¿Quién manda?
“Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo” (Napoleón). “La fuerza de las mujeres depende de que la psicología no puede explicarla. Los hombres pueden ser analizados; las mujeres sólo pueden ser amadas” (Oscar Wilde) No soy capaz de saber que años tendría, pero and aría por los diez o doce. Ese día había habido un entierro en Quilmas, la aldea donde vivía con mis padres. Al enterrar al difunto, los hombres, como hacían siempre que había un entierro, se quedaron en la taberna del pueblo, la única que había, jugando a las cartas y bebiendo vino, coñac o aguardiente. Algunos bebían hasta emborracharse. Los chicos jugábamos fuera de la taberna o estábamos sentados en unos bancos de piedra que había en el exterior. Cerca pasaba la carretera, pero en aquella época pasaba un coche cada dos o tres horas. No soy capaz de saber tampoco si era en verano o en otra época del año, pero estaba anocheciendo o ya era de noche. Una vecina qu