¿Ir mucho al médico aumenta la longevidad?
“No respeto al hombre que por la
mañana no piensa diferente de cuando se acostó por la noche” (Abraham Lincoln)
Aún no hace mucho escribí en este blog un
artículo que titulé, ¿Los que van mucho al médico mueren antes? Y decía que tal
vez sea así en algunos casos, porque al ir mucho al médico es posible que se
tomen medicamentos innecesarios y estos pueden causar efectos adversos que pueden
disminuir la esperanza de vida (http://joaquinlamela.blogspot.com.es/2016/04/quien-va-mas-al-medico-muere-antes.html).
Ahora me veo obligado a cambiar el título
después de haber leído “Por qué los japoneses viven 100 años”. Al parecer los japoneses de
Okinawa, los más longevos del mundo, acuden al médico una media de 13,4 veces al año, el doble que los
británicos, lo que permite que le detecten enfermedades en fases más precoces,
según el autor.
Creo que habría que matizarlo. Ir mucho al
médico puede ser beneficioso si se va a buenos médicos. Un buen médico es aquel
que, después contarle los síntomas el enfermo, lo explora adecuadamente y le
solicita exploraciones complementarias si se necesitan para hacer un diagnóstico
exacto antes de prescribir medicamentos. El buen médico no hace tratamiento de
los síntomas antes de conocer la causa de los mismos. Intenta hacer un buen diagnóstico,
con la realización de pruebas complementarias si son necesarias, y acuerda el
tratamiento con el enfermo, después de informarle objetivamente.
En mi opinión es recomendable ir al médico
al notar que hay algo anormal en nuestro organismo, algún síntoma que apareció
recientemente, y es verdad que si el médico es un buen médico intentará conocer
la causa lo más pronto posible antes de recetar medicamentos sintomáticos. De
esta forma, diagnosticar precozmente una enfermedad importante, si tiene
tratamiento curativo, es lo mejor para el paciente.
¿Y por qué digo un buen médico? Porque los
médicos no son todos iguales de buenos, mejor dicho, son todos distintos, como
los enfermos. Y si decía aquí, basándome en el libro “Las leyes fundamentales
de la estupidez” de Carlo M. Cipolla, que existe el mismo o más número de
estúpidos entre los catedráticos que entre los bedeles de la universidad,
también creo que hay el mismo número o más de estúpidos entre los médicos que
entre los celadores del hospital. No he dicho en cual grupo estoy de los
médicos, porque no lo sé.
Aunque creo que lo que hacen estos añosos
japoneses: comer poco y bien (mucho pescado, legumbres, verduras, frutas,
etcétera), hacer ejercicio, no fumar e ingerir pocas o ningunas bebidas
alcohólicas contribuyen más que el ir mucho al médico para alcanzar esa mayor
longevidad que el resto de las personas de otros países.
No me importaría pensar hoy todo lo
contrario que el otro día, porque siempre he estado de acuerdo con esa frase que
dice que los únicos que no cambian son los tontos. Y además, siempre me ha
encantado la sentencia de Abraham Lincoln que introduce este escrito.
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