Vacaciones saludables: ¿playa o montaña?
“No
hay cristiano más triste que el cansado de no hacer nada” (Buenaventura Luna)
Comentábamos hace pocos días un compañero médico
y yo lo que con mucha frecuencia oíamos decir estos días a otros compañeros y a
muchas personas: "¡ya necesito las vacaciones!". Y tanto a él, como a
mi, nos parecía una más de las majaderas retahílas que la gente ha cogido por
costumbre. Lo mismo que cuando termine agosto. Se llenarán las páginas de los
periódicos y se escuchará todo el día en la radio y televisión hablar de la “depresión
postvacacional”.
Le comentaba a él que ni mis padres, ni otras
personas de mi aldea, se habían ido de vacaciones mientras trabajaron y nunca
le había oído decir estas boberías. No se quejaban de estar cansados de
trabajar y eran tan o más felices que nosotros. Además, al no disfrutar de vacaciones,
evitaban la depresión postvacacional y ahorraban.
No, oiga, no estoy diciendo que las
vacaciones sean malas, o innecesarias, pero también es verdad que la costumbre hebrea
del sabbat o descanso era solo desde la noche del viernes a la noche del sábado,
en el cristianismo el domingo y en el islam el viernes, y no hablaron de
descansar un mes al año.
Digo un mes, pero me quedo corto, porque en
nuestro país, hasta hace poco, algunos trabajadores públicos mayores podíamos
llegar, entre unas cosas y otras, al mes y medio de holganza. Los profesores
incluso más tiempo, y los políticos estaban y aún están casi todo el año de
vacaciones (bueno, los políticos no sé si son trabajadores, pero sería mejor
para todos nosotros que estuviesen el año completo de vacaciones). Los
japoneses y americanos apenas tienen dos semanas de vacaciones. Aquí el doble. Así
nos va. Y peor nos irá si no rectificamos.
También, con frecuencia, se encuentran artículos en las revistas que
analizan cuales y en donde son las vacaciones más saludables. Creo que las
vacaciones saludables dependen más de nuestro comportamiento durante las mismas,
que del lugar donde las pasemos. Y también, por supuesto, de nuestro estado de
salud. Decía Noel Clarasó, “el sol, el agua y el ejercicio conservan
perfectamente la salud de las personas que gozan de una salud perfecta".
Un amigo cazador,
fallecido hace pocos años, siempre me comentaba que en la montaña disfrutaba enormemente
del sol, la soledad y el silencio, las tres eses decía. A él le encantaban los
montes de Porto de Sanabria. Cuando iba a cazar allí, casi siempre, incluso en
los meses de invierno, podía disfrutar de estas tres condiciones. También he oído
decir a un médico madrileño que después de haber llevado a sus hijos pequeños a
este maravilloso pueblo zamorano en las vacaciones de verano habían padecido
menos resfriados y bronquitis en los meses de invierno.
Desde Porto de Sanabria, situado a más de 1100
metros sobre el nivel del mar, aparte de otras rutas, puede subir a Peña
Trevinca. Para la ida y venida a este peñasco, a más de 2000 metros de altitud,
necesitará varias horas, pero si lo hace con calma, acompañado, y con agua y
comida, le resultará muy agradable y saludable.
No puedo opinar de vacaciones en otros
lugares de montaña porque sólo he estado en este, pero creo que el descanso en pueblos
como Porto puede ser excelente para su salud, si una parte del tiempo la emplea
en caminar y disfrutar de la belleza de los paisajes.
Pero para gustos se pintan colores y a
muchas personas les encanta pasar los días de vacaciones en la playa. ¿Son
igual de sanas que en la montaña? No tengo ninguna duda. No hay más que ver, si
uno va a una muy concurrida, el ejercicio que hacen dando vueltas, de un
extremo al otro de la playa, como autómatas, la mayor parte de las personas que
allí están.
Además, muchas de las playas gallegas reposan
en la bajada de montañas cercanas. Como lo hace la de O Pindo, en el
ayuntamiento de Carnota, La Coruña. Después de un baño en el mar, desde el
mismo arenal, con buen calzado, agua y un bocadillo, se puede iniciar la subida
al Monte Pindo, también llamado el olimpo celta. A pesar de ser nativo de este
maravilloso pueblo, lo subí por primera vez hace pocos años y narré mi
fascinación por lo que había visto desde lo alto en otro artículo de este blog.
Y no solo desde lo alto. Ya desde el inicio de la ladera se puede disfrutar de
panorámicas inigualables. Pero la misma ladera, con sus rocas, que simulan todas
las figuras que usted se pueda imaginar, es de una belleza extraordinaria.
Cuando llega arriba, después de haber
caminado unas dos horas, o tres si va despacio, encuentra la laxe da Moa, la
roca más alta del Monte Pindo. Es posible que nunca haya contemplado vistas tan
maravillosas. Al fondo aparece Finisterre y su playa de Langosteira, la dos
Lobeiras -pequeñas islas maravillosas-, la ría de Corcubión, las blancas playas
de Gures y O Pindo, y el mar azul verdoso tan característico de aquella zona en
verano. A la izquierda, aparece majestuosa la inmensa playa de Carnota, para
muchos la más bonita de Galicia, y a la derecha otra bonita montaña a la que al
parecer no conviene subir porque aún hay brujas. La laxe da Moa tiene “pías”,
nombre de las grandes y numerosas cavidades esféricas, formadas al parecer por
la erosión de la lluvia, donde las señoras infértiles se bañaban para quedar
embarazadas.
Le recomiendo, si su estado físico se lo
permite, este viaje. Solo necesita buen calzado y agua, iniciarlo antes del
mediodía de un día claro, soleado y no muy ventoso, y preferiblemente en verano.
Y mejor aún, con comida y acompañado.
No sé si esta subida le gastará la salud, pero merece la pena. Francisco de Quevedo dijo, “la posesión de la salud es como la de la hacienda, que se
goza gastándola, y si no se gasta, no se goza”. Estoy seguro qué ha
entendido el consejo.
Perdone que me haya desviado del tema, pero
deseaba hablarle una vez más de la asombrosa subida al Monte Pindo, que
repetiré este verano porque la segunda vez de las tres veces que subí con unos
amigos, no conseguí coronarlo por culpa de una intensa niebla.
www.clinicajoaquinlamela.com
http://joaquinlamela.blogspot.com
www.doctorjoaquinlamela.es
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