¿Quién va más al médico muere antes?
"Matan los médicos y viven
de matar, y la queja cae sobre la dolencia" (Francisco de Quevedo)*
Creo que recuerdo bien lo que voy a decir,
creo que fue así. Estaba viendo "La Mañana" de TVE, que dirige la
bella Mariló Montero, y una corresponsal del programa entrevistaba en un bar de
Sober (Lugo) a unos paisanos y les preguntaba si sabían por qué eran de los más
longevos de España. Había respuestas de todo tipo, desde el que decía que era
porque lo pasaban bien en el bar jugando la partida hasta el que lo achacaba a
que a ellos les gustaban las fiestas y las mujeres. Fernando Ónega, que estaba
en la mesa de redacción con Mariló, dijo algo acerca del porqué sus paisanos
vivían mucho que me hizo cavilar: "Mis paisanos viven mucho porque van
poco al médico; quién va mucho al médico muere antes".
Estoy seguro que usted, como yo, habrá
leído en el periódico, o escuchado en la radio o TV, que tal señor o señora de
90 o más años no había ido nunca al médico ni había tomado medicina alguna, y habrá
sentido envidia sana de que no le hubiese sucedido o le suceda a usted lo
mismo. Y se preguntaría como yo: ¿vivió mucho porque no fue nunca al médico o
porque tuvo suerte de no enfermar “lo suficiente” para precisar un médico?
Si uno enferma “lo suficiente” no tendrá
más remedio que acudir a un médico, si cree en la medicina, o a otros que se
dedican a decir que recomponen la salud de otra forma (curanderos, homeópatas,
etcétera). El (buen) médico -los médicos no son todos iguales- al que uno vaya
debe hacer un correcto diagnóstico y después, si es necesario, recomendar el tratamiento
adecuado.
¿Tiene algún riesgo el ir al médico? Sí.
¿Cuál? Que el médico haga un diagnóstico equivocado y/o un tratamiento
incorrecto. ¿Y esto se da con frecuencia? No le puedo dar cifras, pero sí es
verdad que unos médicos se equivocan, y tratan por lo tanto inadecuadamente, más que otros. Le pondré
ejemplos que se dan con frecuencia para que lo entienda mejor.
Usted comienza a notar picazón de garganta,
malestar general, cansancio ligero, y al día siguiente catarro con descarga nasal
acuosa frecuente, tos seca al principio y después con expectoración, incluso
puede tener unas décimas de fiebre, sin dolor torácico (salvo con la tos) ni
dificultad respiratoria. Esto es el comienzo típico de un resfriado común o
bronquitis aguda que está causado por un virus y se cura con el paso del
tiempo, donde no están indicados los antibióticos ni ningún otro medicamento;
solo estaría indicado algún antitérmico o analgésico si las décimas de fiebre o
el dolor torácico con la tos molestaran lo suficiente. Bueno, pues si acude al
médico, tiene muchas posibilidades de salir de la consulta con un antibiótico,
un jarabe -medicamentos inocentes como les llaman los neumólogos mejicanos,
porque no hacen bien pero tampoco hacen mal y entretienen al enfermo- e incluso
con un spray o inhalador bucal y cortisona oral. ¡Ah!, hasta le puede
recomendar que beba dos o tres litros de agua al día, lo que debió decir alguna
vez un médico "listo" y que nunca se ha demostrado que eso sea más
beneficioso que beber según la sed que uno tenga. Usted hará lo recomendado y al
no mejorar, incluso los días siguientes pueden empeorar los síntomas, acudirá
de nuevo al médico y es posible, muy probable incluso, que le cambie el
antibiótico y le dé otro medicamento más (antitusígeno, antihistamínico…); unos
días después ya comenzará la mejoría y usted lo achacará al tratamiento, cuando
realmente la mejoría de los síntomas de la bronquitis aguda se debió al paso de
los días.
Los medicamentos tienen efectos secundarios
adversos, y el buen médico valora si están indicados en la enfermedad que
padece el paciente y, antes de recomendarlos, si serán mayores los beneficios que
los perjuicios.
El problema es cuando se recomiendan
medicamentos que no están indicados como en el ejemplo anterior y los efectos
adversos pueden ser incluso muy graves. Recordaré siempre lo visto en una
sesión clínica del Hospital Valdecilla de Santander, donde hacía la
especialidad. Se presentaba el caso de un enfermo que había fallecido por una
aplasia medular severa. El patólogo exponía los hallazgos que había encontrado
en la médula ósea después de realizada la autopsia. Se levantó un nefrólogo,
uno de los mejores clínicos del hospital, y dijo que aquel señor se había
muerto por un error del médico que le había recomendado un antibiótico
(cloranfenicol) que no estaba indicado en el cólico nefrítico que padecía.
Aquel paciente había tenido la mala suerte de visitar a un (mal) médico y se
había muerto por haber tomado un medicamento que no estaba indicado para su
enfermedad.
Es verdad que si va mucho al médico, aunque
solo sea para chequear su salud, es probable que termine tomando medicamentos
que pueden causarle efectos desfavorables y ningún o casi ningún beneficio. Esto
está sucediendo con los fármacos anticolesterol, "protectores del estómago”
y analgésicos.
Muchas personas sanas están tomando “medicamentos para el colesterol”.
