La dulce y la loquita
“Un día mi abuelo me dijo que hay dos tipos de personas: las que trabajan, y las que buscan el mérito. Me dijo que tratara de estar en el primer grupo: hay menos competencia ahí” (Indira Gandhi) Valentina, a ti de pequeñita te llamábamos patitas por lo rápido y bien que movías tus piernecitas cuando estabas contenta, que era casi siempre. Llamabas la atención. Y lo hacías, estuvieses donde estuvieses. En la cuna, cuando íbamos a despertarte, no parabas de moverlas hasta que te ponías de pie; en la sillita por la calle, en el suelo del salón… Y eras una “quedona”. Cuando te llevábamos en la silla por la calle o por el paseo marítimo de La Coruña, nada te pasaba desapercibido. A todos (no sé si tengo que decir a todos y a todas) mirabas. En la esquina de la calle de Juan Flórez, donde estaba casi todos los días un joven negro muy grande pidiendo limosna, mientras esperábamos a que el semáforo se pusiese en verde para cruzar, no le apartabas la vi