludo mascarillil ;)
Me gusta. Gracias.
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