Tener el colesterol elevado por encima de lo normal -los “médicos expertos”,
bien relacionados con la industria farmacéutica, cada vez rebajan más la cifra
normal-, no se trata de una enfermedad, sino de un factor de riesgo para
padecer una enfermedad cardiovascular, lo mismo que la obesidad, la no
realización de ejercicio físico o el fumar cigarrillos, y de cada 1000 personas
que toman estas píldoras a los largo de su vida solo a 1 o 2 podrán contribuir
a prevenírsela, y sin embargo pueden producirle efectos adversos importantes,
como trastornos musculares e incluso causar una miopatía autoinmune (en 1 de
cada 10.000 personas que los toman), una seria enfermedad que precisa
tratamiento continuo con cortisona. Y lo peor, muchas personas que están
tomando estos medicamentos no hacen nada para corregir los otros factores de
riesgo que no precisan de las medicinas como la obesidad, inmovilidad o fumar
cigarrillos y que pueden además disminuirán la cifra de colesterol.
Lo mismo sucede con lo que la gente llama "protectores
gástricos" que rara vez está indicado tomarlos más dos meses de forma
regular y algunas personas llevan años tomándolos regularmente, diariamente. Estos
medicamentos inhibidores de la bomba de protones han sido mal indicados en una
mitad o más de los pacientes que los toman. Las ventas de estos fármacos
supusieron mil millones de euros en todo el mundo en el año 2006. En nuestro
país, el médico muchas veces sigue renovándoselos a los pacientes con un click
del ordenador durante años y años, sin interrogarlos para conocer si precisan
seguir tomándolos. Además, para algunos pacientes puede ser complicado dejar de
tomarlos, puesto que a lo largo del tratamiento el fármaco produce alteraciones
de la homeostasis hormonal. Esto conlleva una producción excesiva de hormonas
contrarreguladoras que pueden causar síntomas gástricos si se interrumpe el
tratamiento de forma brusca. Este efecto rebote es un problema provocado por la
mayoría de los fármacos actuales, y a menudo se malinterpreta como un signo de
que se debe aumentar la dosis a los pacientes, o de que estos deben seguir
tratándose de por vida. Una opción mucho mejor sería la de ir disminuyendo
progresivamente el fármaco, o tomarlo sólo de forma intermitente, por ejemplo
cuando se tenga acidez gástrica. Este fenómeno de rebote es el principal motivo
por el cual padecemos una epidemia de antidepresivos [1].
O con los analgésicos que se les
recomiendan a personas con dolor de espalda o de las rodillas, causado muchas
veces por sobrepeso u obesidad e inmovilidad, cuando el mejor tratamiento sería
perder peso y moverse (caminar). Muchas de estas personas llegan a hacerse adictos
a los analgésicos más potentes, fármacos opiáceos como el tramadol o similares,
con muchísimos efectos adversos, que crean adicción difícil de solucionar, y
que causan muchas muertes. Las muertes por prescripción de sobredosis de
opiáceos han aumentado dramáticamente en los Estados Unidos, cuadriplicándose
en los últimos quince años.
En la introducción
del libro que ya en alguna ocasión le recomendé leer, como también lo
recomienda leer Joan-Ramon Laporte, profesor de Terapéuticas y Farmacología
Clínica en la Universidad Autónoma de Barcelona, en la dos páginas que escribe
para la presentación del libro a la Edición en Lengua Española, [1], el autor, Peter
C. Gotzsche, un médico danés que publicó más de setenta artículos en las
revistas médicas más prestigiosas, que creó el Nordic Cochrane Center, y que
ocupa la cátedra de Diseño y Análisis de Investigaciones Clínicas desde 2010 en
la Universidad de Copenhague dice esto: "Por desgracia, nuestra sociedad
es víctima de dos epidemias creadas por nosotros mismos: el tabaquismo y los
medicamentos de venta por receta, ambas extremadamente mortales. En Estados
Unidos y en Europa los medicamentos son la tercera causa de muerte, después de
las cardiopatías y el cáncer. Si las muertes causadas por los medicamentos
fueran una enfermedad contagiosa, una cardiopatía o un cáncer provocado por la
contaminación ambiental, habría ya multitud de grupos de defensa de los
pacientes recaudando fondos para combatir la situación, y se habrían puesto en
marcha varias iniciativas políticas de gran calado. Es algo que me cuesta
entender. Al tratarse de medicamentos nadie mueve un dedo".
Por estos ejemplos y más que podría poner, Fernando
Ónega puede tener razón. Por eso le recomiendo que vaya al médico, mejor
incluso, que vaya a los (buenos) médicos solo lo necesario. Seguro que se
preguntará qué es ir al médico sólo lo necesario. Intentaré explicárselo en
este blog en un próximo artículo.
(*) No sé lo que sucedía en
tiempos de Quevedo pero ahora no es así. Es verdad que los médicos podemos
cometer errores, y algunas veces de consecuencias graves, pero "no vivimos
de matar". Como en cualquier otra profesión hay diferencias entre unos y
otros, pero la mayoría de los médicos son profesionales competentes.
[1] Medicamentos que matan y crimen organizado. Cómo las grandes
farmacéuticas han corrompido el sistema se salud. Peter C. Gotzsche. Los libros
del lince, 2014 (Mejor libro del año de la British Medical Association).
www.clinicajoaquinlamela.com
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Que bueno!!
ResponderEliminargracias por su aportación! muy interesante.
ResponderEliminarGracias Laia.
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