Las malas personas





“El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad” (Albert Einstein)






    Mientras leía la noticia en internet que Kim Jong-un, el dictador que rige los destinos de Corea del Norte, declaraba el estado de guerra contra Corea del Sur, me fijé en se cara. Y su cara es de mala persona. Estoy seguro que si estuviera mi suegra viendo la foto conmigo opinaría igual que yo. Ella dice que por la cara se conoce si una persona es buena o mala. Coincido con ella, aunque seguro que los dos nos hemos equivocado algunas veces porque hay muchos tipos de malas personas, y algunas pueden no parecerlo. Ya lo dijo Platón, "de virtud hay una especie, de maldad, muchas".
    Y cuando hemos metido la pata estoy seguro que casi siempre lo hemos hecho con un tipo especial de malas personas. Con las camaleónicas, o personas que se muestran como lo que no son y se adaptan con facilidad a diferentes situaciones. Esta clase de personas maléficas son las más peligrosas porque engañan mejor a la mayor parte de la gente dando gato por liebre. "Lo malo cuando se finge bueno, es pésimo", señaló muy acertadamente Sir Francis Bacon.   
    Son esas personas que ponen cara de buenas, de no romper un plato, cuando les interesa pero que ocultan innobles intenciones.
    Son esas personas que van escalando en sus trabajos o profesiones, no por sus méritos sino porque se asocian con otras de su misma calaña, pudiendo llegar muy arriba, incluso a presidir los gobiernos de sus países y torcer los destinos de los ciudadanos.    
    Nunca van con la verdad por delante. Son embaucadoras y eligen muy bien a los acompañantes que les pueden servir para llegar adonde se proponen. Sus elegidos no son en general inteligentes, como tampoco lo son ellos, pero sí astutos, desleales, traidores, como ellos.
    Estoy seguro que usted conoce en su entorno personas con estas características, pero si no, puede encontrar ejemplos característicos en nuestros políticos, incluso en algunos de los que han llegado "muy arriba", “lo más arriba”, si se puede decir así, que se puede llegar en la política.
    Si cree que no conoce a nadie en su ambiente, deténgase un momento a pensar de nuevo mientras yo le explico más detalladamente las características de esta clase de malas personas.
    Son personas que le escuchan, que se ríen con usted, incluso le adulan si es preciso, hasta le pueden hacer comentarios despectivos de otras personas que a usted no le caen bien y “echarle una mano” si tiene algún tipo de problema con ellas. Usted cree que le están ayudando y lo que están es conociendo sus intenciones para contárselas a las otras personas, y lo mismo hace con estas, quedando ellas siempre como "personas amigas" para todas las partes hasta que al final usted o las otras personas se den cuenta, si se dan, que les estaba traicionando para conseguir lo que anhelaban y no merecían por sus escasas cualidades. "El mal es vulgar y siempre humano, y duerme en nuestra cama y come en nuestra mesa", señaló Wystan Hugh Auden.
    Claro que, dependiendo de su inocencia y bondad, puede incluso no enterarse de la maldad de estas personas embaucadoras. Cicerón lo expresó muy bien: "Cuanto mejor es uno, tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros".
    Estas personas saben muy bien lo que hacen, conocen bien su propia maldad. "Nadie sabe lo que hace mientras actúa correctamente, pero de lo que está mal uno siempre es consciente", decía Goethe. Este tipo de malas personas son las que hacen que dudemos y casi no nos fiemos de las buenas.
    Si me pregunta si esta clase de malas personas nacen o se hacen le contesto que nacen, porque estoy de acuerdo con Juvenal, quien subrayó que nadie se hace perverso súbitamente. Y aunque haya estado acertado Ferdinand Galliani, cuando escribió que no temiéramos a los malvados ya que tarde o temprano acaban por desenmascararse, el problema es que, en muchas ocasiones, cuando son descubiertos ya han hecho mucho mal.
    Aunque estas personas son camaleónicas, solo defienden los malos principios, no los buenos. Una mala causa será defendida siempre con malos medios y hombres malos, dijo Thomas Paine.
    Galileo Galilei expresó que la ignorancia es la madre de la maldad y de todos los demás vicios. Si fuese así, al menos nos quedaría ese consuelo.







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