Suspender medicamentos recomendados por otros médicos


“Hay otra dificultad para confiar en el honor y conciencia de un médico. Los médicos son iguales a los otros hombres; la mayor parte de ellos no tienen honor ni conciencia: lo que ellos generalmente confunden con el honor y conciencia es el sentimentalismo y un intenso miedo para hacer algo que los demás no hacen, u omitir hacer algo que todos los demás hacen” (George Bernard Shaw). The Doctor´s Dilemma (1911)



    Muchos de los enfermos que acuden a nuestras consultas privadas de especialidades médicas lo hacen por dos motivos principales: para solicitar una segunda opinión, porque no están convencidos de que el diagnóstico que han hecho de su enfermedad o el tratamiento que le han recomendado sean los correctos, o porque después de acudir en más de una ocasión a su médico del “seguro” este no les ha resuelto el problema.
    He comentado en muchas ocasiones en este blog lo que William Osler, uno de los mejores médicos del siglo pasado, decía que debía tener todo buen médico -además por supuesto de un enorme conocimiento, inteligencia y sentido común-: honestidad, humanidad, humildad y humor (las 4 H).
    En mi opinión la honestidad es la más importante de las cuatro. También he comentado aquí muchas veces que los médicos somos igual de honestos o deshonestos que cualesquiera otros profesionales.
    Cuando vienen por el segundo motivo, lógicamente, lo primero que debemos hacer es diagnosticar correctamente la enfermedad que padece. Nunca deberíamos recomendar un tratamiento, o solo en raras excepciones como cuando la respuesta al tratamiento puede ser la mejor prueba diagnóstica como sucede en el asma, sin haber realizado un diagnóstico correcto. En este caso le explicamos al paciente lo que padece y cuál es el tratamiento recomendado, y no hay problemas para retirarle los medicamentos, si todavía tomaba alguno, que no habían funcionado.
    Cuando lo hacen para solicitar una segunda opinión, aquí también la honestidad del médico es lo más importante. Si lo que le han diagnosticado y el tratamiento que le han recomendado son correctos debemos explicárselo al paciente y no hacer cambio alguno en los medicamentos que le ha prescrito el médico que le consultó previamente.
    Pero uno de los problemas mayores con el que nos encontramos -al menos que yo me encuentro- son las creencias falsas de los enfermos, y no por su culpa sino debido a las que les hemos imbuido los médicos debido a la relación inapropiada con la industria farmacéutica y la publicidad de las compañías farmacéuticas. Una gran parte de los pacientes cree que si el médico le recetó un fármaco es porque lo necesita, y esto no es cierto. A veces les digo esto: “si usted visitase a distintos médicos especialistas por el mismo motivo probablemente saldría de la consulta de cada uno de ellos con diferentes prescripciones, dependiendo de sus conocimientos, sentido común, honestidad, relación con la industria farmacéutica, etcétera. Algunos de los medicamentos que toma pueden no ser necesarios por no estar bien indicados, y no tiene por que seguir tomándolos porque se los hayamos recomendado los médicos”.
    Un ejemplo: con frecuencia vemos los neumólogos pacientes con tos causada por fármacos inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina que se utilizan para tratar la hipertensión arterial y también en enfermedades cardíacas agudas, pero a veces los cardiólogos u otros médicos los recomiendan en personas con alto riesgo de enfermedad vascular que aún no han padecido. Hace unos días un paciente que tomaba ramipril, un fármaco de este grupo, y que no cumplía ninguna de las condiciones señaladas y por tanto de indicación al menos dudosa, al decirle que este fármaco era probablemente la causa de la tos, que había que suspenderlo y que no precisaba tomar otro en su lugar, me preguntó varias veces si se podía suspender “porque se lo había recomendado un médico cardiólogo”. Es decir, por la creencia errónea que cuando los médicos prescribimos un fármaco es porque es necesario… ¡Cuántos millones de fármacos innecesarios se prescriben diariamente en todo el mundo!  
    Si los médicos no acertamos en el diagnóstico recomendamos tratamientos equivocados e innecesarios. Hace pocos días veía otra paciente mal diagnosticada de asma bronquial. Los síntomas eran debidos a una parálisis diafragmática causada por un herpes zoster. Le recomendé suspender todo el tratamiento que le habían recomendado para el asma que no padecía y que ella misma reconocía que no le habían mejorado los síntomas, pero me repetía una y otra vez si creía que de verdad debía suspenderlos “porque se lo habían recomendado otros médicos” (otros médicos tendrán esta misma dificultad para suspender los medicamentos prescritos por mí erróneamente). Y eso, en mi opinión, se debe a la creencia de que todo lo que recetamos los médicos está bien prescrito y es necesario, ¡y no es cierto! Los médicos no somos dioses y nos equivocamos. Además, por la deshonestidad y la relación inapropiada con las compañías farmacéuticas, también se prescriben medicamentos innecesarios. La obligación de los médicos cuando recetamos un medicamento es explicarle al enfermo el porqué se lo recomendamos, los efectos beneficiosos que esperamos y los efectos adversos que puede causar. Y ponernos a su disposición para que nos llame si aparecen efectos adversos o no aparecen los efectos beneficiosos esperados.
    Oliver Wendell Holmes dijo que creía firmemente qué si todos los medicamentos del mundo fueran lanzados al mar, sería mucho mejor para la humanidad y mucho peor para los peces. Cambiaría “si todos los medicamentos” por “si los medicamentos que se prescriben innecesariamente y/o erróneamente”. Creo que así la frase sería más acertada.



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